De la calle al estudio de grabaci¨®n
M¨²sicos callejeros rumanos graban su primer CD gracias a Carlos Zubiaga, de El Consorcio, que les oy¨® tocar en Bilbao
Desde hace varios d¨ªas, las notas del dulce swing de Nueva Orl¨¦ans se escuchan en la Gran V¨ªa de Bilbao de la mano de una banda callejera especial, los Gypsy Swing, seis m¨²sicos procedentes de Ruman¨ªa que han visto como, de repente, la suerte parece haberse aliado con sus vidas. Dos acordeones, un saxo, un clarinete, una guitarra y un sencillo teclado constituyen su bagaje instrumental para recordar las notas del virtuoso Django Reinhardt, considerado el mejor guitarra de jazz de los a?os 30, y al que un Sean Pean envidioso se refer¨ªa como "ese gitano de Francia", en su interpretaci¨®n de Emmett Ray, otro de los grandes, en la pel¨ªcula de Woody Allen, Acordes y Desacuerdos.
Cientos de transe¨²ntes pasan todas las tardes por delante de la banda. Algunos miran de soslayo y corren para protegerse de la lluvia o lanzarse a las compras; otros se detienen para deleitarse con las notas y echar una moneda. Giovanni Galucci, Paul Karaian, Soria Roman, Florin Gugulica, Marion Badoi y Lionen Chulin, entre los 27 y 45 a?os, siempre siguen tocando.
Hace varios d¨ªas, uno de esos paseantes fue Carlos Zubiaga, antiguo componente de Mocedades y actualmente integrante de El Consorcio. "Me qued¨¦ pasmado. Me sent¨¦ un rato a escucharles. Me parecieron buen¨ªsimos. Diferentes. Hac¨ªan una m¨²sica que aqu¨ª se oye poco, gypsy jazz", explica con cierta timidez porque huye de parecer "el rey mago" de las navidades. "?Para una obra buena que hago al a?o!", comenta.
Tras media hora de deleite y 20 euros para los artistas, como relata Galucci, hijo de madre rumana y padre italiano, Zubiaga pregunt¨® a la banda si dispon¨ªan de un CD con sus canciones. La respuesta fue no. ?C¨®mo va poder costearse ese lujo un grupo de inmigrantes que comparten piso en Santurtzi y se ganan la vida de ciudad en ciudad y calle en calle? Casi todos tienen a sus familias en Budapest, salvo el guitarra Karaian, que acaba de ser padre el d¨ªa de Navidad, y ya tiene dos hijas espa?olas.
En Ruman¨ªa, ense?aban m¨²sica y tocaban en orquestas. Ten¨ªan ¨¦xito. Pero tuvieron que emigrar. ?Los motivos de la marcha? "?Econ¨®micos? ?Pol¨ªticos?" Prefieren soslayar la respuesta, no dar explicaciones. Lo que quieren es vivir de la m¨²sica. No les gusta la calle porque "es muy duro" y s¨®lo buscan que su vida mejore.
Como si de un hacedor de sue?os se tratara, Zubiaga puso a su disposici¨®n su estudio de grabaci¨®n y les explic¨® d¨®nde pod¨ªan hacer copias al mejor coste. Esto sucedi¨® el pasado 23 de diciembre, martes, y el 28, domingo, tras haber tocado esa ma?ana en Castro, la banda se reuni¨® en el estudio T¨ªo Pete, en Urduliz, y en menos de cuatro horas, grabaron una decena de canciones. "Nos ha quedado muy bien. Un poco de gypsy, jazz, y algo de folclore rumano. Tener un disco era nuestra gran ilusi¨®n. Y, lo hemos conseguido".
Quiz¨¢ ese swing mel¨®dico de Las hojas muertas, su canci¨®n bandera, llegue a competir con el ¨²ltimo disco de El Consorcio, Desde el coraz¨®n de M¨¦xico.
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