La Via Pasolini
La semana pasada, a modo de protesta por el martillo informativo de la bomba Carod, decid¨ª dejar, por unos d¨ªas al menos, este pa¨ªs donde parecen tener s¨®lo cabida las bajezas, la mala educaci¨®n y la mediocridad que nos ha legado el peque?o ¨²ltimo caudillo. Pero ?ad¨®nde ir? En ese momento, llamaron al tel¨¦fono. Era Jes¨²s Bregante, al que no conoc¨ªa de nada. Me dijo que viv¨ªa en Roma, en la Via Pasolini. Hab¨ªa pasado los ¨²ltimos 12 a?os escribiendo el monumental Diccionario Espasa de Literatura Espa?ola y quer¨ªa que le echara una mano en Roma en la presentaci¨®n de su libro. Sobre el diccionario ya ten¨ªa yo noticia y lo hab¨ªa hojeado en m¨¢s de una librer¨ªa de Barcelona. M¨¢s de 5.550 entradas, no limit¨¢ndose a rese?ar biograf¨ªas de escritores, sino analizando tambi¨¦n escuelas, movimientos y periodos literarios. Con cabida para los escritores de todas las lenguas del Estado. "No voy a poder leerlo de un tir¨®n", brome¨¦. Se ri¨®, me pregunt¨® qu¨¦ estaba yo haciendo cuando me hab¨ªa llamado. Y al contarle que estaba escribiendo sobre recorridos culturales en Barcelona, me habl¨® de un trayecto romano por Via del Mare y Via delle Idroscalo hasta el desolado lugar en Ostia donde mataron a Pasolini. Eso acab¨® de convencerme para ir a Roma y, hace cuatro d¨ªas, en el coche de Bregante, en compa?¨ªa de los poetas Julia Castillo y Benjam¨ªn Prado, repet¨ªamos el hipnotizante paseo homenaje, aquel viaje en vespa que, en busca de aquel lugar de Ostia, Nanni Moretti realiz¨®, con m¨²sica de Keith Jarrett, en Caro diario.
"No s¨¦ por qu¨¦, pero no hab¨ªa estado nunca en el lugar en que mataron a Pasolini", dec¨ªa Moretti en la pel¨ªcula. No ten¨ªamos la m¨²sica de Jarrett, pero me pareci¨® que no hay mejores canciones que las de Bob Dylan para hacer en coche ese recorrido moral en busca del encuentro simb¨®lico con el lugar donde en 1975 mataron a ese comunista que fustig¨® con dureza a sus propios compa?eros y que fue al mismo tiempo un moralista estricto que, no obstante, defendi¨® la transgresi¨®n radical como nadie se atrevi¨® a hacerlo en la izquierda de su ¨¦poca. Claro est¨¢ que eran otros tiempos y que, como anunciaba Dylan, los tiempos han cambiado, aunque lo han hecho para peor, para dejarnos una mierda que no lleg¨® a so?ar ni el autor de Sal¨®.
Cuando el coche sali¨® de la Via Pasolini, este feo embrollo pol¨ªtico de ahora a¨²n le daba m¨¢s sentido moral al camino, con Dylan cantando en Not dark yet "fui siguiendo el r¨ªo hasta llegar al mar", es decir, describiendo el recorrido que har¨ªamos, siguiendo primero el T¨ªber y despu¨¦s por Via delle Idroscalo hasta llegar a ese lugar donde una noche qued¨® rota la voz del sublevado Pasolini, rotas su energ¨ªa y v¨ªa intelectual diferente, muerto su coraje moral, aplastada su vida por el joven Pelosi, alias Pino la Rana, la noche en que asesinaron tambi¨¦n a la poes¨ªa civil italiana y se vio que los tiempos, en efecto, iban a cambiar. El lugar de su muerte, en la periferia de Roma, es de una pobreza insultante. Es un paraje que contin¨²a degradado, donde sigue prevaleciendo la misma miseria extrema del d¨ªa del crimen, con un monumento medio clandestino, hecho de cemento y con una triste capa de yeso encima y, adem¨¢s, descortezado y en ruinas, sin flores. "Un lugar fundamentalmente feo", coment¨® Bregante para romper la sensaci¨®n de absurdo que se hab¨ªa adue?ado de nosotros. Re¨ªmos. Al igual que la m¨®vil c¨¢mara de Moretti, nuestras miradas, en el litoral de Ostia, fueron en busca de un punto fijo, de algo a lo que aferrarse dentro del movimiento desesperado de nuestros ojos y de nuestro maldito tiempo.
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