El imperio en la sombra de los tenderos alemanes
Las cuentas y los due?os de Lidl, Aldi,y Schlecker son un misterio
En Espa?a, la cadena Dia resiste el tipo, pero en el resto de Europa el avance de los grupos de distribuci¨®n alemanes especializados en descuentos, como Lidl, Schlecker y Aldi, es imparable. Sus propietarios, multimillonarios todos, no dan la cara. No aparecen en televisi¨®n, no conceden entrevistas y muy pocos, entre sus decenas de miles de clientes y empleados, les conocen f¨ªsicamente o han visto una foto suya. La falta de transparencia es una de las claves de su negocio.
'Forbes' estima la fortuna del due?o de Aldi en 21.000 millones de euros, riqueza s¨®lo superada en el mundo por Bill Gates y Warren Buffett
Lidl y Schlecker tienen, al margen de su opacidad, otra cosa en com¨²n: sus p¨¦simas relaciones laborales y su rechazo a sindicatos y comit¨¦s
Su nombre, Dieter Schwarz, dice m¨¢s a quienes a?o tras a?o tratan de descifrar su fortuna cuando elaboran las listas de los hombres m¨¢s ricos del planeta que a los ciudadanos de a pie, esos mismos que regularmente acuden a sus tiendas Lidl para ahorrarse unos c¨¦ntimos. No aparece en televisi¨®n, ni da entrevistas. De ¨¦l circula una ¨²nica foto. Su vasto reino de m¨¢s de 5.000 tiendas de descuento se extiende por 14 pa¨ªses. Bajo su vigilancia y con escasa representaci¨®n sindical, sus 80.000 empleados facturan 16.000 millones de euros al a?o. Son estimaciones. No hay gabinete de prensa que las confirme o desmienta. Schwarz y Lidl son una inc¨®gnita.
De nada sirve, tampoco, acudir a su lugar de residencia, Heilbronn, o a la vecina Neckarsulm, donde Lidl tiene su sede. La ¨²ltima que lo ha intentado es Karin Steinberger, periodista del S¨¹d-deutsche Zeitung. "El acercamiento al imperio de Schwarz es agotador: secretarias y m¨¢s secretarias que lo ¨²nico que dicen es que no dir¨¢n nada", recuerda. Tampoco se quieren pronunciar aquellos que por fuerza deben conocer a este empresario y ocasional mecenas de 64 a?os: el cura, los vecinos, los pol¨ªticos. Los esfuerzos por preservar su anonimato son sagrados.
M¨¢s de lo mismo sucede en Ehingen, desde donde los esposos Anton y Christa Schlecker dirigen una cadena de droguer¨ªas de descuento con 12.150 sucursales que en 2001 factur¨® 6.200 millones de euros. O en Bredeney, un barrio gris y nada portentoso de Essen, donde residen Karl y Theo Albrecht, dos hermanos que en los a?os sesenta echaron a rodar esta rueda de la fortuna y acabaron por acostumbrar a los alemanes a comprar productos de marca blanca en sus tiendas Aldi. La revista Forbes estima su fortuna en 21.000 millones de euros y les otorga un tercer puesto en el ranking de ricos, tras Bill Gates y Warren E. Buffett.
Cuentas de la lechera
Son cuentas de lechera, por supuesto, pero es que tambi¨¦n los Albrecht son un misterio. El ¨²nico que no es tan opaco es Erivan Haub, patriarca de Tengelmann, que junto a sus hijos Karl-Erivan y Christian, controla los supermercados Plus y de cuando en cuando aparece en p¨²blico, con reivindicaciones ecol¨®gicas, incluso.
En parte, la discreci¨®n se explica por el miedo a los secuestros. Albrecht, en 1971, y los dos hijos de Schlecker, en 1987, los sufrieron. Sus familias tuvieron que pagar millones de marcos en rescates.
"?ste es un factor, s¨ª. Pero tambi¨¦n es cierto que otros ricos saben manejar este peligro. Yo creo que la opacidad se explica por la personalidad de estos empresarios", dice Herbert Kuhn, quien observa el sector para la consultora M+M Eurodata, de Francfort.
En cierta forma, no han dejado de ser los peque?os y ahorrativos tenderos que alguna vez fueron ya sea ellos mismos (los hermanos Albrecht, ambos ya mayores de 80 a?os) o sus padres (en el caso de Dieter Schwarz, Anton Schlecker o Erivan Haub). Tampoco el comerciante de la esquina gusta hablar de sus m¨¢rgenes.
"El secreto es una parte importante de su ¨¦xito", agrega Bernhard Franke, encargado de comercio minorista en el sindicato Verdi en Stuttgart. Al constituirse como empresas familiares o dirigir sus sociedades a trav¨¦s de fundaciones, seg¨²n la ley alemana, no tienen que presentar resultados. El gran volumen de negocios, adem¨¢s, les permite crecer con un m¨ªnimo apoyo de los bancos, a los que tambi¨¦n tendr¨ªan que rendir cuentas. "Incluso nosotros, durante a?os, no percibimos c¨®mo Schwarz se hab¨ªa propuesto llegar hasta la cumbre del negocio", recuerda el sindicalista Franke.
