Bajas pasiones
Tras cuarenta a?os de actividad literaria, con multitud de t¨ªtulos publicados -son especialmente conocidas sus excelentes novelas policiales, como El gran arte (1983) y Bufo & Spallanzani (1986), muchas veces reeditadas-, Rubem Fonseca (Minas Gerais, 1925) se regala esta curiosa compilaci¨®n de apuntes escatol¨®gicos. Si Fonseca fuera un pintor, el libro equivaldr¨ªa a una muestra de obra sobre papel: croquis, bocetos, alguna pieza m¨¢s completa que, en su modesta envergadura, deja ver la mano experta que la traz¨®. Adusta armaz¨®n ret¨®rica -o, mejor dicho, un desarrollo que evita los adornos-, escasa descripci¨®n de personajes o ambientes; varios de los cuentos ni siquiera tienen un aut¨¦ntico desenlace. Cosa que, por otra parte, ser¨ªa equivocado atribuir a descuido o pereza: al contrario, es el gesto deliberado de un escritor que muestra, en ese mismo movimiento, sus propias "secreciones, excreciones y desatinos". Una permisividad no del todo imp¨²dica que hermana al autor con sus personajes para divertirse con ellos.
SECRECIONES, EXCRECIONES Y DESATINOS
Rubem Fonseca
Traducci¨®n de Basilio Losada
Seix Barral. Barcelona, 2003
159 p¨¢ginas. 15 euros
El primer cuento, Copromancia, adem¨¢s del mejor y m¨¢s acabado, sirve de manifiesto para el conjunto; se abre con estas palabras: "?Por qu¨¦ Dios, el creador de todo lo que existe en el Universo, al dar existencia al ser humano, al sacarlo de la Nada, lo destin¨® a defecar?". El protagonista, encantado con sus propias heces, se dedica no s¨®lo a registrarlas en un diario seg¨²n sus caracter¨ªsticas (peso, color, olor), sino que aprende adem¨¢s a adivinar el futuro en el dibujo que dejan en la taza. A partir de entonces el libro se va poblando de mujeres acomplejadas por sus p¨²stulas o sus alocados periodos menstruales, de hombres jorobados que desarrollan una extraordinaria sensibilidad po¨¦tica, de individuos que compran microscopios para deleitarse en el movimiento de sus espermatozoides, desarrollando, de paso, una desenfrenada afici¨®n al onanismo. Hay violadores y asesinos, investigadores privados que ocultan a su cliente las infidelidades de la esposa vigilada, acomplejados de toda clase, mani¨¢ticos de especies diversas con especial talento para el juego sucio, en todos los sentidos del t¨¦rmino.
El car¨¢cter agresivo de la vida urbana -la de un R¨ªo de Janeiro vislumbrado con trazos m¨ªnimos, por antonomasia de cualquier gran ciudad occidental- y la pat¨¦tica soledad que sobrelleva buena parte de sus habitantes est¨¢ siempre en el trasfondo. Pero Fonseca aplica un tono de calculada distancia, de una desde?osa iron¨ªa que vuelve ligero lo que se insinuaba grave y lo sustrae tanto a la compasi¨®n como a la condena. La agitada troupe de este libro no ser¨ªa entonces ni m¨¢s rara ni amenazante que cualquiera de las que vemos todos los d¨ªas en la calle y en los diarios. El resultado es desigual, pero no carece de inter¨¦s; por su originalidad y porque, en momentos diversos, aparecen esos destellos de sutileza e inteligencia que s¨®lo permite un despojamiento pleno de recursos.
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