Hojas de ruta para la paz
El inesperado ¨¦xito medi¨¢tico y social que ha tenido el Acuerdo de Ginebra nos permite recordar que algunos procesos de paz se han iniciado gracias a la redacci¨®n temprana de una hoja de ruta que marca las pautas generales a seguir durante el proceso y no tanto el detalle del resultado final. Algunas hojas de ruta, sin embargo, se estrellan desde el primer momento por querer mostrar desde el inicio un imposible acuerdo final, lo que provoca el rechazo de alguna de las partes y el abandono de la propuesta, pues adquiere un tono impositivo. Una hoja de ruta, por tanto, no debe ser m¨¢s que el marco, el se?alamiento de los temas clave, la infraestructura de apoyo y la autopista que se ofrece para que los actores puedan negociar. Es un documento de muy pocos folios, casi un esquema, para visionar lo que vamos a hacer y c¨®mo lo haremos. El inter¨¦s de una hoja de ruta no radica tampoco en que sea la expresi¨®n de un solo grupo o partido, sino textos en los que ya se plasma un cierto consenso o un punto de partida en com¨²n.
En algunos conflictos actuales como Nepal o Sri Lanka, en un momento dado de las negociaciones, algunos de los actores han pedido ayuda a la comunidad internacional para redactar una hoja de ruta adaptada a su caso y que permita mejorar un proceso que ha entrado en una fase delicada, al no encontrar por s¨ª solos el camino adecuado para solucionar el conflicto. Normalmente son actores externos a los grupos armados, aunque siempre buenos conocedores del conflicto, los que se encargan de elaborar la correspondiente hoja de ruta. En el caso de que se geste en el interior del pa¨ªs, los redactores han de formar parte de lo que llamamos "el tercer lado", esto es, sectores sociales, pol¨ªticos, militares o diplom¨¢ticos del interior del pa¨ªs que est¨¢n a favor de un di¨¢logo y de una negociaci¨®n inclusiva que acarree acuerdos de suma cero (todos ganan, nadie pierde), como la propuesta palestino-israel¨ª mencionada al inicio.
Una hoja de ruta o una propuesta de paz no puede funcionar cuando no se sabe exactamente qui¨¦nes son los destinatarios de la propuesta o se plantea de una manera que haya partes decisivas que no podr¨¢n entender su intenci¨®n. La iniciativa puede ser excelente en cuanto a contenido, pero no sirve si no funciona la comunicaci¨®n o si actores decisivos no se sienten aludidos. La pregunta clave, pues, es saber realmente si lo que se quiere con una hoja de ruta es negociar, pactar, imponer, hacer ver, provocar, tantear, sensibilizar o acercarse a alguien. Pero el "qu¨¦ queremos" y el "qui¨¦n destinatario" muchas veces no queda suficientemente aclarado por el redactado de la propuesta o en la forma de presentarla y, aunque est¨¦ planteada en forma propositiva, puede ser percibida como lo contrario, como un dardo venenoso. En resumen, para ser efectiva, en una hoja de ruta no s¨®lo vale el contenido, sino que ha de tener la virtud de la pedagog¨ªa y de la seducci¨®n. Sea cual sea su calado, ha de provocar reflexi¨®n e inter¨¦s en la ciudadan¨ªa, no fractura o ruptura desde el primer instante.
Las hojas de ruta, como en definitiva cualquier estrategia para buscar una negociaci¨®n, son de utilidad cuando se plantean de una forma lo m¨¢s abierta posible, cuando se pierde el miedo a hablar y confrontar, cuando se buscan consensos amplios, cuando hay un reconocimiento de que "tenemos un problema y tenemos que resolverlo entre todos" (si no es posible a escala pol¨ªtica, se busca hacerlo a nivel social) y la propuesta es lo m¨¢s inclusiva posible. No es un documento interno, de consumo exclusivo y complaciente para una parte, ni una propuesta claramente inaceptable para la otra parte y redactada para poner en evidencia su cerraz¨®n e inflexibilidad, sino que es el resultado de un ejercicio de inteligencia y flexibilidad com¨²n en la b¨²squeda de un encuentro para la discusi¨®n de los temas de fondo.
La reciente propuesta del PNUD para el caso colombiano es tambi¨¦n una hoja de ruta y parte de la necesidad de iniciar un di¨¢logo abierto mediante exploraciones discretas (en parte ya se hace) para entrar posteriormente en una negociaci¨®n, a ser posible conjunta, con las FARC y el ELN, que permita una salida negociada, con el aval de EE UU y con la puesta en marcha de reformas estructurales. Lo pactado ser¨ªa sometido a refer¨¦ndum. Un modelo algo diferente, pero no antag¨®nico, es el que podr¨ªa formularse a partir de un primer acuerdo humanitario, seguido de medidas de confianza que generen posibilidades para entrar en una etapa de negociaci¨®n.
As¨ª, pues, y a partir de la experiencia de varios casos, para que una hoja de ruta sea efectiva, parece que ha de tener en cuenta algunos aspectos como los siguientes: ha de ser una propuesta secuencial que se hace a los actores en conflicto en relaci¨®n a los marcos de actuaci¨®n que permiten abrir y continuar un proceso de negociaci¨®n; es el marco general de negociaci¨®n que se consensua para poder negociar despu¨¦s los contenidos; no entra, pues, en detalles espec¨ªficos, sino que se limita a marcar un rumbo, un cronograma gen¨¦rico, una secuencia tem¨¢tica, unas pautas generales. Ha de recoger las demandas esenciales de cada parte, y el contenido ha de ser comprensible para toda la ciudadan¨ªa, pues necesita de todo el apoyo social posible. Puede ser sometida a consulta ciudadana (refer¨¦ndum) para tener categor¨ªa de imperativo popular; ha de ser integradora, no excluyente, ha de recoger los elementos simb¨®licos m¨¢s importantes de cada parte y ha de crear mecanismos de di¨¢logo para comprender el alcance de estos s¨ªmbolos. Parte de los elementos compartibles, los puntos de encuentro, y no busca la victoria unilateral, sino un planteamiento de "todos ganan mucho, nadie pierde todo", por lo que obliga a las partes enfrentadas a considerar nuevas propuestas y establecer nuevas relaciones. Finalmente, la iniciativa puede no partir de los centros de decisi¨®n pol¨ªtica cuando est¨¢n muy viciados o condicionados por el conflicto, sino de centros acad¨¦micos o movimientos sociales, del llamado "tercer espacio".
Vicen? Fisas es director de la Escola de Cultura de Pau, Universidad Aut¨®noma de Barcelona.
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