Parar el tiempo

Eduardo Serrano, El G¨¹ito, recapitula sus recuerdos esc¨¦nicos y los dedica a su primera, y m¨¢s importante, maestra, Pilar L¨®pez. Echa mano a los estilos que le he visto bailar casi siempre, la farruca, la sole¨¢, algo la siguiriya -acompa?ado por una bailaora, Mar¨ªa Viv¨®, en esta ocasi¨®n-, algo las buler¨ªas.

En cierto modo, es como si El G¨¹ito hubiese parado el tiempo en los 40 a?os que lleva de carrera, lo que puede tener dos lecturas. Una, la primera, su fidelidad a la ortodoxia, a las formas que ¨¦l incorpor¨® a su baile desde los comienzos, y que nunca ha abandonado. El G¨¹ito vio muy claro entonces que deb¨ªa adoptar un estilo personal sobrio, estilizado, y a ¨¦l se atuvo y con ¨¦l pudo imponer, por ejemplo, un baile por sole¨¢ que ha acreditado como modelo y paradigma.

La segunda lectura nos puede hacer pensar en un cierto inmovilismo, pues quienes hemos visto mucho al bailaor tenemos con frecuencia la impresi¨®n de que siempre le vemos la misma farruca, la misma sole¨¢, el mismo espect¨¢culo.

De Mis recuerdos, al margen de las interpretaciones personales de El G¨¹ito, no hay mucho m¨¢s que decir. Es convencional, y en los temas colectivos de bailaoras y bailaores -martinetes, tarantos, alegr¨ªas, buler¨ªas por sole¨¢- todo nos pareci¨® un tanto pobre y poco ensayado, hasta el punto de que una de ellas sali¨® cuando no deb¨ªa y hubo de meterse precipitadamente al darse cuenta de su error. Son cosas que pasan, pero que no deber¨ªan pasar en un teatro del prestigio del Villamarta y en un ciclo como el Festival de Jerez.