Corrupci¨®n
En el ¨²ltimo n¨²mero de la revista Claves de raz¨®n pr¨¢ctica, un fiscal del Tribunal Supremo, Antonio Vercher Noguera, hace un repaso al problema de la corrupci¨®n urban¨ªstica. Les recomiendo que lo lean si tienen ganas de deprimirse: la conclusi¨®n que uno termina sacando es que es ¨¦ste un asunto que nadie parece tener inter¨¦s en solucionar. De hecho -y a pesar de que se trata de un aut¨¦ntico c¨¢ncer que amenaza al Estado de Derecho y encarece un bien de primera necesidad, como es la vivienda-, no recuerdo que nadie, en estos d¨ªas de precampa?a electoral, se haya ocupado de ¨¦l.
Vercher -que, no olvidemos, es fiscal del Supremo- da por buenas las alarmantes conclusiones del Bolet¨ªn Criminol¨®gico de la Universidad de M¨¢laga publicado la pasada primavera que, entre otras cosas, prev¨¦n que la corrupci¨®n municipal d¨¦ un paso m¨¢s y el poder pase de manos de los pol¨ªticos corruptos a los que acudieron a blanquear dinero il¨ªcito en el sector inmobiliario, lo que abrir¨ªa el camino a mafias aut¨®ctonas que terminar¨ªan controlando no s¨®lo el poder pol¨ªtico, sino la polic¨ªa o los juzgados.
Ya s¨¦ que suena a apocal¨ªptico, pero hay unos cuantos indicios que se?alan que hace ya alg¨²n tiempo que se ha entrado en esa fase. S¨®lo as¨ª se pueden explicar algunos episodios de transfuguismo o pactos contra natura vividos en la Costa del Sol. Como recuerda Vercher, no son s¨®lo los ayuntamientos del GIL y similares los que huelen mal: partidos tan por encima de toda sospecha como el PP o el PSOE utilizan m¨¦todos similares que -al margen de que sean formalmente l¨ªcitos- permiten alcanzar id¨¦nticos resultados. Es decir, que, sistem¨¢ticamente, el planeamiento urban¨ªstico se modifique a voluntad sirvi¨¦ndose del sistema de convenios, cuya opacidad, si se desea, est¨¢ garantizada.
Quiz¨¢ sea por eso por lo que ning¨²n partido pol¨ªtico se toma la molestia de reflexionar sobre este problema. Adem¨¢s, el Gobierno del PP ha dado pasos en el sentido contrario a lo que ser¨ªa de desear: ha tomado decisiones como la de debilitar la Fiscal¨ªa Anticorrupci¨®n -que es, sin duda, una instituci¨®n que no le gusta nada- o la de desmontar la secci¨®n de los servicios secretos (CNI) dedicada a estudiar estos asuntos.
Alegra, eso s¨ª, que sea un fiscal del Supremo, como Vercher, quien se tome en serio estos asuntos. Sus colegas, sin duda, deber¨ªan de tomar ejemplo. Empezando por sus colegas de la Audiencia de M¨¢laga, que har¨ªan bien en leer su art¨ªculo de Claves. (Ya s¨¦ que es un poco ¨¢rido y resulta m¨¢s divertido el Marca, pero un d¨ªa es un d¨ªa).
Hace un par de semanas, la Fiscal¨ªa de M¨¢laga archiv¨® la causa abierta hace poco m¨¢s de un a?o tras la moci¨®n de censura de Marbella que dio el poder a una ensalada de tr¨¢nsfugas neogilistas. Lamentablemente, no era una sorpresa. Lo sorprendente hubiera sido lo contrario: que hubieran llevado a cabo una investigaci¨®n seria.
Bastar¨ªa con que los fiscales pusieran en este asunto un celo similar al que aplicaron hace a?os para detectar los fraudes del PER, que cost¨® c¨¢rcel a unos cuantos alcaldes por unas irregularidades de decenas de miles de pesetas, una broma comparado con lo que estamos hablando. De momento, no parecen estar suficientemente inspirados. No se sabe bien por qu¨¦.
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