Obligado a tener ¨¦xito a la primera
A Mariano Rajoy le interesa mucho m¨¢s ser el protagonista de 2004 que el de 2003. A su alrededor todos est¨¢n convencidos de que el candidato del Partido Popular a la Presidencia del Gobierno tiene pr¨¢cticamente ganadas las elecciones del pr¨®ximo mes de marzo, hasta el extremo de que ya no se discuten porcentajes, sino el puro y duro reparto de los ministerios.
Pero el propio candidato, que ha dirigido muchas campa?as electorales a cuenta de Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar, sabe que tres meses pueden ser mucho tiempo, y, sobre todo, que ¨¦l es un candidato peculiar: sus predecesores pudieron perder algunas convocatorias electorales sin que les costara la carrera pol¨ªtica. En su caso, no puede perder, ni tan siquiera puede ganar por minor¨ªa, porque cualquiera de las dos cosas contar¨ªa en su haber como un fracaso personal. Lo suyo tendr¨¢ que ser ¨¦xito a la primera.
Un buen amigo dice que Rajoy "es mucho menos predecible que Aznar. Si gana, lo mismo da una sorpresa. Eso s¨ª, imposible de adivinar en qu¨¦ sentido"
No le gusta que se diga que el talante es el mensaje, pero la verdad es que hasta ahora ese talante parece haber sido su mejor activo
Rajoy, que siempre se ha preocupado por alentar la fama de buen negociador, se encuentra en una situaci¨®n que posiblemente detesta: su predecesor le ha dejado pr¨¢cticamente cerradas todas las puertas para un buen toma y daca . Y si no logra la mayor¨ªa absoluta, ?con quien podr¨ªa hablar al d¨ªa siguiente de los comicios para buscar los necesarios respaldos parlamentarios?
Razonable
El pol¨ªtico popular dice que ha llegado a las elecciones de 2004 como un candidato razonable. Fue razonable que le eligiera Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar; es razonable, asegura, la manera en la que se ha producido el relevo dentro del PP, y es, precisamente, "razonable" la imagen con la que se presenta a las elecciones. No le gusta que se diga que en su caso el talante es el mensaje, pero la verdad es que hasta ahora ese talante parece ser su mejor activo.
Rajoy no se ha distinguido en todos estos a?os en la cocina del PP y del Gobierno por defender mensajes ni opciones pol¨ªticas claras. M¨¢s bien al contrario; ha navegado por despachos y esca?os, como ¨¦l mismo dice, sin dejar carga pol¨ªtica alguna: no se le conoce una gran defensa del ideario liberal, ni de los fundamentos de la democracia cristiana, ni de las bases del conservadurismo a lo Reagan o a lo Thatcher. Ning¨²n an¨¢lisis sobre el futuro de Europa o el alcance de la globalizaci¨®n econ¨®mica o el papel de los pa¨ªses en v¨ªas de desarrollo. Su principal referencia pol¨ªtica no es Bush, ni C¨¢novas ni V¨¢zquez de Mella, sino P¨ªo Cabanillas, padre, el ministro de Franco que sol¨ªa preguntar: "?Qui¨¦nes hemos ganado".
Si se busca con cuidado en su trabajo durante todos estos a?os, se encuentra un fino hilo de uni¨®n: el candidato ha fomentado con exquisito cuidado sobre todo una imagen pol¨ªtica, la de un hombre tranquilo, que cumple los cuatro mandamientos que seg¨²n su propia doctrina deben acompa?ar a un pol¨ªtico: "paciencia, sentido del humor, esp¨ªritu deportivo y sentido de la indiferencia".
Todos los que se han relacionado con ¨¦l dentro del PP aseguran que mantuvo un trato correcto, o cordial, pero nadie recuerda ni una ocasi¨®n en la que Rajoy hiciera un discurso con carga ideol¨®gica. ?Significa eso que al candidato popular no le preocupa el fundamento ideol¨®gico de su acci¨®n pol¨ªtica? Lo ¨²nico que est¨¢ claro es que cuando se le pregunta sobre el tema, suele refugiarse en el pensamiento de Aznar. O lo comparte al cien por cien o simplemente le resulta c¨®modo. O ninguna de las dos cosas. O viceversa, que dir¨ªa ¨¦l.
El cuarto precepto Rajoy, el sentido de la indiferencia, tiene sus ventajas y sus inconvenientes. En Estados Unidos dicen que los mejores presidentes no son los que han pasado antes por la vicepresidencia. Nixon no fue bueno; ni Ford ni Johnson. El problema, explican, es que cuando llegan a n¨²mero uno ya han aprendido demasiados resabios de n¨²mero dos, les falta entusiasmo sincero y les sobra indiferencia. En Europa Occidental, por el contrario, el salto es mucho m¨¢s frecuente y suele dar mejor resultado.
