Regenerar el sistema pol¨ªtico
Desde 1989, todos los partidos y varios presidentes auton¨®micos han propuesto reformar el sistema electoral. Pero ninguno ha presentado una iniciativa legislativa para cambiarlo. ?Por qu¨¦ esta contradicci¨®n? Sencillamente porque las c¨²pulas partidarias disponen de una capacidad ilimitada para quitar y poner en las listas a quienes deseen. Las listas han resucitado el encasillado de la Restauraci¨®n; basta repasar la prensa en estos d¨ªas para comprobarlo. Las pr¨¢cticas arbitrarias aumentan elecci¨®n tras elecci¨®n. Nos hemos acostumbrado a las imposiciones y anomal¨ªas en la selecci¨®n de candidatos. La l¨®gica de la elecci¨®n se ha invertido: las c¨²pulas seleccionan a los parlamentarios y concejales, no los votantes. Para quienes aspiran a ir o continuar en listas la supervivencia pol¨ªtica depende de su habilidad para sortear los vaivenes internos, no de su proyecci¨®n hacia la sociedad.
La clave no estriba s¨®lo en las listas cerradas, sino en el procedimiento de elaboraci¨®n
La clave del sistema electoral no estriba s¨®lo en que las listas sean cerradas y bloqueadas (para el Senado son abiertas y desbloqueadas, sin mejora del sentimiento de representaci¨®n), sino en el procedimiento de elaboraci¨®n: qui¨¦n y c¨®mo las hace y ordena. Ni la ley electoral ni la de partidos regulan esta trastienda abandonada al arbitrio de cada partido. Desde la transici¨®n, los partidos han concentrado cada vez m¨¢s el poder en sus c¨²pulas, acentuando sus rasgos burocr¨¢ticos: han dilatado los periodos entre congresos (de uno o dos a tres o cuatro a?os) prolongando los mandatos de los dirigentes, los ¨®rganos encargados de controlar sus ejecutivas est¨¢n masificados y apenas se re¨²nen, los estatutos se aplican el¨¢sticamente, han adoptado listas cerradas y bloqueadas en sus elecciones internas, etc¨¦tera. Coherentemente, los procedimientos de selecci¨®n de candidatos combinan tres elementos: 1) son manipulables desde arriba; 2) dejan a las direcciones regionales o locales discrecionalidad para hacer "sus" listas, y 3) evitan o hacen imposible que los pol¨ªticos que tengan posiciones diferentes a las oficiales puedan recurrir a los afiliados o a los votantes para conseguir un puesto en listas.
Resultado, las estructuras de los partidos son tan r¨ªgidas que las crisis se hacen cr¨®nicas (v¨¦anse UCD, PCE-IU, PNV-EA, AP-PP, PSOE). Las tensiones internas son a todo o nada porque quien pierda lo perder¨¢ todo, y las victorias son tan totales que desembocan en congresos a la b¨²lgara. Surgen corrientes a la caza de despojos. Faltan ideas y cuadros para impulsar nuevos proyectos cuando se agotan las etapas. Esta disfuncionalidad de los partidos ya es un argumento decisivo para reformar nuestro sistema pol¨ªtico.
?Qu¨¦ hacer? Se habla con frecuencia de listas abiertas, aunque en realidad lo que se propone son listas no bloqueadas, esto es, los votantes podr¨ªan se?alar algunos entre los candidatos de la lista cerrada correspondiente -que se har¨ªa como hasta ahora-. Ser¨ªa un timid¨ªsimo e insuficiente avance, este sistema se emple¨® en Italia hasta 1994 conviviendo con la insatisfactoria pol¨ªtica de la posguerra. El problema es m¨¢s complejo que desbloquear las listas. Se trata de hallar procedimientos que contrapesen el poder ilimitado de las c¨²pulas en la selecci¨®n del personal pol¨ªtico, dando a los candidatos que tengan posiciones diferentes a las oficiales o apoyos sociales propios la oportunidad de ganar su puesto en las listas mediante los votos. Esto dar¨ªa a los partidos m¨¢s debates y l¨ªderes alternativos.
Se ha propuesto un sistema electoral inspirado en el alem¨¢n, en el que la mitad de los diputados se elige en distritos uninominales y la otra mitad en listas regionales (provinciales en nuestro caso), con distribuci¨®n de los esca?os proporcional a los votos de cada partido. Pero el sistema electoral es inseparable del funcionamiento de los partidos, ya que las listas reflejan la relaci¨®n de fuerzas internas. Por ello, en Alemania la ley electoral regula tambi¨¦n la elecci¨®n de los candidatos en los partidos. Para los distritos uninominales mediante primarias en las que los afiliados eligen entre los candidatos que se presenten, aunque la ejecutiva regional puede convocar una segunda votaci¨®n si el ganador no le satisface, cuyo resultado es definitivo. Las listas regionales se aprueban mediante asambleas de compromisarios. Estos procedimientos se aplican a elecciones regionales y locales. La ley de partidos establece congresos cada dos a?os, regula su actividad interna (composici¨®n de los ¨®rganos, sistemas de elecci¨®n, etc¨¦tera) y la auditor¨ªa de cuentas. En Gran Breta?a, el Partido Laborista celebra congresos anuales y los afiliados eligen a los candidatos a diputado, concejal o l¨ªder del partido. Estos procedimientos limitan, en parte, el poder de las c¨²pulas, y permiten la presencia en la pol¨ªtica de dirigentes con apoyos sociales y visiones del futuro que pueden activarse en momentos de crisis.
?Trasladar estos modelos a Espa?a?, ?por qu¨¦ no? La ley electoral deber¨ªa regular, para todos los partidos, que los afiliados (incluso los ciudadanos que se declarasen simpatizantes de un partido apunt¨¢ndose para ello en un censo oficial dependiente de la Junta Electoral) eligieran en primarias a los candidatos a presidentes del Gobierno y auton¨®micos y alcaldes, y a los candidatos a diputado o concejal de su zona de residencia, mediante voto a personas -no a listas-. La experiencia aconseja que estas primarias se organicen de forma oficial, no por los aparatos de los partidos. La ley de partidos, como la alemana, deber¨ªa regular su funcionamiento democr¨¢tico, la celebraci¨®n de congresos cada dos a?os, al menos, y la publicaci¨®n de sus estatutos en el BOE. En otros temas queremos converger con Europa, en pol¨ªtica debemos intentarlo.
Jos¨¦ A. G¨®mez Y¨¢?ez. Profesor asociado de Sociolog¨ªa de la Universidad Carlos III.
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