Cartas de amor desde las colonias
Con efusivas declaraciones de amor se rend¨ªan ante sus alejadas esposas los colonos hispanos al tocar tierra en las Indias. Sus cartas privadas dan fe del car¨¢cter rom¨¢ntico del aventurero espa?ol frente al m¨¢s recatado emigrante ingl¨¦s, pero, como se?ala la historiadora Rebecca Earle, tambi¨¦n llevan al enga?o. "Estas ep¨ªstolas representan la negaci¨®n ling¨¹¨ªstica del poder del var¨®n sobre la mujer", sostiene esta experta en su reciente investigaci¨®n en la materia.
Earle se ha centrado en las expresiones de saludo y despedida en la correspondencia privada de los colonos que siguieron los pasos de Crist¨®bal Col¨®n desde Espa?a hacia las Indias. Revis¨® m¨¢s de 300 cartas personales, datadas entre los siglos XVI y XVIII, en su ¨²ltimo estudio de investigaci¨®n para la Universidad de Warwick, la instituci¨®n inglesa donde imparte clases de historia.
Mientras el emigrante espa?ol se dirig¨ªa a su "amor", a su "prenda", a su "consuelo", sus hom¨®logos ingleses limitaban el saludo al formal "dear madame" (querida se?ora)
"El romanticismo que derrochan en las cartas no se corresponde con la realidad de la convivencia conyugal. Nada indica que se comportaran cari?osamente en la vida matrimonial", dice Earle
"Son cartas mayoritariamente de varones espa?oles asentados en las Indias que enviaban a sus esposas o queridas. Est¨¢n cargadas de frasecitas amorosas, de expresiones rom¨¢nticas como 'querida m¨ªa de mis ojos', 'amor de mis entra?as' , 'amada esposa m¨ªa'...", explica entresacando algunas expresiones de las recogidas en su ensayo Cartas y amor en la Hispanoam¨¦rica colonial.
Subida de tono
Los calurosos saludos de los emigrantes espa?oles fueron subiendo de tono a lo largo de los siglos. De tratar inicialmente a sus mujeres como "hermanas" pasaron, tres siglos despu¨¦s, a identificarlas como "hijas de mi coraz¨®n", al tiempo que ellos mismos rebajaban su estatus social hasta la servidumbre. "En el siglo XVIII acostumbraban a despedirse con expresiones como 'su negro', 'su esclavo', 'su fiel servidor'. Paralelamente alargaron hasta la saciedad el final de la carta. Era corriente leer p¨¢rrafos al estilo de: 'Amant¨ªsima y querid¨ªsima hija m¨ªa que Dios le guarde por dilatados a?os para mi consuelo. Su atento y humilde servidor que sus manos besa", cuenta Earle.
El gradual proceso de humillaci¨®n del hombre ante la mujer ha sido analizado en estudios anteriores de Patricia Seed y otros historiadores. Pero la profesora de Warwick cuestiona el fundamento ver¨ªdico de este aparente acto de degradaci¨®n. "Debe entenderse como una representaci¨®n de la negaci¨®n ling¨¹¨ªstica del verdadero poder de los varones. El hombre detentaba el poder econ¨®mico, legal y social sobre la mujer. Pero lo niega en sus cartas y se identifica como un peque?o esclavo que ha llegado a esta situaci¨®n a consecuencia de la lejan¨ªa y falta de amor de su esposa", defiende.
"El romanticismo que derrochan en las cartas no corresponde con la realidad de la convivencia conyugal. Nada indica que estos mismos hombres se comportaran amistosa o cari?osamente en la vida matrimonial. Por el contrario, fortalece la observaci¨®n hist¨®rica de que la violencia era un elemento constituyente de la masculinidad", a?ade. Y resume: "Estas cartas delatan las mentiras personales e ¨ªntimas de un matrimonio".
Los colonos hispanos ten¨ªan motivos para engatusar a sus parejas. "Quer¨ªan animar a sus esposas a que viajaran a las Indias. Deb¨ªan motivarlas a dar este dr¨¢stico paso porque las leyes de la ¨¦poca dictaban que los casados deb¨ªan vivir junto a sus mujeres", explica la investigadora.
El estilo y la forma de persuasi¨®n van evolucionado a medida que el aventurero afianza su posici¨®n en las tierras de ultramar. "En el XVI sol¨ªan escribir que la vida es triste en cualquier lugar, pero menos triste en M¨¦xico, Cuba, Venezuela... Dos siglos despu¨¦s promet¨ªan un nivel de felicidad acorde con su propio poder¨ªo", recuerda Earle. A modo de ejemplo cita una carta: "Aqu¨ª usted podr¨¢ ser se?ora, tendr¨¢ esclavos a los que podr¨¢ mandar, llevar¨¢ una vida placentera y ser¨¢ muy feliz".
