"Una cierta glacialidad tambi¨¦n revela sentimientos"
Fleur Jaeggy naci¨® en Z¨²rich y vive en Mil¨¢n". ?sa es toda la informaci¨®n que aparece en la solapa de sus libros. Lo dem¨¢s hay que intuirlo por el texto. La familia distante, el ambiente burgu¨¦s y fr¨ªamente luterano, el internado femenino, la soledad, las enfermedades y los suicidios son temas recurrentes, y en ellos hay algo de autobiogr¨¢fico. La escritora reside efectivamente en un elegante piso milan¨¦s. Es una mujer t¨ªmida, muy bella, muy cort¨¦s, en cuya conversaci¨®n asoman fogonazos autoritarios que ahoga de inmediato en una duda o una sonrisa. No le entusiasman las entrevistas y sufre al ser fotografiada. Sus obras son breves, tersas, tragedias afiladas y oscuramente ir¨®nicas. La m¨¢s reciente es Proleterka, la historia de un crucero por el Mediterr¨¢neo que re¨²ne una despedida, una iniciaci¨®n sexual, un cortejo f¨²nebre y un misterio.
"Lo interesante es topar con dificultades, porque el placer de escribir est¨¢ en resolverlas"
"Si esta entrevista resultara demasiado breve, ?no podr¨ªa aprovechar el espacio hablando de Ingeborg Bachmann?"
PREGUNTA. En
Proleterka
hace una referencia a
Billy Budd.
RESPUESTA. S¨ª, Herman Melville, me gusta much¨ªsimo Melville. Y Billy Budd es una historia maravillosa. El inocente castigado... La leo a menudo, y cada vez consigue conmoverme.
P. ?Por qu¨¦ hace esa menci¨®n justamente en este libro?
R. Porque Proleterka trata del viaje de una nave y al escribirlo me vino a la mente el barco de Billy Budd. Y dada mi particular inclinaci¨®n por Melville, decid¨ª incluir esa frase. Tambi¨¦n me gusta mucho el relato del gallo en la chabola de la familia pobre. Y Bartleby, el escribiente, ?recuerda?: "Preferir¨ªa no hacerlo...".
P. ?Hay un inocente castigado en
Proleterka?
R. No lo he pensado. La protagonista no parece tener una vida f¨¢cil, hay una cierta soledad en torno a ella... Los castigos le pasan cerca, la rozan. El desastre... Hablar de mi libro es... Hace a?os escrib¨ª un libro que se llamaba Los hermosos a?os del castigo.
P. ?No es el padre, Johannes, un inocente castigado por la vida?
R. El padre parece un ser un poco rom¨¢ntico, que no pide nunca nada. Permanece distante del mundo. Quiere estar con esta hija, pero no... Johannes pide poco.
P. ?Por qu¨¦ sus personajes no muestran emociones?
R. Porque en un libro uno hace ciertas elecciones y... Tengo la impresi¨®n de que a Johannes le aflora alg¨²n sentimiento. Quiz¨¢ entre l¨ªneas. Yo me limito a estar sentada ante la m¨¢quina de escribir y a golpear las teclas; si luego resulta que los personajes no exteriorizan nada, ?qu¨¦ puedo hacer yo? Creo que, en realidad, algunos personajes son bastante extremos. Una cierta glacialidad tambi¨¦n revela sentimientos.
P. ?Siempre utiliza esa m¨¢quina de escribir?
R. S¨ª. Me digo que un d¨ªa usar¨¦ el ordenador, pero ese d¨ªa a¨²n no ha llegado. Escribo a m¨¢quina desde hace m¨¢s de treinta a?os, y me gusta el ruido de los tipos golpeteando sobre el papel.
P. ?Cu¨¢nto tiempo lleva escribir un libro?
R. No me gusta hablar de eso, porque publico poco. Creo que el anterior apareci¨® hace seis o siete a?os. Son pocas p¨¢ginas para tantos a?os, ?no?
P. ?Sus borradores son tambi¨¦n breves?
R. No suelen ser muy largos, pero con Proleterka, que escrib¨ª durante a?os, acumul¨¦ mucho papel. Llegado un cierto punto me fui a Alemania, a una regi¨®n de la antigua RDA, y me aloj¨¦ en un lugar bastante bello, un castillo con un lago y un bosque que pertenec¨ªa a Achim y Bettina von Arnim y ahora es del Estado. Me invitaron. Me llev¨¦ un pu?ado de libros, las primeras pruebas de la novela y papel. Aquello no pod¨ªa seguir as¨ª, ten¨ªa que terminar. Pas¨¦ dos meses en el castillo, cortando, pegando con cola nuevos fragmentos sobre el original, y finalmente me dije que estaba m¨¢s o menos acabado. Eso ocurr¨ªa en un mes de marzo. Pero de regreso a Mil¨¢n segu¨ª trabajando sobre el texto. Y en septiembre a¨²n hice una ¨²ltima llamada telef¨®nica al tip¨®grafo, con el libro ya en imprenta, para a?adir un peque?o detalle.
