Dolores
A una ministra le duele Espa?a, as¨ª, en general, como a Unamuno y al 98 en pleno. A Aznar le duele Euskadi y llor¨® el viernes en Vitoria. Rajoy gime por Catalu?a con un ojo, y por el Pa¨ªs Vasco con el otro. Fraga lloriquea compulsivamente por cualquier nimiedad. El rey Juan Carlos y la reina Sof¨ªa lloran tambi¨¦n, pero siempre por motivos estrictamente serios o entra?ablemente humanos. A Gallard¨®n le duelen (o acaso le divierten y llora de risa) los extrav¨ªos de Esperanza Aguirre, y viceversa. El clero sigue empecinado con el dolor de los pecados. Hay cierto aroma masoquista en el ambiente. "?Ay, qu¨¦ dolor!", pregonan Los Chunguitos. A quien no le duela algo, que san Pedro se la bendiga, dicho sea sin se?alar.
-?Qu¨¦ le duele a Madrid?
-Pues mire usted, se?ora m¨ªa, ¨¦sta es una urbe achacosa aquejada de dolencias f¨ªsicas, metaf¨ªsicas y estructurales. Pero lo que m¨¢s nos duele en estos momentos es el precio de la humilde patata: el a?o pasado fue la hortaliza que m¨¢s se disparat¨® en nuestra regi¨®n, con una subida del 169,9%, seg¨²n datos de Mercamadrid. Nos queda el incierto consuelo de que bajaron los bogavantes y el percebe.
Se puede concebir un mundo sin deidades, sin bogavantes, incluso, pero no sin patatas, ciudadanos. De todo lo cual se colige que algo funciona mal en este preciso momento. Eso de la sociedad del bienestar, magnificada desde el poder, es un camelo, el timo del nazareno. Nos est¨¢n machacando. Un dato siniestro: la vivienda ha subido casi un triple que los salarios desde 1985. Ya no se trata s¨®lo del barrio de Salamanca y similares. Los pueblos m¨¢s castigados de la regi¨®n son Fuenlabrada, M¨®stoles y Alcorc¨®n. La sociedad del bienestar consiste en que el 57% de las familias las pasen canutas para llegar a fin de mes. Que venga Dios y lo vea.
Madrid tiene que aprender de Barcelona en todos los sentidos, incluida la imaginaci¨®n y las expectativas sociales, pol¨ªticas y culturales. Ya nos est¨¢ empezando a doler la entrepierna. Eso te lo digo yo, el hijo de do?a Dolores.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.