Esta evoluci¨®n tambi¨¦n se aprecia en cartas que j¨®venes soldados remitieron a sus madres a trav¨¦s del pu?o y letra de los misioneros. Earle recuerda el caso de un mozo de 20 a?os que comunica desde Venezuela a su madre que "ya es soldado" y que est¨¢ luchando con los insurgentes. Otro escribe: "Soy ahora soldado y hombre importante. No puede usted darme tantos consejos".
Las cartas revisadas por Earle proceden principalmente de casados. "No es el t¨ªpico emigrante, puesto que la mayor¨ªa de los espa?oles que viajaban a las Indias eran solteros. Pero se trata de gente acomodada, comerciantes, soldados, marineros, con una edad media en torno a los 20 a?os", explica.
Escasas misivas femeninas
En su b¨²squeda en el Archivo Hist¨®rico Nacional de Madrid y en el de Colombia, entre muchos, descubri¨® muy pocas ep¨ªstolas de mujeres. "Se han perdido muchas cartas de mujeres, quienes, sin embargo, aparecen mencionadas en descripciones entre la correspondencia de sus maridos". Estas referencias hacen con frecuencia menci¨®n a la negativa de la mujer a trasladarse a colonias, lo cual hace caer a su esposo en un estado de "luto" y de "lloros constante". "Mi coraz¨®n se ha destruido dentro de mi seno... con estos atrasos y malos momentos... sufro tormentos inimaginables pensando que perder¨¦ a mi joya... cari?o, no sigo escribiendo. puesto que mis suspiros y l¨¢grimas no me lo permiten", rezan las misivas.
Mientras el emigrante espa?ol se dirig¨ªa a su "amor", a su "prenda", a su "consuelo", sus hom¨®logos ingleses limitaban el saludo al formal "dear madame" (querida se?ora) e incluso eliminaban la expresi¨®n de afecto en las introducciones a sus cartas. "Varios estudios indican que las ¨¦lites inglesas escrib¨ªan cartas fr¨ªas e impersonales. S¨®lo comienzan a relajar el lenguaje a partir del siglo XVIII. Los espa?oles echaron mano del lenguaje rom¨¢ntico mucho antes que los anglosajones", se?ala Earle.
Otras investigaciones tambi¨¦n indican que hasta ese mismo siglo el amor no desempe?¨® un papel importante en una relaci¨®n conyugal o de noviazgo entre las clases altas inglesas. "El anglosaj¨®n", dice Earle, "buscaba en una relaci¨®n crear una familia, mejorar las conexiones sociales, enriquecerse y, quiz¨¢ tambi¨¦n, saciar su apetito sexual. Pero el amor no entraba en sus ecuaciones. Entre los espa?oles, en cambio, el amor tuvo cierto peso en una fase m¨¢s temprana de la historia".
"Placer prohibido"
REBECCA EARLE se interes¨® en el campo de la correspondencia privada hace m¨¢s de cinco a?os al redactar la introducci¨®n de Epistolary selves: letters and letter-writers, 1600-1945, un compendio sobre estudios en la materia. La invitaci¨®n a un Congreso en Viena centrado en el tema le llev¨® a iniciar su propia investigaci¨®n en su ¨¢rea de especializaci¨®n, la Hispanoam¨¦rica colonial, hace escasamente dos a?os. "Es agradable leer cartas de extra?os, saborear un placer prohibido", apunta desde Warwick en buen castellano.
Nacida en Ithaca, un pueblo del Estado de Nueva York, hace 40 a?os, Earle encamin¨® sus estudios hacia las matem¨¢ticas, llegando incluso hasta el master. Se vio entonces en un callej¨®n sin salida, y, en 1987, dio el dr¨¢stico viraje hacia los estudios de historia. Viv¨ªa entonces en Warwick, Inglaterra.
"Me especialic¨¦ en historia de Latinoam¨¦rica por motivos est¨²pidos. Como extranjera en Warwick conoc¨ª a muchos estudiantes y profesores argentinos, mexicanos y colombianos, principalmente. Me pareci¨® interesante profundizar en su historia", reconoce.
A un master en Historia, en 1990, sigui¨® el doctorado cuatro a?os m¨¢s tarde, abarcando tres campos de investigaci¨®n: Colombia en la ¨¦poca colonial e independencia; revueltas ind¨ªgenas y la reforma de los Borbones en Nueva Granada; el papel de la imprenta en las guerras de independencia de Hispanoam¨¦rica.
Con Cartas y amor en la Hispanoam¨¦rica colonial, cuyo texto acaba de publicar en alem¨¢n con anterioridad a una versi¨®n en ingl¨¦s, prevista en unos meses, se sumergi¨® en cuestiones de identidad personal entre los inmigrantes hispanos.
Earle combina sus clases y tutor¨ªas de Historia en la Universidad de Warwick con nuevas investigaciones. En la actualidad se centra en el pasado precolombino y, en concreto, en el papel de los aztecas e incas en la construcci¨®n del nacionalismo mexicano. Parte integrante de este ¨²ltimo proyecto son los ensayos Padres de la patria and the ancestral past y Creole patriotism and the myth of the loyal Indian, de reciente publicaci¨®n.
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