Lecciones de la imprudencia fiscal
En s¨®lo tres a?os, George W. Bush ha destruido un fr¨¢gil consenso en pol¨ªtica fiscal que hab¨ªa tardado una d¨¦cada en construirse. Al hacerlo, ha puesto en peligro la salud econ¨®mica y la estabilidad social estadounidenses a largo plazo. Pero, al menos, los disparates estadounidenses proporcionan importantes lecciones para otros pa¨ªses.
El principal problema de la pol¨ªtica fiscal es la tentaci¨®n de los pol¨ªticos de recortar impuestos y aumentar el gasto p¨²blico a la vez que acumulan enormes deudas p¨²blicas, dejando la amortizaci¨®n para el futuro. Es inevitable llevar a cabo un doloroso cambio de pol¨ªtica, pero un pol¨ªtico c¨ªnico puede comprarse la reelecci¨®n y quiz¨¢ jubilarse antes de que llegue la crisis.
Podr¨ªa pensarse que, a estas alturas, los votantes ser¨ªan al¨¦rgicos a dichos trucos. Pero Bush lo est¨¢ haciendo de nuevo: comprar popularidad mediante enormes rebajas fiscales al tiempo que aumenta el gasto. El resultado es un d¨¦ficit presupuestario equivalente a m¨¢s del 5% del PIB.
Lo peor es que las perspectivas presupuestarias estadounidenses a largo plazo ya eran problem¨¢ticas antes de que Bush llegara. La poblaci¨®n del pa¨ªs est¨¢ envejeciendo, lo que supone un dr¨¢stico aumento en el coste de sistemas sanitarios y de pensiones p¨²blicamente financiados.
C¨¢lculos cuidadosos muestran que es probable que, bajo las pol¨ªticas fiscales favoritas de Bush, los futuros ingresos caigan decenas de miles de millones de d¨®lares por debajo del gasto esperado por la opini¨®n p¨²blica. Sorprendentemente, el 5% de los contribuyentes estadounidenses m¨¢s ricos ha recibido casi la mitad de los beneficios y claramente espera que el otro 95% -la clase media y los pobres- soporte la mayor parte de los costes futuros. Mientras tanto, Bush ha convencido a muchos votantes pobres y de clase media de que tambi¨¦n deber¨ªan estar satisfechos, sin decirles que a cambio de sus peque?os recortes fiscales tendr¨¢n que pagar recortes mucho mayores en futuros servicios estatales.
Los estadounidenses ya soportaron esta monta?a rusa fiscal hace 20 a?os. Ronald Reagan tambi¨¦n lleg¨® al poder prometiendo enormes subvenciones fiscales y grandes aumentos en el gasto militar, lo que caus¨® a mediados de la d¨¦cada de 1980 un enorme d¨¦ficit presupuestario.
Despu¨¦s hizo falta una d¨¦cada -que comenz¨® en el segundo mandato de Reagan y continu¨® durante los mandatos de George Bush y Bill Clinton- para conseguir un presupuesto con super¨¢vit. Naturalmente, esto supuso la aprobaci¨®n de nuevas subidas de impuestos, lo que le cost¨® a George Bush padre la reelecci¨®n y condujo a la polarizada pol¨ªtica de los noventa.
La historia se va a repetir casi con toda seguridad. Los ciudadanos estadounidenses apoyan firmemente programas sociales como la Seguridad Social y el Medicare (la asistencia sanitaria para mayores). Por consiguiente, la estrategia que la derecha est¨¢ empleando de recortar primero los impuestos para obligar a hacer recortes posteriores en estos programas acabar¨¢ fracasando, y finalmente habr¨¢ que subir los impuestos.
El argumento de la derecha de que las rebajas de impuestos son importantes para sacar a Estados Unidos de la recesi¨®n, est¨¢ igualmente mal planteado. La econom¨ªa estadounidense se habr¨ªa recuperado sin recortes fiscales, y quiz¨¢ incluso m¨¢s s¨®lidamente. En cualquier caso, las pol¨ªticas fiscales a largo plazo nunca deber¨ªan basarse en el ciclo econ¨®mico coyuntural.
Una lecci¨®n para otros pa¨ªses es que los amenazantes d¨¦ficit presupuestarios estadounidenses limitar¨¢n antes o despu¨¦s el poder internacional de Estados Unidos. Cuando los ciudadanos se vean obligados a escoger entre aventuras en el extranjero como la guerra de Irak o impuestos m¨¢s elevados, ser¨¢ mucho menos probable que respalden operaciones militares en el exterior.
La segunda lecci¨®n es que los pa¨ªses deber¨ªan tener en cuenta el aumento de costes que supone el envejecimiento de la poblaci¨®n. Deber¨ªa exigirse a los Gobiernos que entreguen evaluaciones presupuestarias a largo plazo junto con sus proyectos presupuestarios anuales, para reducir la tendencia a la manipulaci¨®n pol¨ªtica coyuntural del presupuesto. Tambi¨¦n en esto EE UU puede servir de advertencia para otros pa¨ªses. La Casa Blanca deber¨ªa dar el mismo aviso que los magos de la televisi¨®n dan a sus espectadores: "No prueben esto en casa".
Jeffrey D. Sachs es catedr¨¢tico de Econom¨ªa y director del Instituto de la Tierra de la Universidad de Columbia.
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