Argentina cambia de cara
La recuperaci¨®n de Argentina es un ¨¦xito fulgurante del presidente N¨¦stor Kirchner que, como suele decirse, ha sorprendido a la propia empresa. Hace un a?o, la imagen de su econom¨ªa era ruinosa, agobiada por el peso de la deuda externa (89.000 millones de d¨®lares), un crecimiento raqu¨ªtico, problemas comerciales con Brasil en los que siempre sal¨ªa perdiendo y enfrentamientos internos grav¨ªsimos del Gobierno central con los gobiernos de las provincias. Hoy, la econom¨ªa est¨¢ creciendo a tasas pr¨®ximas al 8%, el empleo aumenta a un ritmo de 77.000 puestos de trabajo mensuales, la inflaci¨®n, piedra de esc¨¢ndalo habitual, est¨¢ en el 4% o por debajo y, lo que es m¨¢s importante, el Fondo Monetario Internacional (FMI) ha ratificado el excelente cumplimiento argentino de los compromisos monetarios, econ¨®micos y, sobre todo, en materia de d¨¦ficit p¨²blico.
La visita de Kirchner a Espa?a ha resuelto, adem¨¢s, el contencioso larvado del gobierno argentino con las empresas espa?olas instaladas en Argentina. No es poco m¨¦rito conseguir que los grupos espa?oles se comprometan a aumentar las inversiones despu¨¦s del rudo desplante sufrido durante la visita anteriordel presidente.
La reactivaci¨®n proclamada por Kirchner est¨¢ todav¨ªa en fase embrionaria. Le queda mucho por hacer, porque hasta el momento se ha mostrado brillante sobre todo a la hora de pedir sacrificios a los dem¨¢s. Al FMI, reclamando una quita de la deuda equivalente al 75% del total; a las empresas espa?olas, imponiendo tarifas congeladas en los servicios de energ¨ªa, agua y telecomunicaciones. Ahora, cuando la econom¨ªa crece y los conflictos internos est¨¢n en v¨ªas de pacificaci¨®n, es el momento de las reformas de Kirchner. El presidente argentino debe demostrar su capacidad de cambio.
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