Papeles
El viernes pasado se celebr¨® en Almer¨ªa el 514 aniversario de la toma de la ciudad por los Reyes Cat¨®licos y la entrega del pend¨®n a la ciudad. La cosa consiste en colocar el pend¨®n en el balc¨®n principal del ayuntamiento. Al poco rato llegan las autoridades de la ciudad acompa?adas de la Polic¨ªa Municipal. El alcalde las recibe, y a continuaci¨®n entrega el pend¨®n al concejal m¨¢s joven del Ayuntamiento (que en este caso era concejala) mientras proclama un solemne juramento: que entrega la ciudad a los Reyes Cat¨®licos por la integraci¨®n de los pueblos o algo as¨ª. No puede faltar, naturalmente, dado el car¨¢cter laico de nuestras instituciones, una santa misa en la catedral y un paseo en procesi¨®n del pend¨®n por el centro hist¨®rico de la ciudad. Aunque Luis Rogelio Rodr¨ªguez Comendador, alcalde de Almer¨ªa, estuvo muy convincente como ?rey moro?, sugiero que el pr¨®ximo a?o le ofrezcamos este papel a un inmigrante marroqu¨ª. Comendador le entreg¨® el pend¨®n a Pilar Navarro, del PSOE, que hizo las veces de Reyes Cat¨®licos. Pese al entusiasmo de los actores, el espect¨¢culo qued¨® deslucido por la poca afluencia de p¨²blico. Claro, son 514 a?os haciendo lo mismo.
Almer¨ªa fue la ¨²ltima parte de Espa?a en ser reconquistada. As¨ª que la marca Espa?a, como dir¨ªa Aznar, tiene poco m¨¢s de 500 a?os. Nada, si lo comparamos con los 3.000 de Sevilla. La verdad es que somos un pa¨ªs joven. Con s¨®lo cinco siglos de vida, da como verg¨¹enza hablar de la sagrada unidad de Espa?a. Claro, por eso a la "conquista" se le llama "reconquista": como queriendo indicar que Espa?a siempre ha sido Espa?a, incluso con los hombres de Atapuerca. Pero la espa?olidad no es un elemento natural que haya nacido como el H2O con el planeta Tierra, sino el resultado de una larga campa?a militar y de un matrimonio por conveniencia.
Espa?a invertebrada, de Ortega y Gasset, sigue siendo, con sus defectos, una lectura recomendable. Especialmente en los tiempos que corren. La tesis es que hubo un tiempo en que la "libre asociaci¨®n" de los reinos que constituyeron la corona espa?ola fue rentable y extremadamente ventajosa para sus componentes. Todos ellos tiraban de un carro pol¨ªtico y econ¨®mico que les interesaba, y el invento funcion¨® eficazmente durante un par de siglos. El entusiasmo com¨²n de pol¨ªticos y ciudadanos por el proyecto hizo que el nuevo pa¨ªs se convirtiera en una superpotencia econ¨®mica. Por razones de diversa ¨ªndole esa coalici¨®n de coronas dej¨® de funcionar, y si para las regiones m¨¢s pobres aquella uni¨®n segu¨ªa siendo ventajosa, para las m¨¢s ricas la pertenencia a la marca empez¨® a sentirse como un lastre. Y en ese tira y afloja entre los que quieren quedarse y quienes prefieren irse estamos todav¨ªa.
Las ideas de Maragall sobre la reforma del estatuto y el modelo de financiaci¨®n son coherentes con este proceso de amor, desamor y conveniencia. Otra cosa es que sean hist¨®ricamente justas. Lo que no se entiende en este "drama" es el papel que le han dado al presidente de la pobretona regi¨®n de Andaluc¨ªa, que tiene que defender con ardor un modelo de financiaci¨®n sumamente interesante para las zonas ricas.
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