Escepticismo y debate
La falta de debate sobre temas cient¨ªficos es algo que lamentamos peri¨®dicamente en este pa¨ªs. Hace falta que se produzca una noticia sobre clonaci¨®n humana o alg¨²n desastre clim¨¢tico o alimentario para que moment¨¢neamente una noticia cient¨ªfica aparezca en alg¨²n lugar relevante de un peri¨®dico y merezca la formulaci¨®n de opiniones. El debate cient¨ªfico continuado est¨¢, por desgracia, ausente en nuestros peri¨®dicos, mientras suele darse en los grandes diarios de Alemania o Francia, por citar dos ejemplos. Quiz¨¢ podamos atribuir el hecho a la cl¨¢sica separaci¨®n artificial entre cultura y ciencia, acentuada por la baja tradici¨®n cient¨ªfica que tenemos en Espa?a. Sin embargo, este fen¨®meno se da en un momento en el que muchas decisiones pol¨ªticas, del Prestige a las plantas transg¨¦nicas, de las vacas locas a las c¨¦lulas madre, est¨¢n basadas en datos y opiniones cient¨ªficas, y cuando algunos de nuestros valores personales parecen estar puestos en cuesti¨®n por los avances de la ciencia.
La falta de debate se pon¨ªa sobre la mesa hace pocos d¨ªas por Joaqu¨ªn Estefan¨ªa a prop¨®sito del libro The Skeptical Environmentalist, de Bjorn Lomborg, un libro publicado hace m¨¢s de dos a?os y que en muchos pa¨ªses ha levantado una pol¨¦mica encendida. Se trata de un voluminoso libro en el que el autor, un especialista dan¨¦s en an¨¢lisis estad¨ªstico, pretende reestudiar los datos que se manejan para diagnosticar el estado del medio ambiente en nuestro planeta. Su conclusi¨®n es que muchos datos sobre el estado del medio ambiente en nuestro planeta est¨¢n mal analizados y otros se exageran y, aunque concede que en algunos aspectos el medio ambiente se deteriora, su conclusi¨®n es que en otros casos mejora y, para decirlo en t¨¦rminos generales, concluye que no hay para tanto. El libro levant¨® un esc¨¢ndalo may¨²sculo en Europa y Estados Unidos. Algunos de los cient¨ªficos m¨¢s prestigiosos que trabajan sobre el tema del cambio clim¨¢tico fueron invitados a escribir en la revista Scientific American una serie de art¨ªculos en los que descalificaban a Lomborg. Los art¨ªculos lo trataban de ignorante, de manipular los datos y de irresponsable. Ven¨ªan a decir que alguien que nunca ha trabajado en el tema hab¨ªa escogido y elaborado como hab¨ªa querido datos para sacar unas conclusiones que hab¨ªa decidido a priori. Se le acusaba tambi¨¦n de que estaba dando argumentos a aquellos que se oponen a actuar para corregir los efectos de la actividad humana sobre el cambio clim¨¢tico. Desde este punto de vista, en un momento en que hasta el muy ben¨¦volo convenio de Kioto no avanza, el libro ser¨ªa especialmente nefasto. El hecho es que la controversia ha seguido. Lomborg fue nombrado director de un Instituto de Investigaci¨®n sobre el Medio Ambiente por el Gobierno liberal-conservador de su pa¨ªs; sin embargo, el a?o pasado el Comit¨¦ de Deshonestidad Cient¨ªfica dan¨¦s le acus¨® de falta deontol¨®gica por haber manipulado los datos en los que se basa su libro. El Gobierno dan¨¦s, sin embargo, no acept¨® el veredicto, al tiempo que descalificaba duramente al comit¨¦ argumentando que no se trataba de una falta deontol¨®gica y que se hab¨ªan utilizado argumentos de ¨ªndole personal en el proceso.
