Los Mundiales m¨¢s tristes
Espa?a termina la competici¨®n sin una sola medalla
Para Marta Dom¨ªnguez, la rocosa, la peleona, un cl¨¢sico entre los cl¨¢sicos del atletismo, el atleta es una burbuja, el atletismo es un deporte individual y nada afecta el ambiente exterior. Para Manolo Mart¨ªnez, el otro cl¨¢sico del atletismo espa?ol moderno, el hombre que ha convertido el lanzamiento de peso en una de las bellas artes, lo que se respira es lo que te alimenta, el pesimismo y el ambiente negativo de los compa?eros hacen que se encojan los brazos, que no se estiren las piernas. Ambas tendencias filos¨®ficas representadas por las dos figuras m¨¢s solventes convergieron ayer, en la c¨¢lida pista de Budapest, en una misma impotencia. Fallaron los blandos, fall¨® el n¨²cleo duro y el reducto irreductible tampoco pudo ayer, el d¨ªa en que un 1.500 masculino que termin¨® en cerca de los cuatro minutos cont¨® con un atleta espa?ol en la cola, cambiar la tendencia al desastre. Por primera vez desde el Mundial en pista cubierta de Par¨ªs 97, el equipo espa?ol regresa a sus territorios sin una mala medalla que llevarse a la boca. Acudi¨® con 32 atletas, la m¨¢s numerosa y fuerte representaci¨®n de la historia, volvi¨® con cinco finalistas -uno menos que las medallas del ¨²ltimo mundial- y una carga moral de frustraci¨®n.
Marta Dom¨ªnguez termin¨® cuarta en un 3.000 que ella misma, amargamente, supo resumir en una frase: "Como he demostrado hoy, quien tira siempre pierde". La atleta palentina, medallista al aire libre y en pista cubierta, se encontr¨® con que la inglesa Pavey, que le hab¨ªa prometido que iba a salir a tirar, se refugi¨® en el autob¨²s o, como mucho, se puso a su lado, porque ella, Dom¨ªnguez, la que mejor sabe colocarse, la que siempre hace bambolear la cinta rosa de su pelo junto a la l¨ªnea de pintura de la calle uno, a tres cuartos de zancada de quien marque el ritmo, se encontr¨® justo ah¨ª, en el puesto de quien marca el ritmo. Fue un suicidio inconsciente. El ritmo era lento, pero era Dom¨ªnguez, una a la que le gustan las carreras vivas, que las rivales lleguen sin aliento a la ¨²ltima recta donde, l¨®gicamente, se rinden a su suerte, la que lo marcaba, la que se desgastaba, la que hac¨ªa la vida m¨¢s agradable a las dem¨¢s. "Es que no tengo repr¨ªs", se disculp¨®. "Fondo, s¨ª, tengo mucho, pero me falta velocidad". Aguant¨® 2.600 metros al frente, hasta que lleg¨® el momento en que hab¨ªa que correr de verdad, hasta el momento en que las et¨ªopes cambiaron, brutales, el ritmo. "Justo ah¨ª las piernas no me dieron m¨¢s", dijo Dom¨ªnguez. Justo ah¨ª, tras las inalcanzables Defar y Adere, que por este orden llegaron a la meta, se fueron todas menos Dom¨ªnguez. Se fueron la rusa Zadorozhnaya y la norteamericana Culpepper. Y aunque tropezaron y la rusa se fue al suelo, y aunque Dom¨ªnguez so?¨® con una remontada heroica en los ¨²ltimos 100 metros, 50 en cerrada en curva y 50 en m¨ªnima recta, todo ya estaba perdido. "Y yo pensaba que del podio me pod¨ªa echar la rusa, pero se me meti¨® la americana", dijo. "Y cuando fui a por ella ya estaba muy lejos. Y superarla en una recta tan corta era una tarea imposible".
Manolo Mart¨ªnez se arriesg¨® en el primer lanzamiento, como hab¨ªa prometido, lo hizo largu¨ªsimo, su querida bola amarilla sali¨® disparada como propulsada por un ca?¨®n, el ¨¢ngulo de tiro era magn¨ªfico, tom¨® la par¨¢bola perfecta, aterriz¨® m¨¢s all¨¢ de la l¨ªnea de 21 metros, y el lanzador, tras el giro, toda la fuerza a¨²n desbord¨¢ndole, se encontr¨® con que el suelo no era el cemento del verano, sino el lin¨®leo del invierno, aunque de buena textura, no pudo agarrar las zapatillas, cay¨® de bruces, casi de morros, al suelo. "Y esa ca¨ªda, que en cemento no me habr¨ªa acaecido, me toc¨® la confianza. Ya no pude volver a tirar al 100%". Entre tiro y tiro, Mart¨ªnez, paseaba, le¨®n enjaulado. Los gritos de la saltadora Ruth Beitia, que en la grada animaba y daba consejos t¨¦cnicos a su amiga Marta Mend¨ªa -la navarra termin¨® sexta con un salto de 1,94-, que animaba a Marta Dom¨ªnguez, que tambi¨¦n gritaba "vamos Manolo", le acompa?aban. "Tard¨¦ tiempo en recuperarme", dijo el leon¨¦s. "Me rehice e intent¨¦ con ganas llegar a 21 metros, pero me he quedado con las ganas". El campe¨®n del mundo saliente logr¨® sacar un lanzamiento de 20,79 metros, su mejor lanzamiento del a?o, un lanzamiento que le dej¨® quinto en una prueba dominada por los norteamericanos Cantwell (21,49 metros) y Hoffa (21,07). Como bien preve¨ªa Mart¨ªnez, un tiro de 21 metros le habr¨ªa valido una medalla.
Como dir¨ªa el c¨ªnico, hubo un tiempo en que Espa?a s¨®lo ganaba medallas en la pista cubierta, y entonces se dec¨ªa que eran unos campeonatos B. Espa?a se considera desde hace tres a?os una potencia mundial, por eso no gana bajo techo. O como dijo el sincero o, resumiendo, Marta Dom¨ªnguez: "Est¨¢bamos acostumbrados a las medallas, y ahora, cuando nos faltan, nos damos cuenta de lo dif¨ªciles que eran".
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