El oso y el puercoesp¨ªn
La coz del congresista republicano de Florida John Mica durante su reuni¨®n con la ex secretaria (ministra) de Relaciones Exteriores mexicana, Rosario Green, a principios del a?o 1999 abochorn¨® al embajador de Estados Unidos, Jeffrey Davidow, que no sab¨ªa si tirar un l¨¢piz al suelo y pasar varios minutos busc¨¢ndolo debajo de la mesa o aparentar un violento ataque de tos y abandonar la sala.
"Yo s¨®lo estoy tratando de ayudar a que se salve su maldito pa¨ªs", le espet¨® Mica a Green, del Partido Revolucionario Institucional (PRI), despu¨¦s de escuchar su exposici¨®n sobre los esfuerzos de M¨¦xico contra el narcotr¨¢fico. El congresista le hizo saber que no le cre¨ªa una sola palabra. A continuaci¨®n, enrojecido de ira, solt¨® la coz.
No fue el 11-S lo que par¨® el acuerdo migratorio entre EE UU y M¨¦xico, sino los problemas pr¨¢cticos y pol¨ªticos que plantea el marco legal de EE UU
Los prejuicios marcan la relaci¨®n bilateral; EE UU padece de ignorancia y arrogancia, y M¨¦xico tiene un conocimiento parcial o distorsionado de EE UU
"La burra no era arisca, los palos la hicieron", suele decirse. M¨¦xico recibi¨® muchos palos de Estados Unidos, perdi¨® la mitad de su territorio durante la guerra de 1847, el antigringuismo es frecuentemente herramienta pol¨ªtica y las relaciones bilaterales han sido siempre complejas y tirantes. El embajador norteamericano en M¨¦xico durante el periodo 1998-2000 lo atestigua en su libro El oso y el puercoesp¨ªn (Grijalbo). La corrupci¨®n, las torpezas oficiales y el avance de los carteles "me hicieron recordar a Mica. Sus modales fueron terribles, no as¨ª su mensaje, basado en la frustraci¨®n que yo a veces compart¨ªa", escribe Davidow, miembro del servicio diplom¨¢tico de Estados Unidos desde 1996. Lo ha abandonado para incorporarse a la vida acad¨¦mica.
Ignorar al vecino
Estados Unidos, que comparte 3.200 kil¨®metros de frontera con M¨¦xico, "no tiene intenci¨®n de infligir da?o a M¨¦xico. En realidad, el mayor da?o que hace es ignorar a su vecino o -para llevar la met¨¢fora al l¨ªmite- entrar en periodos prolongados de hibernaci¨®n, en los cuales, en forma insultante, presta poca o ninguna atenci¨®n". El ex embajador desmonta la creencia de que los atentados terroristas del 11 de septiembre del a?o 2001 arrumbaron las conversaciones migratorias bilaterales, en las que el Gobierno de Vicente Fox pretend¨ªa la progresiva legalizaci¨®n de cerca de cinco millones de compatriotas indocumentados en el norte.
La "enchilada completa", todo o nada, tal como sol¨ªa referir el ex canciller Jorge Casta?eda a las expectativas mexicanas sobre las conversaciones migratorias, s¨®lo fue un patri¨®tico voluntarismo del acad¨¦mico que renunci¨® a la secretar¨ªa en enero del a?o pasado. Casta?eda pugn¨® por imponer el tema migratorio en la agenda norteamericana, pero nunca hubo "negociaciones", sino "conversaciones" o "discusiones" informales, dice Davidow. El acuerdo no era factible. El fracaso debe atribuirse a factores pol¨ªticos que los presidentes Vicente Fox y George W. Bush no previeron en su reuni¨®n del a?o 2001 en el rancho San Crist¨®bal, de Guanajuato. "Fueron ingenuos; no estaban conscientes de los l¨ªmites de su propio poder", se?ala el autor.
El 11-S interrumpi¨® las discusiones sobre migraci¨®n porque EE UU desvi¨® su atenci¨®n hacia otros asuntos, pero aquellos que sostienen que el acuerdo se habr¨ªa concretado pronto si los terroristas no hubieran actuado est¨¢n equivocados, seg¨²n el ex embajador. No fue Al Qaeda quien detuvo el impulso de Guanajuato, sino los problemas pol¨ªticos y pr¨¢cticos que hacen de la ley migratoria una de las ¨¢reas m¨¢s dif¨ªciles y controvertidas del marco legal estadounidense. "Es un campo minado para la pol¨ªtica nacional, de modo que no propicia la negociaci¨®n f¨¢cil con un pa¨ªs extranjero".
Los prejuicios y la desinformaci¨®n marcan la relaci¨®n bilateral porque "EE UU padece de ignorancia y arrogancia, y M¨¦xico se distingue igualmente por un conocimiento parcial o distorsionado de EE UU". Davidow trabaj¨® con cuatro presidentes, dos norteamericanos y dos mexicanos, y vivi¨® la alternancia del a?o 2000 en M¨¦xico. La tibia reacci¨®n del vecino sure?o cuando el 11-S disgust¨® profundamente a Washington. Su embajador entonces puede decirlo ahora: "Todo lo que necesit¨¢bamos era un gesto de compasi¨®n. Un tradicional abrazo mexicano hubiera bastado. Confinados como estaban en sus propios complejos y juegos pol¨ªticos, fueron incapaces de darlo".
