?pera
M¨²sica, voz, texto. Una introducci¨®n a la ¨®pera a partir de la programaci¨®n del Maestranza es el t¨ªtulo del Curso de Extensi¨®n Universitaria que dirigen Rosario Samper y Eva La¨ªnsa, en el que intervienen, adem¨¢s de music¨®logos, los propios protagonistas de la ¨®pera: el bar¨ªtono Carlos ?lvarez, el compositor Tom¨¢s Marco y el director de escena y del Maestranza, Jos¨¦ Luis Castro.
Entre el numeroso p¨²blico interesado -m¨¢s de 50 personas se han quedado sin poder asistir- hay dos vertientes: los que desean conocer la ¨®pera desde un punto de vista intelectual, y los ya conocedores que quieren formular preguntas sobre la puesta en escena, la interpretaci¨®n de un cantante o de la orquesta, el repertorio, o cualquier otro aspecto del tema que se trata.
En los dos primeros d¨ªas del curso ya se ha dejado claro que la ¨®pera no es un espect¨¢culo del pasado estereotipado y repetido, igual a s¨ª mismo; pues la creaci¨®n oper¨ªstica moderna, que nace en el siglo XVIII, est¨¢ en continua evoluci¨®n, y no ser¨¢ hasta el siglo XX cuando se vincule de nuevo con sus or¨ªgenes de teatro musical, aquella ¨¦poca en la que goz¨® de tanta popularidad. Porque lo que se intenta demostrar es que no hay raz¨®n para que la ¨®pera no pueda formar parte de la vida cultural de Sevilla, ni tampoco para considerarla un espect¨¢culo menos popular que otros. Al fin y al cabo, la popularidad de hoy no es m¨¢s que el resultado de la propaganda. Adem¨¢s, no se va a la ¨®pera o a un concierto para cultivarse, sino para emocionarse con los sentidos, y eso lo puede hacer cualquiera, no hace falta ser un mel¨®mano.
Hay quienes creen que, en esta ciudad en la que hay p¨²blico de sobra para llenar el teatro durante seis representaciones, se necesita una apuesta seria por parte de las instituciones -que es verdad que la han ido abandonando desde que termin¨® la aventura del 92- con una buena programaci¨®n de dificultad progresiva y suficientemente abundante como para permitirse ¨®peras contempor¨¢neas. Porque lo que s¨ª es cierto es que hay que habituarse para tomarle afici¨®n. Y para eso ser¨ªa tambi¨¦n conveniente darla a conocer desde la infancia: para eso y para educar tres de los cinco sentidos.
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