Car¨¢cter y destino
Josu Jon Imaz -hasta ahora consejero y portavoz del Gobierno vasco- derrot¨® el pasado jueves tras un ag¨®nico escrutinio a Joseba Egibar -parlamentario del PNV y portavoz de su Comisi¨®n Ejecutiva (EBB)- en las elecciones internas a la presidencia del PNV; el nombramiento se har¨¢ efectivo en la Asamblea del pr¨®ximo 18 de enero. Los Estatutos aprobados el a?o 2000 intentan armonizar la estructura organizativa confederal del PNV con el reconocimiento del peso de la militancia vizca¨ªna (23.000 afiliados sobre un total de 30.000) y aplican la regla estricta de la mayor¨ªa -el que llega primero a la meta se lo lleva todo- al escrutinio de los colegios electorales; la complejidad de ese procedimiento dificulta las tareas de cuantificar en t¨¦rminos absolutos los respaldos de los candidatos (al parecer Egibar obtuvo casi mil votos m¨¢s que Imaz), anticipar las consecuencias de los desequilibrios territoriales (determinantes, por ejemplo, en la escisi¨®n de Garaikoetxea de 1986) y analizar la correlaci¨®n de fuerzas dentro del futuro EBB en funci¨®n de los compromisos pol¨ªticos de los dem¨¢s miembros elegidos para constituirlo. Y queda todav¨ªa por saber si la elecci¨®n de Imaz modificar¨¢ a favor del lehendakari Ibarretxe los desequilibrios de poder nacidos de la incompatibilidad entre las presidencias del PNV y del Gobierno vasco que beneficiaron a Xabier Arzalluz durante sus veinte a?os de indiscutida jefatura del partido.
El car¨¢cter democr¨¢tico de la elecci¨®n del nuevo presidente del PNV no procede del laber¨ªntico procedimiento utilizado para llevarlo a cabo, sino de su punto de arranque: a diferencia de las designaciones consensuadas mediante asentimiento, esta vez la pluralidad de competidores, la libertad de voto de los compromisarios y la incertidumbre del resultado dieron autenticidad a los comicios. Durante las primarias de precalentamiento, particip¨® -como tercero en discordia- el actual presidente, Xabier Arzalluz, que opt¨® finalmente por retirarse en favor de Egibar. Los dos candidatos supervivientes, procedentes ambos de los centros decisorios nacionalistas, libraron entre s¨ª una dura pugna que no excluy¨® -al parecer- el juego sucio: seg¨²n Egibar, la noticia de sus negociaciones personales con Batasuna para presentar listas conjuntas a las pr¨®ximas elecciones generales fue filtrada desde el PNV.
?Cu¨¢les ser¨¢n las implicaciones de la victoria de Imaz sobre Egibar? Aunque las luchas por el poder dentro de los partidos resulten inseparables de las aspiraciones pol¨ªticas y de las explicaciones ideol¨®gicas ofrecidas para justificarlas, las precedencias en el tiempo y las relaciones causales entre las diversas manifestaciones de ese fen¨®meno unitario nunca son claras: las ambiciones personales pueden estar al servicio de un proyecto colectivo o invocarlo s¨®lo como coartada. La mezcla de fanatismo, ingenuidad y cinismo que alimentan alternativa o simult¨¢neamente las motivaciones y los comportamientos de los actores de las pugnas partidistas complica todav¨ªa m¨¢s el diagn¨®stico. Santiago de Pablo, Ludger Mees y Jos¨¦ A. Rodr¨ªguez Ranz han estudiado exhaustivamente (El p¨¦ndulo patri¨®tico, 2 vols. Cr¨ªtica, 1999 y 2001) la historia de los abundantes conflictos internos del PNV desde 1895 hasta 1979.
El apadrinamiento expl¨ªcito por Arzalluz de las frustradas aspiraciones de Egibar, apoyadas tambi¨¦n desde Batasuna, sit¨²a a la candidatura perdedora como un eslab¨®n m¨¢s de la estrategia de limpieza ¨¦tnica, acordada secretamente en 1998 por las direcciones -entonces- de PNV y EA con ETA y consagrada p¨²blicamente por el Pacto de Estella entre los nacionalistas. Pero la proximidad de Imaz al lehendakari le vincula con los contenidos -tambi¨¦n excluyentes para los vascos no nacionalistas- del plan Ibarretxe. Si fuese cierto el dicho seg¨²n el cual el car¨¢cter es el destino, el resultado de las elecciones a la presidencia del PNV abrir¨ªa un margen de esperanza a la causa de los derechos humanos en el Pa¨ªs Vasco y a la reconciliaci¨®n de todos sus ciudadanos, sean o no nacionalistas: pocos dudar¨ªan a la hora de escoger entre el educado Imaz y el desabrido Egibar como compa?ero para un viaje o interlocutor para una negociaci¨®n. En cualquier caso, la divisi¨®n en dos bloques casi iguales de los afiliados al PNV que votaron hace una semana para elegir a su presidente muestra la enigm¨¢tica hondura de sus contradicciones.
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