Casta?eda intent¨® conseguir de Vicente Fox un resuelto gesto de solidaridad con EE UU: un minuto de silencio durante el tradicional grito de la independencia mexicana del 15 de septiembre. El secretario de Gobernaci¨®n, Santiago Creel, a quien Davidow imputa "el mal de la ret¨®rica mexicana tradicional", habr¨ªa encabezado la oposici¨®n a esa idea, argumentando que Estados Unidos se ver¨ªa mezclado en el acontecimiento patri¨®tico m¨¢s sagrado de M¨¦xico, y Fox hubiera quedado como un sumiso adulador de los gringos. "El mezquino debate pol¨ªtico y la disputa en el interior del Gobierno continuaron casi dos semanas".
Asesinato
Menos de un mes despu¨¦s, Bush recibi¨® a Fox en la Oficina Oval "sin el lenguaje del viejo amigo de Tejas que hab¨ªa marcado su ¨²ltima conversaci¨®n". El oso y el puercoesp¨ªn cuenta que el ex gobernador de Puebla y actual senador del PRI Manuel Bartlett, adalid de la movilizaci¨®n contra la apertura del sector el¨¦ctrico a la inversi¨®n extranjera, "mantuvo negociaciones subrepticias con el Departamento de Justicia de Estados Unidos" acerca de la citaci¨®n para declarar ante un jurado de California sobre el asesinato del agente antinarc¨®ticos Enrique Camarena en 1985. "Algunos" en Washington lo consideraban sospechoso. Se le ofreci¨®, afirma Davidow, "la oportunidad de ir a Los ?ngeles y dar su testimonio, con la garant¨ªa de que, sin importar lo que revelara en la comparecencia, se le permitir¨ªa regresar a M¨¦xico". Bartlett rechaz¨® la oferta. Narra tambi¨¦n que los candidatos presidenciales en las generales del a?o 2000, Fox y Francisco Labastida, pidieron reunirse con el presidente Bill Clinton sin conseguirlo.
La valoraci¨®n del ganador de aquellas elecciones es ¨¦sta: "Para Vicente Fox result¨® m¨¢s sencillo convertirse en presidente de M¨¦xico que serlo. La euforia que sigui¨® a su victoria electoral... comenz¨® a evaporarse r¨¢pidamente, y unos cuantos meses despu¨¦s de su toma de posesi¨®n, los analistas period¨ªsticos y otras personas empezaron a expresar su insatisfacci¨®n con el Gobierno foxista. Hombre c¨¢lido y obviamente bienintencionado, Fox mantuvo un alto nivel de popularidad en las encuestas de opini¨®n, pero estaba cada vez m¨¢s claro que no pod¨ªa cumplir sus promesas de cambio. Poco a poco, la desilusi¨®n comenz¨® a profundizarse."
A vueltas con Fidel Castro
EL LIBRO REVELA que Fidel Castro convenci¨® a Ernesto Zedillo (1994-2000, PRI), sentados en la fila trasera de un autob¨²s, de que M¨¦xico no aprobara una resoluci¨®n contra Cuba en la Comisi¨®n de Derechos Humanos de Naciones Unidas, patrocinada por Estados Unidos. Washington protest¨® por la abstenci¨®n de M¨¦xico en las votaciones y "Zedillo culp¨® del desastre a sus subordinados", concretamente a Rosario Green.
Jeffrey Davidow intent¨®, sin lograrlo, el acercamiento a los disidentes y el activismo anticastrista de Ricardo Pascoe, ex trotskista, miembro del Partido de la Revoluci¨®n Democr¨¢tica (PRD), izquierda. "No logr¨¦ disuadirlo de su idea de que la pol¨ªtica de Estados Unidos ante Cuba resulta contraproducente. Me qued¨¦ con la impresi¨®n de que no har¨ªa nada para modificar la pol¨ªtica tradicional que hab¨ªa mantenido M¨¦xico, de solidaridad con Fidel Castro, m¨¢s que con el pueblo cubano".
Davidow revela tambi¨¦n que su Gobierno inform¨® a M¨¦xico sobre la asistencia del presidente George W. Bush a la Cumbre sobre Desarrollo de la ONU del a?o 2000, fuera o no fuera Fidel Castro, pero pidi¨® que se evitara la coincidencia de los dos gobernantes en alguna de las reuniones del foro.
El voto contra La Habana en la Comisi¨®n de Derechos Humanos llev¨® a la difusi¨®n de una conversaci¨®n telef¨®nica entre Fox y Castro en la que el presidente mexicano, contrariamente a lo manifestado hasta entonces, pon¨ªa l¨ªmites a la estancia del cubano en Monterrey.
Seg¨²n Davidow, el presidente y su ex secretario de Relaciones Exteriores, Jorge Casta?eda, cometieron dos errores: primero, en su respuesta a Castro sobre su cambio de planes y, luego, ocultar la conversaci¨®n telef¨®nica.
La cinta probaba "que Fox hab¨ªa mentido al afirmar ante la prensa que nunca presion¨® a Castro para que partiera de Monterrey antes de lo previsto. A¨²n m¨¢s, todo parec¨ªa indicar que hab¨ªa mentido por servilismo a Estados Unidos. Dif¨ªcilmente cabr¨ªa imaginar una combinaci¨®n m¨¢s nefasta para un pol¨ªtico mexicano, la cual proporcion¨® m¨¢s material para las cr¨ªticas de la oposici¨®n".
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