Caperucita tendr¨¢ que ir descubierta
Escondido en el cuento, antrop¨®logas y psic¨®logas francesas como Yvonne Verdier, Caroline Eliacheff y Nathalie Heinich hace ya un tiempo descubrieron lo que la tradici¨®n escrita hab¨ªa transformado respecto a la oral: el interlocutor principal de la ni?a en realidad no es el lobo, sino la abuela; el centro no es el enfrentamiento con la sexualidad masculina, sino la relaci¨®n entre generaciones, en este caso de mujeres. Pobre Caperucita Roja, pues en Francia la pr¨®xima ley sobre el laicismo podr¨ªa acabar oblig¨¢ndola a ir con la cabeza descubierta.
Pues ?no estamos hablando de un mito? Si viene a cuento el cuento es porque el Gobierno franc¨¦s se est¨¢ equivocando de objetivo. Y el resultado puede ser agravar unos problemas en vez de resolverlos o simplemente conllevarlos. La Comisi¨®n Stasi hizo un buen informe, pero con conclusiones m¨¢s que discutibles. El problema que puede suponer que j¨®venes musulmanas lleven foulard (yihab) o algunos jud¨ªos kippa en la escuela p¨²blica no se resuelve a golpe de leyes.
En nombre del laicismo (aunque en Francia m¨¢s de un 20% de la escuela financiada por fondos p¨²blicos es religiosa) Chirac pretende por ley prohibir los signos religiosos ostensibles en la escuela p¨²blica (?Por qu¨¦ no en la Universidad? Porque sabe que ser¨ªa imposible). La medida ser¨¢ desigual: afecta a las chicas entre los musulmanes. No a los varones. Estas chicas suelen ser menores de edad y en este sentido puede que la Rep¨²blica francesa les tenga que proteger frente a sus madres y a sus abuelas. O, por actualizar el cuento, de sus padres o, m¨¢s a¨²n, de sus hermanos. En Francia aumenta el n¨²mero de mujeres de origen ¨¢rabe que se casan con franceses de toda la vida para huir de la presi¨®n de sus familias. La lucha de la Rep¨²blica contra el velo deber¨ªa estar dirigida a proteger a las caperucitas inmigradas a trav¨¦s de una labor educativa y social tambi¨¦n de sus padres, madres, hermanos y abuelas.
El Informe Stasi se?ala correctamente que el laicismo que est¨¢ en la base de la Rep¨²blica francesa tiene un doble origen: la guerra de las religiones -pero era otra guerra, entre cristianos- y el hecho de que se intentaba as¨ª escapar a una Iglesia cat¨®lica asfixiante y retr¨®grada. Pero hoy Francia, y el resto de Europa, ya no vive una lucha entre cristianos y/o laicos. La cuesti¨®n actual no es ¨¦sa, sino el grado de aceptaci¨®n en Europa del hecho musulm¨¢n. Pero, ?estamos hablando de religiones o m¨¢s bien culturas, confundiendo lo ¨¢rabe y lo musulm¨¢n? No es lo mismo, aunque tenga mucho de lo mismo. Cuando tanta gente se casa aqu¨ª por la Iglesia o celebra primeras (y muchas veces ¨²ltimas) comuniones, ?estamos acaso ante un rebrote religioso, que el Gobierno del PP quiere imponer v¨ªa asignatura obligatoria y puntuable? No. Europa, con Francia a la cabeza, seguida de Gran Breta?a, es quiz¨¢s la regi¨®n m¨¢s descre¨ªda y menos religiosa de todo el mundo. Pero estamos ante ritos con los que la res p¨²blica no ha sabido competir.
Al menos en sus prop¨®sitos, el presidente franc¨¦s, Jacques Chirac, ha omitido lo que tambi¨¦n recomendaba prohibir el citado informe: los signos pol¨ªticos. Pero con esa nueva presi¨®n, el velo se puede convertir en un signo de resistencia pol¨ªtica y social ante la cultura local. Y la prohibici¨®n de la kippa en la escuela p¨²blica puede alimentar el rebrote del antisemitismo en Francia. Lo que est¨¢ ocurriendo con la inmigraci¨®n va a cambiar muchas cosas, para todos: para los inmigrantes y para los pa¨ªses de acogida. El anterior Gobierno, el de la izquierda plural de Lionel Jospin, nunca quiso legislar en esta materia, sino abordarla con sentido com¨²n.
Pero ahora quien parece dictar la agenda en estos temas no es el Gobierno de Chirac o la Comisi¨®n Stasi, sino el gran contaminador de la pol¨ªtica francesa: Jean Marie Le Pen, seguramente, desde la derecha extrema, un gran admirador de la versi¨®n escrita masculina que sit¨²a al lobo en el centro del cuento de Perrault.
aortega@elpais.es
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