El letargo que no cesa

Pocos elogios pueden hacerse de este nuevo programa de la compa?¨ªa titular espa?ola, con tres estrenos y una poco feliz reposici¨®n. Habr¨ªa que apuntar primero que el dec¨¢logo no escrito de este conjunto debe encabezarse con la conservaci¨®n del repertorio y la consolidaci¨®n de un estilo que de una vez consolide a la danza espa?ola, la exponga como lo que es, o deber¨ªa ser. Hoy, eso no se cumple. El conjunto acaba de cumplir 25 a?os y sigue viviendo de las rentas escu¨¢lidas de un pasado cuyos momentos de esplendor son, sin duda, los vividos bajo la ¨¦gida de Mar¨ªa de ?vila, que es cuando se hicieron creaciones perdurables, se defini¨® un perfil est¨¦tico propio y el nivel t¨¦cnico de plantilla dejaba boquiabierto a propios y extra?os. Sin duda, hay buenos bailarines en el BNE, j¨®venes con ganas que no encuentran motivaci¨®n suficiente en las nuevas propuestas, ajenas casi siempre a la tradici¨®n de la danza esc¨¦nica y teatral y resueltas dentro de un confuso mar de influencias for¨¢neas. La papeleta la salva Joaqu¨ªn Grilo con Tiempo, donde, adem¨¢s, se muestra la recuperaci¨®n para la plantilla de un artista de talento como Pol Vaquero, poco aprovechado esta vez.

Una reposici¨®n

La reposici¨®n de Mareas abri¨® la velada. La pieza, a un a?o de su estreno en el teatro de la Zarzuela, sigue siendo igual de confusa, poco resuelta en lo core¨²tico y en lo musical, sin estructura ni l¨®gica en la mezcla de pasos de diferentes escuelas. No tiene siquiera un final y acaba abruptamente.

Lo menos edificante fue Colores, la creaci¨®n con que Elvira Andr¨¦s debuta como core¨®grafa en la compa?¨ªa que dirige. Con una iluminaci¨®n igualmente desmesurada (y que copia sin sonrojo el estilo de Wilson), la coreograf¨ªa es un constante entrar y salir de artistas vestidos de rosa, verde, amarillo o azul. Pero no se llega a saber qu¨¦ sucede con esos colores, con su mezcla o superposici¨®n sobre una m¨²sica que remeda con torpeza imitativa a Turina y a Falla.

Antonio Canales mostr¨® su coreograf¨ªa Taranto, en la que lo ¨²nico que brill¨® fue el traje creado por Pedro Moreno para la bailarina. Canales sigue refugiado en la intensidad a toda costa, lo que quita matices al fraseo, a su modulaci¨®n expresiva. Y cerr¨® Tiempos, una obra que tiene aciertos y geometr¨ªa, soltura y un deseo de penetraci¨®n en la estructura del flamenco m¨¢s recio, pero a la vez capaz de ser modulado sobre un gran cuerpo de baile. El p¨²blico estuvo fr¨ªo, y solamente al final, con Grilo, despert¨® de un comprensible letargo.