Dejando de lado la an¨¦cdota, que es, por otra parte, significativa, una de las cosas que el libro mencionado pone de manifiesto es la necesidad de recordar que lo que llamamos verdad cient¨ªfica es algo que se construye sobre la base de la duda sistem¨¢tica. La actividad cient¨ªfica es sin duda m¨¢s esc¨¦ptica que c¨ªnica, y aunque sus bases se encuentran m¨¢s bien en el epicure¨ªsmo, los cient¨ªficos suelen vivir de forma m¨¢s estoica. Por muy aceptada que est¨¦ la idea de que la actividad humana est¨¢ creando cambios importantes en el clima, si los datos no se construyen con el rigor necesario, no sirven. En este sentido, el debate producido por Lomborg es sano. Pero tambi¨¦n hay que tener en cuenta que en nuestra sociedad muchas veces aparecen problemas frente a los cuales hay que tomar decisiones que deben basarse en datos cuya elaboraci¨®n cient¨ªfica no es completa. En estas situaciones es l¨®gico que haya debate y que entre la comunidad cient¨ªfica haya posiciones encontradas. Sin embargo, quien tiene que tomar decisiones con urgencia demanda una certeza en la que basarlas, por muy provisional que sea. En este momento hist¨®rico en el que nos encontramos, el consenso, basado en los datos m¨¢s s¨®lidos que existen, es que hay que actuar si se quiere que nuestra actividad no altere en mayor medida el tipo de clima que hemos tenido hasta ahora. Puede que alguien piense que esto no sea negativo. Hay que recordar, por ejemplo, que ha habido voces, como la del presidente de Rusia, Vlad¨ªmir Putin, para quien el cambio clim¨¢tico es perfecto para su pa¨ªs. Desde esta perspectiva, el libro de Lomborg es incluso peligroso, algo comparable a quienes todav¨ªa en este momento, aunque haya aspectos oscuros sobre la relaci¨®n entre virus y enfermedad, crean dudas sobre la relaci¨®n entre el virus VIH y el sida, produciendo confusi¨®n sobre las medidas para prevenir la enfermedad. Es cierto que en algunos casos la contaminaci¨®n se est¨¢ reduciendo, por ejemplo en ciertos r¨ªos europeos, pero es posible que Lomborg olvide que esto se ha producido gracias al an¨¢lisis pormenorizado de los datos, la formulaci¨®n de pol¨ªticas y el cumplimiento de ¨¦stas. Es posible que en los pa¨ªses desarrollados la superficie de bosques est¨¦ aumentando, pero quien haya estado en Asia del sureste y haya visto el cielo oscurecido por la quema de bosques de Borneo a dos mil kil¨®metros de distancia no puede admitir que no est¨¦ pasando nada.
Por todo ello, en mi opini¨®n, lo que perjudica cualquier debate, y el que existe sobre los temas con base cient¨ªfica en particular, es la existencia de "paquetes" de conclusiones que hay que comprar en su integridad y para las que los datos cient¨ªficos pueden llegar a ser irrelevantes, cuando no molestos. Si el paquete no se quiere todo entero, hay que comprar el de la competencia. Es algo a lo que Lomborg llama la "Letan¨ªa". Si estamos preocupados por la degradaci¨®n del medio ambiente, hay que estar contra el cambio clim¨¢tico que es producido por cualquier actividad industrial o agr¨ªcola, hay que estar contra las centrales nucleares y contra las plantas transg¨¦nicas. Pero lo que se nos propone es que, si no estamos de acuerdo, hay que sustituir esta Letan¨ªa por otra en la que tenemos que coincidir con algunas propuestas seg¨²n las cuales hay que aceptar las actividades econ¨®micas por su rentabilidad, y si se afecta el medio ambiente los mecanismos del mercado ya solucionar¨¢n con posterioridad los posibles problemas que aparezcan. Lo que parece imposible