Las campa?as de desestabilizaci¨®n pol¨ªtica
Una de las afirmaciones que sol¨ªan utilizarse con mayor frecuencia para definir la realidad pol¨ªtica en Catalu?a era la del "oasis catal¨¢n", atribuyendo la falta de conflictividad en la pol¨ªtica catalana a una cultura democr¨¢tica distinta a la existente en el resto de Espa?a, en donde el debate pol¨ªtico se caracteriza por su crispaci¨®n. Una visi¨®n m¨¢s cr¨ªtica de nuestras realidades habr¨ªa concluido que la supuesta calma en nuestro panorama pol¨ªtico no era tanto resultado de una idiosincrasia y cultura distinta en Catalu?a al resto de Espa?a, como debido a un dominio enorme de las estructuras pol¨ªticas y medi¨¢ticas del pa¨ªs por una fuerza pol¨ªtica durante casi un cuarto de siglo, estableciendo una hegemon¨ªa ideol¨®gica resultado de un control f¨¦rreo de los medios de informaci¨®n dependientes del Gobierno de la Generalitat, dominando a su vez la sociedad de una manera absorbente mediante el desarrollo de redes clientelares (que, en ocasiones, incluy¨® complicidades con elementos importantes de la oposici¨®n). Un ejemplo claro de este enorme control fue el de la televisi¨®n y radio p¨²blicas en Catalu?a, que reprodujo el pensamiento, la ideolog¨ªa y la interpretaci¨®n de la realidad promovida por el establishment catal¨¢n y su instrumento pol¨ªtico, encabezado por una personalidad que no permiti¨® fisuras, rebeliones o diferencias en su seno. Tal fuerza pol¨ªtica dirig¨ªa un movimiento cohesionado por un nacionalcatolicismo catal¨¢n, que conjuga un nacionalismo profundo conservador con un catolicismo muy antilaico y con escasa tradici¨®n democr¨¢tica, semejante pero de signo opuesto al nacionalcatolicismo espa?ol.
La victoria electoral de las izquierdas ha supuesto una clara amenaza para este dominio pol¨ªtico y cultural del pa¨ªs. Tal victoria ha significado el inicio de un proceso que deber¨ªa conducir a un proyecto pol¨ªtico no s¨®lo distinto, sino alternativo al proyecto conservador, proceso que contar¨¢ con enormes resistencias que mostrar¨¢n la verdadera cara del supuestamente civilizado oasis catal¨¢n. En realidad, tales resistencias se presentaron al d¨ªa siguiente de las elecciones, cuando las derechas catalanas no aceptaron su derrota y cuestionaron incluso la legitimidad de la victoria electoral de las izquierdas, indicando que ellas hab¨ªan sido las verdaderas ganadoras de las elecciones, ignorando que la ley electoral (que permiti¨® que ganaran m¨¢s diputados, a pesar de tener menos votos que el partido socialista) se deb¨ªa no al sistema d'Hondt (como err¨®neamente se inform¨®), sino a la regla de Adolfo Su¨¢rez. En realidad, la ley electoral catalana era pr¨¢cticamente la misma ley que Su¨¢rez impuso en Espa?a y que garantizaba que territorios conservadores en Espa?a, como Soria, necesitaran 20.000 votos para conseguir un miembro en las Cortes, mientras que territorios progresistas como Barcelona necesitaban 150.000 votos. CiU hizo suya tal ley sin cambiarla, manteniendo una ley que el profesor Richard Gunther, experto internacional en leyes electorales, defini¨® como la m¨¢s regresiva de Europa ('Leyes Electorales, Sistemas de partidos y elites. El caso espa?ol'. Revista Espa?ola de Investigaciones Sociol¨®gicas, vol. 47, 1989).
A las derechas catalanas se les han sumado ahora las derechas espa?olas en el caso Carod, en las que ha habido una avalancha de agresividad contra el Gobierno catalanista y de izquierdas de Catalu?a. Y no ser¨¢ la ¨²ltima agresi¨®n. El Gobierno tripartito tiene que prepararse para esta continua agresi¨®n de todo tipo y en todos los frentes. Uno de los mayores errores del Gobierno de Salvador Allende, al que tuve el privilegio de asesorar, fue precisamente no prepararse en contra de las enormes resistencias que se ve¨ªan venir. Salvando las grandes diferencias entre el Chile de 1973 y la Catalu?a y Espa?a de hoy, ser¨ªa desaconsejable que se ignoraran semejanzas. En este aspecto, es sorprendente que durante m¨¢s de un mes (un mes clave para establecer la imagen medi¨¢tica del nuevo Gobierno), la televisi¨®n y la radio de la Generalitat continuaran en manos de la ahora oposici¨®n, incrementando incluso su nivel de hostilidad hacia el Gobierno tripartito. Y es tambi¨¦n sorprendente que no haya cambios m¨¢s profundos en aquellos medios, ya que se asume err¨®neamente que un mero cambio de c¨²spides en su direcci¨®n resuelve la situaci¨®n. Un ejemplo, entre miles, es el programa convergente Bon dia Catalunya, en el que hasta hace s¨®lo unos d¨ªas continuaban vendiendo las excelencias del neoliberalismo en boca del intelectual org¨¢nico de tal ideolog¨ªa que aparece repetidamente en los medios de persuasi¨®n de la Generalitat. El cambio que la poblaci¨®n ha pedido en Catalu?a no es un mero cambio de c¨²spides o ¨¦lites, sino un cambio hacia un proyecto alternativo que pasa por el establecimiento de una cultura progresista y solidaria, que se base en los valores que movilizaron a miles y miles de personas que durante m¨¢s de 70 a?os lucharon para que, por fin, gobernaran los representantes de las clases populares en Catalu?a.
El reto de tal Gobierno tripartito, el de alcanzar un mayor grado de bienestar y calidad de vida para la poblaci¨®n de Catalu?a requiere recuperar una memoria hist¨®rica que establezca la continuidad entre nuestro pasado y nuestro presente. Esta recuperaci¨®n es de enorme importancia para rearmar ideol¨®gicamente a las izquierdas, recuperando su capacidad de movilizaci¨®n, hoy monopolizada por el nacionalcatolicismo conservador. Para neutralizar la enorme resistencia y obst¨¢culos a los que el Gobierno tripartito tendr¨¢ que enfrentarse, ¨¦ste tiene que apoyarse en un movimiento popular, en el que las clases populares apoyen, luchen (a trav¨¦s de movilizaciones y otras formas de presi¨®n), celebren, exijan y presionen a su Gobierno ayud¨¢ndole a resistir la enorme oposici¨®n a la que se enfrenta. En caso contrario no habr¨¢ el cambio que la mayor¨ªa desea.
Vicen? Navarro es catedr¨¢tico de Ciencias Pol¨ªticas de la UPF.
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