Blix, testigo de cargo de los aprietos de Blair
El primer ministro plante¨® su inquietud por el calendario del jefe de inspectores de la ONU
A mediados de enero de 2003, cuando el camino hacia la guerra parec¨ªa imparable, el primer ministro Tony Blair encontr¨® resistencia en varias instituciones gubernamentales a participar en una guerra sin una nueva resoluci¨®n, posterior a la que el Consejo de Seguridad hab¨ªa aprobado el 8 de noviembre de 2002, la 1.441. Tanto el abogado general, lord Peter Goldsmith, como Elizabeth Wilmshurst, n¨²mero dos de la oficina de asuntos legales del Foreign Office desde 1997, se opon¨ªan a dictaminar su legalidad. Blair consigui¨® apoyo de Washington para intentar sacar adelante esa segunda resoluci¨®n.
Pero, seg¨²n todas las fuentes, el primer ministro brit¨¢nico dispon¨ªa de muy poco tiempo. Hans Blix, el jefe de la Comisi¨®n de las Naciones Unidas de Vigilancia, Verificaci¨®n e Inspecci¨®n (Unmovic) fue un testigo de cargo de la desesperaci¨®n de Tony Blair. Seg¨²n explic¨® Blix a EL PA?S, Blair le recibi¨® el 17 de enero.
"Blair dijo que le preocupaba nuestro prolongado calendario. Si no se produc¨ªan incidentes concretos y los descubrimientos de los inspectores eran de orden menor, quiz¨¢ surgir¨ªa un dilema. La presi¨®n militar era importante para lograr la colaboraci¨®n de Irak. Y en esto yo estaba de acuerdo, pero Blair dijo que EE UU no pod¨ªa mantener a sus tropas ociosas en la zona durante meses. Si la falta de cooperaci¨®n honesta persist¨ªa, dijo, habr¨ªa que tomar decisiones graves alrededor del 1 de marzo", recuerda Blix. A?ade que el primer ministro se mostr¨® afable.
El 31 de enero de 2003, en una reuni¨®n entre el presidente George Bush y Blair, en Washington, ambos calificaron de irrelevante el viaje de Mohamed el Baradei, presidente del Organismo Internacional de la Energ¨ªa At¨®mica (OIEA), y Blix a Bagdad. El problema de Irak, seg¨²n declararon, iba a llegar a su fin en cuesti¨®n de semanas.
Londres sosten¨ªa que el apoyo del Consejo de Seguridad a la guerra no era indispensable; sin embargo, con una opini¨®n p¨²blica mayoritariamente en contra de la guerra, la aprobaci¨®n del Consejo, aunque no imprescindible, ten¨ªa para el Gobierno de Blair alta prioridad e intentar¨ªa lograr consenso para una resoluci¨®n que apoyara la intervenci¨®n armada.
Tanto la Administraci¨®n de Bush como la de Blair intentaron saber qu¨¦ posibilidades exist¨ªan para obtener el voto de la mayor¨ªa a favor de una segunda resoluci¨®n. La Agencia Nacional de Seguridad de EE UU solicit¨® colaboraci¨®n al Centro de Comunicaciones del Gobierno brit¨¢nico para espiar a seis pa¨ªses con quienes era necesario contar para obtener una mayor¨ªa de votos en el Consejo de Seguridad. El espionaje se puso en marcha de inmediato. Tanto las misiones diplom¨¢ticas, sus ordenadores como sus residencias fueron puestas bajo control electr¨®nico.
El 5 de febrero de 2003, tras escuchar a Colin Powell en la ONU, Blix viaj¨® a Londres. Blix recuerda: "En un almuerzo que compartimos con miembros del Foreign Office y el servicio secreto nos enteramos de que los brit¨¢nicos estaban redactando una resoluci¨®n que le exigiera a Irak que actuara fijando un plazo espec¨ªfico. En caso de que no se produjeran acontecimientos r¨¢pidamente, la resoluci¨®n autorizar¨ªa impl¨ªcitamente -aunque no de forma directa- el uso de la fuerza".
Blix trabajaba en un documento de resumen de todos los problemas pendientes en Irak y los posibles plazos. "El domingo 16 de febrero llam¨¦ a Powell por tel¨¦fono y le expliqu¨¦ nuestro documento base. Le pregunt¨¦ si EE UU podr¨ªa aceptar el 15 de abril como fecha l¨ªmite para esos temas. Me dijo que no, era demasiado tarde", recuerda Blix.
Pero ese documento s¨ª interes¨® a los brit¨¢nicos. "El 20 de febrero de 2003, a trav¨¦s de la l¨ªnea telef¨®nica segura que hab¨ªa en la oficina del embajador sir Jeremy Greenstock, sostuve una larga conversaci¨®n con Blair sobre la iniciativa que estaba promoviendo. Me dijo que EE UU se hab¨ªa llevado una decepci¨®n con mi informe del 14 de febrero. Seg¨²n Blair, ese informe hab¨ªa debilitado la fe de EE UU en el trabajo de la ONU. Yo, a mi vez, pens¨¦ que la fe norteamericana en que nuestro trabajo condujese a una autorizaci¨®n de la ruta militar sin duda debi¨® verse debilitada", explic¨® Blix.
Blair quer¨ªa ofrecer a los norteamericanos una estrategia alternativa, que incluyera una fecha l¨ªmite. "Me dijo el 20 de febrero que necesit¨¢bamos definir claramente lo que era cooperaci¨®n, quiz¨¢ haciendo una lista de categor¨ªas. Los norteamericanos, a?adi¨®, hablaban de iniciar las hostilidades a finales de ese mismo mes de febrero. Le dije que Powell, al consultarle yo sobre la fecha del 15 de abril de 2003, me contest¨® que era demasiado tarde. Blair se?al¨® que ¨¦l seguir¨ªa con la idea del ultim¨¢tum y que tratar¨ªa de conseguirme tanto tiempo como pudiera".
En la ¨²ltima semana de febrero, el embajador Greenstock ofreci¨® a seis pa¨ªses de los llamados "indecisos" (en realidad, se opon¨ªan a la guerra) reuniones individuales y privadas con agentes del MI6, la rama exterior del servicio de inteligencia brit¨¢nico, para que les explicaran la situaci¨®n de las armas de destrucci¨®n masiva en Irak. En paralelo, el embajador espa?ol ante la ONU, Inocencio Arias, explic¨® en sus mensajes reservados a Exteriores en Madrid que los dos embajadores que encabezaban al grupo de indecisos -el de M¨¦xico y el de Chile- expresaban, al pedir m¨¢s tiempo a los inspectores, sus opiniones sesgadas personales antes que las de sus Gobiernos respectivos.
"Not¨¦ que a Blair le estaba resultando dif¨ªcil convencer a los norteamericanos de que aceptaran su plan. ?stos dudaban, dijo, de que los inspectores de la ONU estuvieran de su parte", se?ala Blix. El borrador se hizo circular el 7 de marzo, pero no fue sometido a votaci¨®n -se retir¨® el 17 de marzo, un d¨ªa despu¨¦s de la cumbre de las Azores- ante su segura derrota.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.