en el fragor de la batallapara unos y para otros es poder aceptar la validez de los argumentos caso por caso. Parece que no sea posible aceptar que quiz¨¢ ciertas soluciones sean v¨¢lidas en unos casos y en otros no, que ciertos datos son s¨®lidos y no los otros, y que nada sustituye al debate en profundidad, transparente y riguroso. Y que a veces hay que tomar decisiones que a alguien le parecen extra?as. ?C¨®mo es posible, por ejemplo, que un pa¨ªs tan n¨®rdico como Finlandia haya decidido construir en el 2003 una central nuclear? Es posible que haya quien est¨¦ pensando que no hay formas de producci¨®n de energ¨ªa radicalmente buenas y otras radicalmente malas, sino que quiz¨¢ haya que considerar lo que es m¨¢s apropiado en cada caso. O en la orilla opuesta quiz¨¢ habr¨¢ que ir aceptando cada vez m¨¢s que los costes medioambientales tienen que introducirse en las actividades econ¨®micas. Est¨¢ claro que si lo hacemos as¨ª hay un peligro para algunos valores y para intereses establecidos. Proponer una reflexi¨®n y las soluciones basadas en la reflexi¨®n nos aleja del eslogan, y, peor todav¨ªa, nos puede hacer cambiar de opini¨®n. Se atribuye a Disraeli el comentario: "No pongas nunca a un cient¨ªfico en un comit¨¦: es capaz de escuchar al contrario y aceptar su opini¨®n". ?Qu¨¦ mejor elogio pod¨ªamos esperar los cient¨ªficos de un pol¨ªtico!
Es ah¨ª donde la falta de debate cient¨ªfico en un pa¨ªs que se quiere moderno como el nuestro es grave. En nuestras decisiones personales y en muchas decisiones pol¨ªticas, en la balanza en la que se toman las decisiones hacemos pesar los valores que queremos respetar. Para ello es importante confiar en los datos de que disponemos, y la tentaci¨®n de los poderes pol¨ªticos de manipularlos es clara. Libros como el de Lomborg tienen la virtud de hacer reconsiderar puntos de vista que parecen establecidos; sin embargo, es posible que nos est¨¦ llevando a conclusiones opuestas, pero manipulando los datos, algo de lo que acusa a sus oponentes. No hace muchos d¨ªas, un grupo de cient¨ªficos americanos denunciaba el maquillaje de datos sobre el medio ambiente por parte de la Administraci¨®n de Bush. Tambi¨¦n debemos ser conscientes de las consecuencias de las decisiones y de los valores que est¨¢n en juego, y por ello es necesario explicitar unos y otros. Igual que se debaten cuestiones de ¨ªndole pol¨ªtica, hay que debatir las cient¨ªficas, tanto m¨¢s cuanto m¨¢s afectan nuestra vida y nuestros valores. Y ¨¦stos pueden tenerse en cuenta en diferente medida en diferentes pa¨ªses. La historia, la forma de vida, la manera de pensar, las tradiciones ideol¨®gicas y religiosas de cada sociedad pesan en las decisiones que tomamos. Es ¨²til considerar las decisiones que toman en otros pa¨ªses, pero no se puede sustituir el debate en el seno de la propia sociedad, hecho en funci¨®n de sus propios valores y de sus propios intereses. Y esta opini¨®n a su vez podr¨¢ tratar de influir en el debate que en muchos temas, como los medioambientales, est¨¢ necesariamente globalizado. En ello, la rigurosa elaboraci¨®n de los datos cient¨ªficos disponibles, desde el escepticismo m¨¢s radical, el debate transparente y abierto de sus consecuencias, muchas veces dif¨ªcilmente previsibles, y la manifestaci¨®n de los valores que se defienden es imprescindible. Los medios de comunicaci¨®n tienen una gran responsabilidad en ello.
Pere Puigdom¨¨nech es director del Laboratorio de Gen¨¦tica Molecular Vegetal. CSIC-IRTA.
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