P. ?Cu¨¢l?
R. Creo que era la estrella roja pintada sobre la chimenea del barco. Y finalmente termin¨¦. Aqu¨ª en casa me costaba mucho avanzar, hay demasiados libros. Sin embargo, necesito escribir con una pared desnuda a mi espalda.
P. ?Por qu¨¦ la pared desnuda?
R. Porque me gusta el vac¨ªo y no lo tengo. Saber que a mi espalda la pared est¨¢ vac¨ªa es un alivio. Ahora tengo menos libros porque a principios de a?o me desprend¨ª de muchos de ellos. Lo invad¨ªan todo, se amontonaban por el suelo. Hoy esto est¨¢ bastante ordenado porque ven¨ªa usted. Simpatizo mucho con las paredes vac¨ªas. ?Puedo a?adir una cosa? Como veo que a usted le gustan los gatos...
[El periodista ha acariciado a Tsanga, el gato de Jaeggy]. En el castillo alem¨¢n ten¨ªa un amigo, Erich, un cisne que sal¨ªa del agua cuando le llamaba y ven¨ªa a mi habitaci¨®n. A menudo pase¨¢bamos juntos. Le daba de comer. Pero hay que tener cuidado, porque los cisnes pueden ser crueles, muerden. ?l encontr¨® en m¨ª una compa?¨ªa. Antes siempre estaba solo. Y, ?qui¨¦n sabe?, quiz¨¢ se estableci¨® una simpat¨ªa mutua. Mire, aqu¨ª tengo una foto con el cisne. Un domingo llegaron dos se?oras que me pidieron visitar el castillo. Me preguntaron por "mi cisne" y yo, feliz, les mostr¨¦ la finca. Nos tomaron la foto, al cisne y a m¨ª, y me la enviaron. Tengo tanta relaci¨®n con los cisnes...
P. Y...
R. El momento en que al fin se publica el libro es un alivio. En realidad, en el ¨²ltimo momento, yo no quiero publicar. Pero cuando recibo las pruebas terminadas experimento una sensaci¨®n de liberaci¨®n. Todo ese papel... Guardo el original de Proleterka, con los fragmentos pegados... Siempre hay algo que no funciona, algo que huye. Cuanto m¨¢s se mira el texto con lupa, m¨¢s se escapa. Es mejor que el libro se vaya.
P. ?La escritura es placer o sufrimiento?
R. No sabr¨ªa responder. Escribo desde hace muchos a?os, desde que era una ni?a. Lo interesante es topar con dificultades, porque el placer de escribir est¨¢ en resolverlas. Quiz¨¢.
P. ?Ha escrito siempre?
R. S¨ª. He publicado poco pero he escrito siempre. El primer libro apareci¨® en 1968, pero hab¨ªa estado en elaboraci¨®n durante varios a?os.
P. ?Por qu¨¦ publica poco?
R. No s¨¦, es una inclinaci¨®n m¨ªa. Siempre se puede cambiar. Hasta ahora ha sido as¨ª.
P. Intuyo que no deben gustarle las presentaciones, las giras promocionales, las entrevistas.
R. Al principio no hac¨ªa nada de eso. Luego me compromet¨ª con una gira por universidades de Estados Unidos que fue muy complicada. Tuvo que acompa?arme una amiga, sin ella no me habr¨ªa atrevido. Soy muy t¨ªmida. Pero aquel viaje americano fue una lecci¨®n y he mejorado un poco en la cuesti¨®n de enfrentarme a audiencias. Hago lecturas en Alemania, y consigo leer alem¨¢n. Que no es mi lengua.
P. ?No?
R. No, no.
P. Pero sus libros abundan en t¨¦rminos alemanes. Sobre todo t¨¦rminos compuestos.
R. El alem¨¢n es mi lengua perdida. Es la lengua que me ha precedido, el idioma de mis muertos, que vuelve. Lo hablo poco, y, sin embargo, a veces aflora. Yo escribo en italiano, mi lengua materna, pero mis personajes normalmente hablan en alem¨¢n. Y la partitura del libro, entonces, requiere alguna palabra alemana. Quiz¨¢ tambi¨¦n el sonido.
P. ?Me hace un favor? ?Podr¨ªa leerme alg¨²n p¨¢rrafo de
Proleterka?
El¨ªjalo usted.
