Sanciones y seguridad vial
Como sucede de tiempo en tiempo el problema de la seguridad vial, presentado en t¨¦rminos de accidentalidad las m¨¢s de las veces, ha pasado a ocupar un modesto lugar en la atenci¨®n de los medios de comunicaci¨®n, y no sin buenas razones: el tr¨¢fico es la primera causa de muerte por debajo de los 35 a?os y caus¨® el pasado a?o algo m¨¢s de cuatro mil muertos, aunque sus costes son mayores si consideramos adem¨¢s los heridos e inv¨¢lidos que produce, o los a?os de vida de que nos priva, como gusta se?alar Luis Montoro. Como viene sucediendo desde que guardo memoria la respuesta standard al problema pasa b¨¢sicamente por la mixtura entre propaganda y aumento de las sanciones, mixtura caracterizada por los ¨¦xitos a corto plazo y la ineficacia a medio y largo plazo, seg¨²n la experiencia viene acreditando. En la pr¨¢ctica, no obstante, la pol¨ªtica en la materia no descansa tanto en los mecanismos y medidas de orden preventivo cuanto en el r¨¦gimen sancionador. Para ser exacto la pol¨ªtica de seguridad vial es fundamentalmente el r¨¦gimen sancionador en lo que a las administraciones locales afecta, y es la primera y m¨¢s importante pieza para la DGT, de lo cual es buena prueba la reciente queja de su titular acerca de la lenidad del sistema de sanciones existente en nuestro pa¨ªs por raz¨®n de un mal entendido garantismo. No es de extra?ar que sus frutos sean magros.
Para cualquier conocedor del tema es un secreto a voces que la variante principal en la materia es la existencia de una difundida conciencia de uso del autom¨®vil. Si la siniestralidad es m¨¢s baja en el Reino Unido o en los pa¨ªses n¨®rdicos que en los del sur de Europa la raz¨®n primaria es bien simple: los primeros llevan entre una y dos generaciones de ventaja en el uso del autom¨®vil a los segundos, de tal modo que en los primeros esa cultura del autom¨®vil genera un "sentido com¨²n" en el uso de los veh¨ªculos que en los segundos a¨²n est¨¢ en proceso de formaci¨®n y adquisici¨®n. Si en Suecia son raros los fallecidos en accidentes de tr¨¢fico por no usar el cintur¨®n se debe a que all¨ª a casi nadie se le ocurre circular sin el mismo puesto, no porque las sanciones sean m¨¢s severas (que lo son). La cuesti¨®n clave es una cuesti¨®n de mentalidad y formaci¨®n, y ¨¦sa es, precisamente, la parcela que no ocupa la primera prioridad en la pol¨ªtica de seguridad vial de nuestras administraciones p¨²blicas. Claro que la formaci¨®n es un proceso largo y silencioso que no permite colgarse medallas por dr¨¢sticas ca¨ªdas de la siniestralidad ni convocar cruzadas contra los accidentes. Que no tiene apenas rentabilidad pol¨ªtica, vamos.
Lo anterior no significa que la pol¨ªtica del garrote sea est¨¦ril, de hecho la combinaci¨®n entre la experiencia creciente de los usuarios y un r¨¦gimen sancionador cada vez m¨¢s exigente est¨¢ produciendo una lenta y constante ca¨ªda de la siniestralidad, medida como se debe medir, es decir en porcentaje sobre veh¨ªculos/km anuales. Lo malo de la pol¨ªtica actual es que da prioridad a lo accesorio sobre lo fundamental, en que se trata de una pol¨ªtica en la que el r¨¦gimen sancionador no es la cl¨¢usula de cierre de un cat¨¢logo de medidas de prevenci¨®n y disuasi¨®n, que es para lo que las sanciones est¨¢n pensadas y para lo que b¨¢sicamente sirven, sino m¨¢s bien es el instrumento principal de la pol¨ªtica, para lo cual es manifiestamente inapropiado. Y, al tiempo de su escasa adecuaci¨®n, la centralidad que se otorga al r¨¦gimen sancionador oblitera el debate sobre otro tipo de medidas menos vistosas pero a la larga m¨¢s eficaces. Parece mentira que hayan pasado trece a?os desde que los senadores Arenas, Liso y el que suscribe propusi¨¦ramos que hubiera una disciplina de seguridad vial en el sistema de ense?anza, en lo que no fuimos atendidos por razones que los dirigentes pol¨ªticos de entonces, y de despu¨¦s, debieran explicar. Ni siquiera la t¨ªmida propuesta de introducir contenidos de seguridad vial en la ense?anza que conseguimos "pasar" ha tenido aceptaci¨®n relevante.
Mientras tanto seguimos sin saber exactamente qu¨¦ factores inciden en la siniestralidad, ni en qu¨¦ grado, sencillamente porque nadie se ha propuesto hacer lo primero que hay que hacer: montar un sistema eficiente de investigaci¨®n cient¨ªfica sobre la materia. Si no fuera por los paliativos que algunas iniciativas, sobre todo acad¨¦micas, han conseguido introducir y de la labor de algunos pioneros, como Montoro, y alguna iniciativa del sector del seguro a¨²n sabr¨ªamos menos de lo que sabemos. Desgraciadamente esa batalla la perdimos Arenas y yo. Hay que viajar a Inglaterra para contar con un centro especializado. Claro que eso supon¨ªa invertir alrededor de quinientos millones de euros y, evidentemente, hay otras prioridades de gasto. Mientras tanto seguimos diciendo obviedades, como que las carreteras con doble calzada y separaci¨®n son m¨¢s seguras o la velocidad es un factor de riesgo. Por no hacer ni siquiera se ha hecho algo tan elemental como integrar en la competencia de la administraci¨®n competente en materia de tr¨¢fico la se?alizaci¨®n de las v¨ªas. Como usuario semanal de una de ellas en la que la ¨²ltima mejora ha ubicado una raya continua en casi toda la v¨ªa, manteniendo eso s¨ª la se?alizaci¨®n vertical anterior con sus prohibiciones de adelantar y sus placas de fin de prohibici¨®n, no puedo dejar de darle la raz¨®n al se?or Mu?oz. Aunque eso s¨ª, en justa compensaci¨®n siguen igualmente las placas de velocidad m¨¢xima de 60 km./h. puestas cuando conduc¨ªa el 600 de mi padre.
Porque la primac¨ªa dada al r¨¦gimen sancionador tiene en s¨ª misma un efecto perverso: la centralidad del mismo conduce necesariamente al abuso (es un abuso) y en esa medida acaba por deslegitimarlo a los ojos de sus destinatarios, con lo que a la postre desaparece la mayor parte de su eficacia. Por eso el r¨¦gimen sigue una espiral sancionadora ascendente. Por eso y porque a pesar de que se sabe que disuade m¨¢s un coche policial con distintivos, que por ello es m¨¢s eficaz en cuanto previene, se usan veh¨ªculos sin distintivos para cazar al infractor, no puede decirse que la credibilidad de la pol¨ªtica de tr¨¢fico sea muy alta, a los ojos de los usuarios al menos. No es de esperar que a la pieza le convenza un r¨¦gimen sancionador basado en el principio de la caza.
Manuel Mart¨ªnez Sospedra. Ex presidente de la Comisi¨®n de Investigaci¨®n sobre Seguridad Vial del Senado.
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