Dem¨®cratas y republicanos, empatados
Desde hace varios meses, diversos profesores universitarios est¨¢n enviando a sus colegas fren¨¦ticos correos electr¨®nicos en los que les instan a firmar peticiones para pedir a Ralph Nader que, por favor, no vuelva a presentarse a las elecciones presidenciales del pr¨®ximo oto?o. Los dem¨®cratas saben que no hay sitio para frivolidades. Si los republicanos ganan esta elecci¨®n, y dominan el Congreso, el Senado y el Tribunal Supremo, Estados Unidos tendr¨¢ que aguantarlos durante mucho tiempo.
Los expertos en pol¨ªtica opinan que ning¨²n dem¨®crata del nordeste puede ganar en las elecciones, que s¨®lo pueden vencer los dem¨®cratas del sur, como Carter y Clinton, pero la situaci¨®n actual es muy imprevisible. El arist¨®crata de Boston John Kerry ha derrotado a los candidatos sure?os John Edwards y Wesley Clark por enorme margen: Clark sali¨® tan malparado que ha abandonado ya la carrera. Los dem¨®cratas del sur dicen que van a votar a ABB : "Anybody But Bush", cualquiera que no sea Bush.
Con lo que supone pertenecer a "la ¨¦lite del norte" y, por lo menos, haber vivido en distintas zonas de Estados Unidos, incluido el sur, voy a intentar interpretar el voto sure?o. En primer lugar, Dukakis -que es el ejemplo que se da siempre porque fue un candidato dem¨®crata de Boston que perdi¨® por completo el sur- merec¨ªa perder, porque era un candidato muy d¨¦bil. M¨¢s del 90% de los estadounidenses proceden de familias llegadas a este pa¨ªs en el siglo XX, es decir, que no son precisamente descendientes de sudistas que lucharan en la Guerra de Secesi¨®n. Si Jimmy Carter y Bill Clinton, ambos sure?os, tuvieron tan buenos resultados, no fue porque hablaran con acento del sur, sino, entre otras cosas, porque supieron atraer el inmenso voto negro y la econom¨ªa de la clase media en el "nuevo sur", que naci¨® con el traslado de industrias del norte y familias del norte y el medio oeste a los nuevos centros industriales de Atlanta, los Estados del suroeste y diversas ¨¢reas de Tejas. Muchos tejanos, incluido Bush, son relativamente nuevos; se trata de un Estado raro, con una mezcla de gente venida de otros lugares, cristianos conservadores, republicanos "del sur", una vasta poblaci¨®n de clase media y baja e importantes dem¨®cratas progresistas, como la ex gobernadora Ann Richardson.Los dem¨®cratas pierden cuando llevan a cabo una campa?a basada en el estilo, incluso cuando el estilo afecta a aspectos intr¨ªnsecamente importantes, como los derechos de los homosexuales, la ecolog¨ªa y el derecho a aparecer desnudo cuando uno quiere; cuando presumen de ser tan listos y modernos, al resto del pa¨ªs no le gusta. Por el contrario, los dem¨®cratas ganan cuando el pa¨ªs padece grandes tasas de desempleo, cuando los trabajadores y una clase media empobrecida est¨¢n desesperados. Y, desde el desastre de Vietnam, existe una profunda aversi¨®n a verse involucrados en guerras equivocadas.
Howard Dean es el candidato osado que supo conectar con el clima antiguerra del pa¨ªs, mientras la mayor parte de su partido, los medios y los intelectuales se mor¨ªan de miedo, convencidos de que les iban a tachar inmediatamente de antiamericanos si criticaban la guerra o a Bush. Ahora bien, ?de verdad creen las ¨¦lites progresistas que los ciudadanos corrientes son tan est¨²pidos como para no darse cuenta de que han perdido dos millones de puestos de trabajo para favorecer un sistema que s¨®lo beneficia a los m¨¢s ricos? ?Que no ven que se est¨¢n eliminando constantemente puestos de trabajo en Estados Unidos para ocuparlos con mano de obra barata en pa¨ªses en los que los trabajadores no tienen derechos? ?Que no se han enterado de Enron o el esc¨¢ndalo de los contratos de Halliburton en Irak, que no les importa que les hayan mentido sobre las armas de destrucci¨®n masiva o no han visto los cad¨¢veres repatriados por avi¨®n?
Kerry y los dem¨¢s candidatos dem¨®cratas a la presidencia se han apresurado a apoderarse del mensaje de Dean y a buscar el voto del ala progresista del partido, tan marginada durante el mandato centrista de Clinton. Y, por primera vez desde hace d¨¦cadas, est¨¢ habiendo una afluencia masiva de votantes dem¨®cratas en las primarias. Los medios de comunicaci¨®n, que no persiguen la noticia, sino la victoria, se han sacudido la timidez y han empezado a atacar a Bush. Si, hace un a?o, el pa¨ªs parec¨ªa adormilado y resignado, ahora, en cenas y reuniones, hay intensas discusiones pol¨ªticas. La larga carrera de las primarias, que se suele considerar un lastre, est¨¢ result¨¢ndoles provechosa a los dem¨®cratas, porque les est¨¢ dando enorme visibilidad en los medios mientras se reagrupan como partido. Los altos ¨ªndices de popularidad de Bush tras el 11-S hicieron que los republicanos escogieran Nueva York para celebrar su pr¨®xima convenci¨®n, con la esperanza de obtener una fotograf¨ªa equivalente a la de entonces. Pero ahora se encuentran con que van a reunirse en una ciudad que es tremendamente hostil al presidente. Si Kerry, que desde luego es mucho m¨¢s elegible, sale vencedor con el programa de Dean, ¨¦ste pasar¨¢ ala historia como el hombre que dio nueva vida al Partido Dem¨®crata y le devolvi¨® su legitimidad. Si Kerry pierde, los dem¨®cratas decidir¨¢n, a posteriori, que deber¨ªan haber seleccionado al audaz Dean.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.