Comodidad en el tumulto

Uno y otro filme tienen en com¨²n la sorna con la que se critica la pasividad de buena parte de los franceses. Rappeneau siempre se ha acercado a este triste episodio de la historia de su pa¨ªs ondeando la bandera de la comedia. Si en La vie de ch?teau lo hac¨ªa en forma de alucinado vodevil, en Bon voyage mezcla (bastante bien) una intriga de espionaje y una comedia coral de enredo. El autor de Cyrano de Bergerac y su coguionista, Patrick Modiano, dan palos a diestro (ministros) y siniestro (estrellas del cine), cargando contra la gentuza que por nada del mundo quer¨ªa perder su posici¨®n de privilegio en el pa¨ªs, ya fuera junto a Hitler o junto a cualquier otro.

Con soltura y elegancia, la c¨¢mara de Rappeneau sigue a la decena de protagonistas por las calles de Burdeos, abarrotadas de tr¨¢fico y de peatones, y por sus atestados hoteles de lujo, al ritmo de una perpetua m¨²sica que funciona mejor en las escenas de tensi¨®n que en las rom¨¢nticas. S¨®lo un par de momentos chirr¨ªan en el conjunto: la c¨¢mara lenta en la escapada de Gregory Derang¨¨re por la ventana del hotel y la pelea de ¨¦ste con Peter Coyote en la casa de la resistencia.

Con independencia de estas cojeras, el director demuestra un sabio manejo del tumulto, en el que la gran ambientaci¨®n juega tambi¨¦n un papel primordial. La imponente presencia de G¨¦rard Depardieu (el tr¨¢nsfuga ministro del Interior) y la vis c¨®mica de Yvan Attal hacen el resto para que Rappeneau salga del agujero en el que se hab¨ªa metido tras el insoportable ladrillo de El h¨²sar en el tejado (1995), y pueda esperar con ilusi¨®n las nominaciones de los Oscar, donde es la candidata por Francia a mejor pel¨ªcula de habla no inglesa.

P¨¢rrafo aparte merece Isabelle Adjani, incapaz de transmitir la menor empat¨ªa, tan empe?ada en seguir pareciendo una treinta?era a pesar de tener 48 a?os que se le ha quedado una cara sospechosamente parecida a la de Cher.