La cumbre, para Schwarz, significa alcanzar a los hermanos Albrecht que en Alemania captan uno de cada ocho euros de las compras de alimentaci¨®n y son los que m¨¢s ordenadores y electrodom¨¦sticos venden, de buena calidad, casi siempre, pero sin una marca conocida. Al menos en la mayor econom¨ªa de la zona euro, la ¨¦poca en la que era mal visto hacer compras en Aldi paso hace tiempo.
Hoy d¨ªa, los supermercados con la A azul est¨¢n hasta en los barrios m¨¢s exclusivos. Divididos en Aldi Norte (Theo Albrecht) y Aldi Sur (Karl), en todo el pa¨ªs son m¨¢s de 3.500 id¨¦nticos puntos de venta, con una oferta m¨¢xima de 750 productos. Sus caracter¨ªsticas son r¨¢pidas de enumerar: precios bajos, calidad razonable, m¨ªnimo servicio al cliente, excelente log¨ªstica y distribuci¨®n, e infinitas presiones sobre los proveedores.
Lidl, que comenz¨® 10 a?os m¨¢s tarde, es una copia -Schwarz dir¨ªa que mejorada- de este modelo. Cuenta con una oferta m¨¢s amplia, 1.200 art¨ªculos, y una mayor proporci¨®n de marcas conocidas. La guerra de precios con Aldi es permanente. Aparte de su cadena de descuento, Schwarz gestiona 400 supermercados en Alemania, Rep¨²blica Checa y Eslovaquia, bajo el nombre de Kaufland, que facturan 15.000 millones.
La expansi¨®n definitiva comenz¨® con la reunificaci¨®n del pa¨ªs -cuando Schwarz bajo una y otra bandera cop¨® espacios en la antigua Rep¨²blica Democr¨¢tica Alemana (RDA)- y, desde entonces, no ha hecho sino acelerarse: la matriz Lidl & Schwarz hoy d¨ªa factura 10 veces m¨¢s que en 1989 y crece m¨¢s r¨¢pido que Aldi. Tiene que ver en ello que todas las cadenas de descuento se han beneficiado de la crisis que sacude Alemania. La gente, sencillamente, no puede dejar de comer. Y tampoco de ba?arse. Algo parecido ha sucedido con la cadena de droguer¨ªas Schlecker, cuyas peque?as superficies se multiplican como setas dentro y fuera de Alemania.
Lidl y Schlecker tienen otra cosa en com¨²n: sus p¨¦simas relaciones laborales. A sus cada vez menos empleados fijos se les paga lo estipulado en los convenios, pero sus muchos colaboradores a tiempo parcial reciben una miseria. Hasta ah¨ª, ninguna diferencia con otras empresas del sector. Lo que distingue a Lidl y Schlecker es su rechazo del trabajo sindical. Para dificultarlo, Schwarz ha dividido su negocio en m¨¢s de cien sociedades independientes. Resultado: all¨ª no hay un solo comit¨¦ de empresa. La situaci¨®n no es mucho mejor en Schlecker.
Espa?a es diferente, por ahora
Aunque se gane menos que en Alemania, al menos en lo que a relaciones laborales se refiere, es preferible ser un empleado espa?ol de estas cadenas. "Desde el punto de vista sindical, Lidl y Schlecker son iguales a otras empresas. Si acaso, el trato al empleador es levemente mejor", dice Domingo Alonso, dirigente de la Federaci¨®n de Comercio de CC OO.
Estos grupos iniciaron su desembarco en Espa?a a mitad de los ochenta, pero a diferencia de lo sucedido en Alemania su expansi¨®n no ha sido r¨¢pida. Lidl, Plus y Aldi contabilizan unos 600 puntos de venta, pocos comparado con los m¨¢s de 2.000 de Dia, controlada por la francesa Carrefour.
Debido tambi¨¦n a restricciones legales para este tipo de establecimientos, la cuota de las cadenas de descuento de por s¨ª es bastante m¨¢s baja en Espa?a que en Alemania: 15% frente a un 40%. Pero m¨¢s vale no fiarse: tambi¨¦n en Alemania a los consumidores les tom¨® d¨¦cadas acostumbrarse a comprar en ellas. Lidl & Company, adem¨¢s, no cejan en su empe?o de expansi¨®n y est¨¢n dispuestos a asumir p¨¦rdidas en el camino.
Porque la lucha es a escala global. Mientras que Lidl est¨¢ entrando con fuerza en Europa del Este y Escandinavia, Aldi se sigue afianzando en EE UU y Australia. Tiempos aquellos en los que las empresas alemanas eran mundialmente famosas por su tecnolog¨ªa y la calidad de sus productos. Hoy, es por los descuentos que los reconocer¨¦is. Ocultos en sus mansiones de Heilbronn, Ehingen y Berdeney, los tenderos alemanes tienen un mapamundi desplegado sobre sus escritorios.
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