Un arma larga en cada casa
En Al Hamza, donde fue atacado el guardia civil espa?ol, se respira una visible hostilidad contra las tropas extranjeras
"Apenas tenemos algunos fusiles, mientras ah¨ª fuera los delincuentes tienen todo lo que uno pueda imaginarse, fusiles autom¨¢ticos, morteros, granadas RPG...", se queja Raid Salman, jefe adjunto de polic¨ªa de la localidad de Al Hamza, donde el pasado jueves result¨® tiroteado el comandante de la Guardia Civil Gonzalo P¨¦rez Garc¨ªa cuando participaba en el registro de una vivienda.
El municipio de Al Hamza, a unos 40 kil¨®metros al sur de Diwaniya, tiene unos 100.000 habitantes. En cada casa hay, por lo menos un arma larga, cuando no munici¨®n y armamento militar obtenido en el saqueo de los cuarteles del disuelto Ej¨¦rcito de Sadam Husein. Con apenas 90 polic¨ªas, algunos fusiles de asalto kal¨¢shnikov y tres destartaladas furgonetas marca Toyota, Salman tiene la obligaci¨®n de controlar la conflictiva localidad.
La culpa de esta precaria situaci¨®n, seg¨²n el funcionario, recae sobre las tropas internacionales presentes en Irak, y en concreto las espa?olas. "Los espa?oles y los americanos han dejado de aceptar nuevas inscripciones en la polic¨ªa de aqu¨ª, y apenas llegamos a los 100 agentes", asegura.
Al Hamza es el principal foco de la delincuencia organizada de la provincia de Diwaniya, bajo responsabilidad de las tropa espa?olas. El tr¨¢fico de armas y de combustible son las principales actividades de unos incipientes grupos mafiosos que han visto multiplicada su fuerza ante la situaci¨®n de inseguridad que atraviesa el pa¨ªs.
El responsable policial se?ala que la vivienda registrada el pasado jueves pertenec¨ªa a un conocido delincuente de la zona y est¨¢ situada en Shufar, a unos 12 kil¨®metros al sur de Al Hamza. La delincuencia en Shufar no es algo llegado con el caos de la posguerra y la falta de autoridad en Irak, ya en los tiempos de Sadam el lugar ya ten¨ªa fama de servir de base para salteadores de carreteras y ser el centro de algunas peque?as mafias de contrabandistas. "Ahora es un lugar muy peligroso", subraya el jefe policial, rodeado en su peque?o cuartel por seis de sus hombres, ninguno de los cuales lleva uniforme y la acreditaci¨®n correspondiente es apenas visible entre sus ropas. Ni siquiera todos van armados de los fusiles de asalto kal¨¢shnikov. "Estamos en clara inferioridad".
Las tropas espa?olas se han hecho cargo de la investigaci¨®n del tiroteo del que Salman tiene su propia versi¨®n. "Cuando termin¨® el registro de la casa en Shufar, el militar espa?ol y los dos polic¨ªas iraqu¨ªes -ninguno de Al Hamza, sino de Diwaniya- se quedaron unos momentos dentro, entonces lleg¨® a la casa un coche y al ver que hab¨ªa gente de uniforme sali¨® de all¨ª a toda velocidad. El espa?ol y los iraqu¨ªes montaron en un veh¨ªculo con direcci¨®n a Al Hamza, entonces comenz¨® a perseguirlos el coche que poco antes hab¨ªa huido y all¨ª se entabl¨® el tiroteo". La casa permanece vac¨ªa sin que sus due?os hayan regresado, pero el responsable policial no descarta que se encuentren por los alrededores.
A pesar de estar en un zona chi¨ª, y por tanto relativamente tranquila ante la presencia de tropas internacionales, en Al Hamza se respira una visible hostilidad contra las tropas extranjeras. Varias pancartas colgadas a la entrada de la poblaci¨®n y en alguna plazoleta reclaman -una en ingl¨¦s y otras en ¨¢rabe- la devoluci¨®n de la soberan¨ªa a Irak y la celebraci¨®n inmediata de elecciones generales donde "cada ciudadano iraqu¨ª signifique un voto". El municipio ha sido escenario de emboscadas contra patrullas de la Legi¨®n en los pasados meses de septiembre y octubre.
Los habitantes del lugar juegan abiertamente con la ambig¨¹edad cuando son preguntados por las mafias locales. "Nosotros no nos consideramos ladrones, s¨®lo hacemos lo que debemos para poder sobrevivir", asegura Al¨ª Huseini, quien regenta una tienda de alimentos. "Los espa?oles deber¨ªan dejarnos elegir a nuestro Gobierno", a?ade.
Por las calles de Al Hamza, cubiertas de barro por las lluvias, sin alcantarillado y donde la mayor parte de los negocios est¨¢n instalados bajo precarios chamizos al aire libre, todas las mujeres caminan cubiertas por el abaya, una pieza de tela que les tapa de la cabeza a los pies dejando visible el rostro, mientras la mayor¨ªa de los hombres porta la kefia, el pa?uelo de los beduinos. "Aqu¨ª s¨®lo tratamos de salir adelante, no s¨¦ porqu¨¦ nos llaman criminales", dice sonriendo Abderraman Karrak, vendedor ambulante de toda clase de objetos. "Es mejor no preguntar de d¨®nde los saca", a?ade por lo bajo un polic¨ªa.
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