Orden en el caos
Esta densa biograf¨ªa que con tan buen gusto y magn¨ªfica traducci¨®n publica ahora Galaxia Gutenberg es la primera de estas caracter¨ªsticas que tenemos de Thomas Mann (1875-1955) en castellano. Quien hasta ahora deseara informarse sobre su persona o su obra en nuestro ¨¢mbito hispanohablante contaba tan s¨®lo con dos t¨ªtulos semiagotados: La familia Mann, de Marianne Kr¨¹ll (Edhasa) -de dudosa objetividad dado el feminismo militante de la autora-, y Thomas Mann y los suyos, de Reich-Ranicki (Tusquets), amena introducci¨®n a los miembros m¨¢s sobresalientes de esta singular estirpe de artistas, pero de limitada profundidad.
El libro del germanista Hermann Kurzke (Berl¨ªn, 1943), sin que pueda compararse en extensi¨®n y riqueza de datos secundarios a esas otras biograf¨ªas alemanas monumentales, la de Peter de Mendelssohn y la de Klaus Harpprecht, de cuyos hallazgos l¨®gicamente se beneficia, aporta una visi¨®n m¨¢s intimista y ce?ida a la personalidad del gran escritor. Es el "hombre" (esto significa Mann), con todas sus debilidades y fortalezas, el que le interesa a Kurzke y no tanto las circunstancias que determinaron los actos del biografiado, de ah¨ª que lo sepa todo sobre ¨¦l: conoce sus escritos con detalle as¨ª como aquello que los motiva y se parapeta tras las palabras; cerca de veinticinco a?os de trato continuo con el legado manuscrito y testimonial de Thomas Mann y los suyos lo han capacitado, pues, para aportar un retrato convincente de quien, al igual que Heidegger, fuera apodado en vida como El Mago. Y, en efecto, cual un mago ilusionista que transforma la verdad mediocre de su vida real en arte y bella apariencia presenta Kurzke al autor de Los Buddenbrook.
THOMAS MANN. LA VIDA COMO OBRA DE ARTE
Hermann Kurzke
Traducci¨®n de Rosa Sala
Galaxia Gutenberg
Barcelona, 2003
763 p¨¢ginas. 39 euros
El libro contiene varias tesis
contundentes. Una de ellas sostiene que pr¨¢cticamente toda la producci¨®n literaria de Mann es autobiogr¨¢fica. El Mago manifestaba sus vivencias m¨¢s ¨ªntimas detr¨¢s de personajes que son su ¨¢lter ego, tales como Tonio Kr?ger, Gustav Aschenbach o Hans Castorp; tambi¨¦n, fagocitaba a sus conocidos para calcarlos como personajes literarios. En este sentido, "inventaba" poco en sus obras; a semejanza de Shakespeare, buscaba y "encontraba" lo que le ofrec¨ªa la experiencia; tarea f¨¢cil para una persona que, desde su primera juventud, tuvo claro que deseaba ser escritor para proporcionar al mundo una imagen de s¨ª mismo. Con esta idea fija, el p¨¦simo estudiante (dos veces "repetidor"), so?ador y "vago", lleg¨® a ser premio Nobel de Literatura (1929).
La proverbial rigidez y el atildamiento de Mann, su apariencia pulcra y burguesa, ocultaban en realidad una naturaleza apasionada, un mundo ¨ªntimo que se bastaba a s¨ª mismo por su exuberante riqueza interior. El afortunado marido, casado con una rica heredera jud¨ªa y padre de seis hijos, el esteta decadente e infatigable antihitleriano, uno de los hombres m¨¢s celebrados de su siglo, que s¨®lo revel¨® su intimidad de manera anticonvencional, como artista y en sus infatigables diarios privados, luch¨® siempre por dominar el caos interior que lo consum¨ªa, lo que estaba m¨¢s "vivo" en su naturaleza y que pugnaba por aflorar a trav¨¦s de una superficie que lo constre?¨ªa. Toda la magia de Mann consisti¨® en permitir la salida de lo interior informe de manera dosificada, en transformar la embriaguez dionisiaca y prohibida que anegaba su ser m¨¢s ¨ªntimo en goce apol¨ªneo permitido.
?Y qu¨¦ era lo embriagador, lo ca¨®tico y lo m¨¢s profundo de la intimidad de Mann? Kurzke nos lo revela: el entusiasmo por "el encanto incomparable, no superado por ninguna otra cosa en el mundo, de la juventud masculina"; esto es, su condici¨®n homoer¨®tica secreta, motivo central de la biograf¨ªa y que Kurzke glosa de un modo inusual hasta ahora. Dicho entusiasmo se objetiv¨® varias veces durante la vida del escritor en j¨®venes concretos, pero siempre de manera plat¨®nica, ya que Mann fue tambi¨¦n un maestro de la contenci¨®n, la renuncia y la sublimaci¨®n. Su vida fue una lucha por mantener estas dudosas virtudes, por el dominio de los "perros encerrados en el s¨®tano" o los instintos reprimidos seg¨²n Nietzsche. La plenitud amorosa homoer¨®tica hubiera supuesto una embriaguez harto abrumadora, que entre otras cosas le hubiera privado del placer de so?ar con lo inalcanzable y, con ello, de la insatisfacci¨®n b¨¢sica de la que beben tr¨¢gicamente sus obras de arte, fines que imponen orden y dan sentido al inmenso y ca¨®tico magma interior.
Al abandonar Alemania en
1933 camino del exilio, y tras una desgraciada peripecia en la que los cuadernos del diario ¨ªntimo estuvieron a punto de caer en manos de la Gestapo, Mann quem¨® gran parte de las anotaciones comprendidas entre 1896 y 1933: "De haberlas le¨ªdo, entender¨ªamos mejor sobre qu¨¦ abismos tuvo que erigir su artificio vital este hombre perseguido". Kurzke intenta comprender y convence: su Thomas Mann, mezcla de pasi¨®n exultante y comedimiento represor, ser¨¢ inolvidable y de gran ayuda para interpretar mejor sus obras, explosiones narcisistas de un hombre de quien, como de Kafka, bien puede decirse que todo ¨¦l fue "literatura".
La aparente desmesura con que Kurzke trata los a?os de juventud de Thomas Mann (principalmente, los amores reprimidos), comprensible porque fue el periodo de formaci¨®n del genio, se compensa con el sobrio y preciso tratamiento de la ¨¦poca final de su vida: el tiempo glorioso de su antifascismo, el conflictivo exilio americano y la relaci¨®n posterior con los intelectuales de una Alemania vencida y culpable. Menci¨®n aparte merece el conflicto con el hermano mayor Heinrich, ampliamente documentado. En cambio, las relaciones del escritor con su esposa e hijos merecer¨ªan m¨¢s atenci¨®n. Hay luces y sombras en una obra que, en definitiva, constituir¨¢ una fiesta intelectual para lectores avezados as¨ª como una inexcusable invitaci¨®n a releer las obras de Thomas Mann con ojos nuevos.
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