R. ?Qu¨¦ prefiere? ?El fragmento del suicidio? ?Los ni?os abandonados?
P. Qu¨¦ terribles suenan sus temas.
R. Ja, ja, s¨ª. Veamos... Me cuesta encontrar lo que busco; una vez publicado un libro, intento olvidarlo. ?Pruebo con el suicidio? Quiz¨¢ no le interese.
P. S¨ª, claro.
R. Veamos... "La nuestra es una familia de suicidas. De aspirantes al suicidio. Las raras veces en que hemos tenido ocasi¨®n de pasar alg¨²n tiempo, breve, entre parientes, el tema fundamental, el ¨²nico tema por el que cada uno de nosotros mostraba un cierto inter¨¦s, era el suicidio. Las tentativas fallidas. Ante lo dem¨¢s, una indiferencia educada. A los familiares no les interesa hablar de otra cosa. El tema 'quitarse la vida' siempre ha sido m¨¢s fuerte que los temas del dinero, las herencias, las enfermedades. Ni los funerales eran tenidos en cuenta. Incluso si ofrec¨ªan un pretexto para encontrarnos. Pocas veces nos perd¨ªamos un funeral de familia. Generalmente se celebraban en lugares tur¨ªsticos. En lugares amenos. Con un lago. En el banquete f¨²nebre no era infrecuente que alguien contara una de sus fallidas tentativas de suicidio. Algunos vivieron muchos a?os".
P. Quer¨ªa comprobar c¨®mo le¨ªa usted sus propios silencios.
R. No he pensado en eso, he le¨ªdo como si fuera un libro de otro. Me alejo de mis libros ya terminados. Cuando me toca leer en Alemania, me hago a la idea de que esas p¨¢ginas no son m¨ªas. Est¨¢n en alem¨¢n, en otra lengua.
P. Ese pasaje que ha le¨ªdo estaba lleno de iron¨ªa.
R. S¨ª. Quiz¨¢.
P. Yo imaginaba a la familia contando sus experiencias e intercambi¨¢ndose consejos sobre c¨®mo matarse mejor...
R. Durante un tiempo pens¨¦ introducir conversaciones en las que cada uno contaba sus propios intentos.
P. Pero no lo hizo.
R. No, porque luego lo corto.
P. ?Por qu¨¦ todos esos cortes y esa obsesi¨®n por la brevedad?
R. Es una expresi¨®n de mis propias inclinaciones. La forma breve me atrae mucho. Bartleby, en el fondo...
P.
Bartleby
no es tan breve.
R. No.
P. Parece como si experimentara pudor.
R. No, escribo una p¨¢gina, dos p¨¢ginas, y leo en voz alta para saber c¨®mo va. Cuando leo noto lo que sobra.
P. Y dice: esto fuera.
R. S¨ª, esto fuera.
P. Cuando termina un libro, ?piensa ya en el siguiente?
R. Depende. A veces no tengo ning¨²n proyecto ni ganas, pero sigo yendo a la m¨¢quina de escribir. Aunque callar es lo mejor.
P. ?S¨ª?
R. S¨ª. Quiz¨¢ despu¨¦s de la entrevista me siente a la m¨¢quina. Pero no, tengo la impresi¨®n de haber contado ya demasiado. Siempre es mejor dejarlo correr, callar.
P. Cuando recibe el primer ejemplar de una de sus obras, ?qu¨¦ siente?
R. La primera vez me hizo ilusi¨®n. Ahora ya no. Es simplemente algo que ha salido. Al recibir el paquete lo dejo en un rinc¨®n, porque no quiero verlo. Una cosa publicada est¨¢ terminada.
P. Cuando se enfrenta a lectores que le hacen preguntas, o a entrevistas...
R. En Italia no suelo hacer esas cosas. En Alemania, con otro idioma, se trata de otra persona y es distinto. En cualquier caso, cuando hablo delante del p¨²blico, sin leer, es mejor. Tantas veces se ponen de por medio las c¨¢maras, las grabadoras... Es mejor lo que se dice y se esfuma, adi¨®s. ?Me entiende? ?Me da la raz¨®n?
P. S¨ª. Oiga, no circulan muchos datos biogr¨¢ficos sobre usted, ni fotograf¨ªas.
R. Lo suficiente.
P. Tiene algo de Salinger, hay misterio en torno a usted.
R. Me gusta Salinger. Si esta entrevista resultara demasiado breve, ?no podr¨ªa aprovechar el espacio hablando de Ingeborg Bachmann? Era una escritora muy buena, amiga m¨ªa. Cuando la conoc¨ª, no le dije que escrib¨ªa. Despu¨¦s me dio consejos preciosos, fingiendo que no me los daba. Y corrigi¨® las pruebas de mi primer libro. Muri¨® hace 30 a?os. Escucho a menudo una cinta en la que lee sus poemas.
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