Una expulsi¨®n frena la reacci¨®n del Alav¨¦s
Amenazaba con venirse arriba el Alav¨¦s en un partido plomizo, como corresponde a esta Copa del Rey, cuando dos jugadas dinamitaron cualquier reacci¨®n vitoriana. Ejecut¨® un precioso cabezazo Vucko, que Bizarri palme¨® cuando se dirig¨ªa a la cruceta y, en la acci¨®n inmediata, Daud¨¦n, el ¨¢rbitro, se hizo presente. Se dispon¨ªa a sacar el portero y Otxoa pas¨® a su lado sin molestarle, sin hacer nada con pinta de antirreglamentario. Algo debi¨® ver o escuchar Daud¨¦n. Algo delictivo, se entiende, pues presto aire¨® la tarjeta roja ante los ojos del incr¨¦ulo Otxoa. Hasta entonces, el Alav¨¦s hab¨ªa aguantado con firmeza a un rival, el Valladolid, que arriesg¨® lo justo, amparado en un marcador que dejaba todo pendiente del partido de vuelta.
ALAV?S 0 - VALLADOLID 0
Alav¨¦s: Juan Pablo; Coira, T¨¦llez, Otxoa, Sietes (Andrea, m. 46); Astudillo, Nacho, Pablo, ?ngel; Kiko (Edu Alonso, m. 61) y Vucko (Rub¨¦n NAvarro, m. 78).
Valladolid: Bizarri; Jonathan, Pe?a, Julio C¨¦sar, Marcos; Ricchetti, Sousa (Xavi Mor¨¦, m. 86); Sales, ?scar (Losada, m. 76), ?scar S¨¢nchez (Jes¨²s, m. 70); y Makukula.
?rbitro: Daud¨¦n Ib¨¢?ez. Expuls¨® por doble amonestaci¨®n a Otxoa (m. 70). Amonest¨® a Sietes, Pablo, Jonathan y Marcos.
Unos 8.000 espectadores en Mendizorroza.
Los dos equipos se tomaron el choque como lo que era: un engorro en un ambiente g¨¦lido. Expectante andaba el uno a la espera de lo que hiciera el otro, y el otro a lo que hiciera el uno, y esperando se hubieran pasado la noche entera si ?scar no manda un envenenado disparo abajo, que Juan Pablo despej¨® con agilidad.
Fue el meta del Alav¨¦s el protagonista del choque. Lo fue, al menos, hasta que Daud¨¦n se arrog¨® ese papel. Desbarat¨® las contadas ocasiones vallisoletanas, am¨¦n de pifiarla en un par de acciones de aspecto c¨®mico. Como en aquel pase que dio en corto, y que no habr¨ªa tenido nada de particular de no ser porque su destinatario fue Ricchetti, jugador rival, que a punto estuvo de marcar.
Buscaba el Valladolid a Makukula, pero se encontr¨® el portugu¨¦s con la horma de su zapato. Dando como da la sensaci¨®n de que este hombre unas veces salta y otras embiste, lo mejor que le pudo pasar al Alav¨¦s es que frente a ¨¦l se plantara T¨¦llez, futbolista de corte no precisamente acad¨¦mico, que aguant¨® el tipo. Por si acaso, en su auxilio acudi¨® Otxoa, el mismo que mediado el segundo tiempo pas¨® cerca de Bizarri y, quiz¨¢ por toser, fue expulsado. Sacaba por entonces las alas el hasta entonces timorato Alav¨¦s, pero Daud¨¦n se las cort¨® de golpe.
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