Morir en Madrid
En los suburbios viven obreros de todas clases. A las 7.00 no son los m¨¢s favorecidos por la fortuna, como a las 8.00 de Nueva York no trabajaban en las Torres Gemelas los grandes ricos. Estos atentados masivos no son parte de la lucha de clases, ni buscan culpables -?de qu¨¦?- en los que castigar algo. No es verdad lo que dice Rajoy, que lo que pas¨® ayer era un atentado contra la democracia: desgraciadamente, una cosa es la gente, otra la democracia y deb¨ªan ser lo mismo. No basta para culpar a Aznar por la forma legaloide, exacerbante y sin salida con la que combate a ETA, ni es suficiente para a?adir a sus argumentos torcidos uno m¨¢s contra Carod Rovira, que s¨®lo quiso negociar; ni contra su enemigo Zapatero.
No es eso, no. Bombardear el Pozo del T¨ªo Raimundo, que fue la zona m¨¢s pobre de Madrid a la que ayud¨® a salir la figura de un cura abnegado y el Partido Comunista clandestino, no tiene sentido pol¨ªtico. En las Torres hab¨ªa obreros de todas las naciones. En estos puntos bombardeados de Madrid hab¨ªa personas de todas las autonom¨ªas y de todos los pa¨ªses empobrecidos: todos vinieron a arreglar sus vidas, a pesar de las persecuciones, los contratos ef¨ªmeros, la amenaza del paro. Han venido a morir en Madrid a manos de criminales que lo que quieren es una independencia que no van a poder conseguir; y si la consiguen, no ser¨¢ para ellos, como Espa?a no es para los espa?oles. El mundo, dec¨ªa Ciro Alegr¨ªa, es ancho y ajeno.
?C¨®mo va a influir en las elecciones este asesinato masivo? No lo s¨¦. Creo que cada uno votar¨¢ a quien pensaba; ninguno castigar¨¢ al PP por su enloquecida pol¨ªtica antiterrorista, ninguno a Zapatero porque los socialistas de Catalu?a gobiernen con un partido cuyo dirigente se ha entrevistado con ETA para que no mate; no se puede saber. Lo espont¨¢neo fue la suspensi¨®n de actos, de estrenos de teatro, de f¨²tbol. El dolor.
(Repito una conversaci¨®n antigua: un viejo etarra reinsertado me dijo en Bilbao: "Lo que yo no puedo olvidar es que a m¨ª me bombardearon los espa?oles". "?Y qui¨¦n cree usted que me bombardeaba a m¨ª", le contest¨¦. En todo caso, hay una universalidad: en el mundo unos civiles se est¨¢n matando entre s¨ª. Los pol¨ªticos mueren en la cama. El terrorista mataba a Lincoln, Dato, Prim: ahora mata obreros).
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