En Espa?a, simplemente no hay experiencia acumulada. Puede que Mariano Rajoy se convierta en el primer ejemplo de un n¨²mero dos que da el salto pol¨ªtico definitivo. Se comprobar¨¢ entonces hasta qu¨¦ punto el conocimiento de La Moncloa y la cercan¨ªa al poder durante tantos a?os han sido una ventaja o han aportado demasiados resabios.
De lo que no cabe duda es que Rajoy ha sido hasta este momento un brillante n¨²mero dos, que ha superado con ¨¦xito los tres requisitos del cargo. Primer requisito: no ha provocado ning¨²n incidente que perjudicara a su partido o a su jefe. Segundo requisito, ha salido sin esc¨¢ndalo ni grave deterioro de su imagen de todas las crisis que se le han encomendado, desde el lejano caso Naseiro, que supuso su estreno junto a Aznar, hasta el m¨¢s reciente del Prestige y la guerra de Irak. Y tercer requisito: ha sido un n¨²mero dos capaz de dirigir las campa?as electorales m¨¢s exitosas del PP.
Por encima de todo, Rajoy ha sido un discret¨ªsimo pol¨ªtico, un hombre callado que no ha dejado que su vida personal ocupara el m¨¢s m¨ªnimo espacio en la pol¨ªtica. Se sabe que se deja la barba porque le parece que oculta as¨ª el ligero rastro que dej¨® un grave accidente de coche sufrido en 1979. Seg¨²n La Voz de Galicia, su veh¨ªculo cay¨® por un barranco en el municipio lucense de Palas de Rei y tuvo que someterse a una operaci¨®n de cirug¨ªa reparadora de seis horas de duraci¨®n.
Se habla poco de su familia (tiene tres hermanos y una hermana), salvo que mantiene una gran relaci¨®n con su padre, magistrado jubilado. Se cas¨® pasados los 40 con Elvira Fern¨¢ndez Balboa, Viri, 10 a?os m¨¢s joven, hija de un constructor de Sanxenxo y hermana del alcalde popular de la misma localidad. Una mujer, licenciada en empresariales, tan discreta como ¨¦l, capaz de disculpar que su marido no estuviera a su lado, sino en un acto pol¨ªtico que no quiso suspender, cuando sufri¨®, en 1998, un aborto y tuvo que ingresar en un quir¨®fano. Su marido s¨ª la acompa?¨® a Barcelona, en julio de 1999, cuando dio a luz, en una cl¨ªnica especializada, a su hasta ahora ¨²nico hijo. Mariano, hijo, cumplir¨¢ cinco a?os en La Moncloa si su padre gana las elecciones.
Dicen que el candidato popular fuma unos 10 habanos al d¨ªa, que le gusta el ciclismo y el f¨²tbol y que no es un gran aficionado a los viajes. De hecho, siempre pasa los veranos en Galicia, salvo la peque?a escapada del a?o pasado en un barco por el Mediterr¨¢neo, con su mujer; dos de sus mejores amigos (la conselleira de familia de la Xunta, Pilar Rojo, y su marido, Alfredo Diaz Grande); el anfitri¨®n, Jaume Matas, y Eduardo Zaplana y su mujer. A quienes les asombra que dos personas tan distintas como Rajoy y Zaplana mantengan tanta amistad, algunos les explican que Zaplana hace el papel antip¨¢tico que Rajoy renuncia a protagonizar, pero que el gran apoyo y amistad del candidato a lo largo de estos a?os ha sido, por encima de todos, Ana Pastor, la ministra de Sanidad.
Cuando a finales del verano Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar decidi¨® desvelar el secreto y anunciar que eleg¨ªa como sucesor al frente del PP y como candidato a presidente del Gobierno a Mariano Rajoy por encima del otro posible heredero, Rodrigo Rato, muchos pusieron el acento en tres caracter¨ªsticas de Rajoy que le colocaban por delante del vicepresiente econ¨®mico: era un especialista en temas auton¨®micos; probablemente ser¨ªa el m¨¢s capaz de continuar y defender el legado ideol¨®gico de Aznar, y, por ultimo, habia sido la persona preparada paso a paso por quien decid¨ªa.
Es posible, sin embargo, que Rajoy no comparta esa idea y que no le haga tanta gracia la leyenda de que su carerra pol¨ªtica ha sido dirigida por el propio Aznar. Si se le escucha con atenci¨®n se oye, en voz baja, otro mensaje: su carrera es obra de ¨¦l mismo, de su tenacidad y dedicaci¨®n y nadie le ha regalado nada. "Rajoy es mucho menos predecible que Aznar, sobre todo, porque pocas veces ha dicho lo que pensaba. As¨ª que si gana, lo mismo da una sorpresa", asegura un buen amigo suyo. Eso s¨ª, "imposible adivinar en qu¨¦ sentido".
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