El espejismo del IRA
A comienzos de la d¨¦cada de los setenta, el grupo terrorista IRA inici¨® una indiscriminada campa?a de atentados en Londres e Irlanda del Norte. La persona al frente de una de las c¨¦lulas terroristas responsable de dichas acciones explicaba al autor de este art¨ªculo la motivaci¨®n de su organizaci¨®n: "Lo l¨®gica era crear terror, puro terror, no s¨®lo bombas u objetivos econ¨®micos". Otro de los terroristas corroboraba esa intencionalidad e incluso defend¨ªa medidas como las siguientes: "?Vayamos a Inglaterra y coloquemos bombas en campos de f¨²tbol! ?Que nos escuchen en Inglaterra!". Uno de sus compa?eros lleg¨® a proponer la utilizaci¨®n de lanzallamas con el deliberado deseo de provocar impactantes im¨¢genes cuando los medios de comunicaci¨®n reflejaran el estado de las v¨ªctimas.
El di¨¢logo con el IRA no precedi¨® a su derrota, sino que fue consecuencia de la misma
Esa racionalizaci¨®n se basaba en la creencia de que de ese modo se provocar¨ªa una respuesta estatal desproporcionada que contribuir¨ªa a reforzar al grupo terrorista. Pero tambi¨¦n se persegu¨ªa otro efecto, presentar al grupo terrorista como un actor cruel, poderoso y carente de inhibiciones a la hora de utilizar el terror. Cre¨ªan los terroristas que de ese modo la negociaci¨®n con ellos quedar¨ªa garantizada.
La l¨®gica de ETA puede asemejarse a la del IRA, organizaci¨®n en la que los terroristas vascos han buscado referentes constantemente. As¨ª lo demuestran los insistentes intentos de perpetrar atentados denominados como "espectaculares" en la terminolog¨ªa de dichas organizaciones. Durante los a?os noventa, el IRA decidi¨® incrementar sus atentados en la capital brit¨¢nica con enormes explosiones inspirando al terrorismo etarra, que ya busc¨® atentar en Torre Picasso en 1999 y que vio frustrado hace dos semanas otro intento de atentar en la capital con una potente bomba. Es importante tener presente estos datos para analizar la masacre cometida por ETA.
Cierto es que la repulsa y el rechazo social ante tama?a brutalidad va a ser un¨¢nime en los pr¨®ximos d¨ªas. Las im¨¢genes de los heridos ensangrentados que nos muestran y mostrar¨¢n los medios de comunicaci¨®n, los terribles testimonios de los testigos con el horror y el miedo en sus rostros, las manifestaciones ciudadanas y otros elementos contribuir¨¢n a reforzar el rechazo a la organizaci¨®n terrorista capaz de llevar a cabo semejante atrocidad. Pero a medida que el terror transmitido en esa inmediatez vaya tomando distancia, cuando poco a poco los ciudadanos que no se han visto directamente afectados por tan sanguinaria violencia recuperen su normalidad cotidiana, otros efectos del terrorismo perpetrado en Madrid perdurar¨¢n. En esos momentos se determinar¨¢ en gran medida el ¨¦xito o el fracaso de ETA.
Existe el peligro de que el terrorista interprete que el infierno causado hoy era necesario y eficaz. As¨ª lo entender¨¢n los miembros de la organizaci¨®n si empiezan a escucharse los siguientes argumentos: s¨®lo se pondr¨¢ fin a esta barbarie si se negocia con ETA, pues es imposible evitar que un individuo cometa un atentado como el reciente cuando lo desee a pesar de que las fuerzas de seguridad impidan muchos otros. El terrorista persigue este tipo de an¨¢lisis a trav¨¦s del chantaje emocional que le proporcionan esas v¨ªctimas destrozadas por la explosi¨®n, esos ni?os indefensos con la piel en carne viva, esa mujer con la voz temblorosa que gime ante la c¨¢mara con la mirada perdida ante el horror que acaba de presenciar. Es por ello por lo que la respuesta al crimen de ETA exige descartar ese planteamiento que identifica la negociaci¨®n o el di¨¢logo con la organizaci¨®n terrorista como la ¨²nica salida. Si se aceptara ese camino no se estar¨ªa acercando la paz sino todo lo contrario, pues se estar¨ªa transmitiendo al terrorista que su violencia es eficaz y que un incremento de la letalidad le reporta concesiones. En las pr¨®ximas semanas habr¨¢ quien defienda que ahora que ETA est¨¢ d¨¦bil, esta carnicer¨ªa le permite presentarse ante su propios activistas con una fortaleza de la que realmente carece y que por ello hay que aprovechar esta situaci¨®n para buscar el final dialogado con ella. Este escenario es el que ans¨ªa el terrorista mediante el condicionante de la tragedia humana que han causado. Probablemente, incluso se escuchar¨¢n voces que se?alen que el final de la violencia en Irlanda del Norte lleg¨® cuando se asumi¨® la necesidad de dialogar con el IRA y ante el convencimiento de que no se pod¨ªa acabar con este grupo policial y militarmente.
Sin embargo, el referente norirland¨¦s nos muestra que la derrota de la organizaci¨®n s¨ª es posible, que el di¨¢logo no precedi¨® a dicha derrota, sino que fue la consecuencia de la misma y s¨®lo surgi¨® cuando se anunci¨® la voluntad de poner t¨¦rmino al terrorismo. Como confesaba una antigua activista arrestada tras colocar en 1972 un coche bomba en Londres, "una vez el IRA acept¨® un determinado camino, o sea, el alto el fuego, la gente estaba dispuesta a echarles una mano". Otro antiguo preso respaldaba esta opini¨®n: "Militarmente, los republicanos han sido derrotados. Lo que pasa es que el trato que hicieron fue que la escapatoria que les dejar¨ªan ser¨ªa una situaci¨®n en la que se hablaba de resoluci¨®n del conflicto, ese tipo de lenguaje que se empez¨® a utilizar cuyo prop¨®sito era un enorme ejercicio de relaciones p¨²blicas". Todo esto, no se olvide, sucedi¨® cuando la organizaci¨®n admiti¨® su derrota tras neg¨¢rsele concesiones o beneficios por su violencia.
Rogelio Alonso es profesor de Ciencia Pol¨ªtica en la Universidad Rey Juan Carlos y coordinador de la Unidad de An¨¢lisis y Documentaci¨®n sobre Terrorismo.
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