El horror, de cerca / 3
?Est¨¢s bien? Suena al otro lado la voz de un amigo.
No, Carlos, no estoy bien; a decir verdad, estoy a cinco millones de a?os luz de estar bien.Esta vez la imagen de un cuerpo desgarrado colgado como un fardo, como una ristra de ajos sin cuerda ni ventana, no es s¨®lo la imagen de una p¨¢gina en el peri¨®dico que soporta el editorial. El acta final de un analista.
No, hoy no estoy bien, y como me encuentro tan lejos en el tiempo y el espacio de estar bien, me permito la licencia de ser primario, y reducir ad infinitum esa cadena convirti¨¦ndola en s¨®lo una grosera y obscena bola de odio.
Teresa, mi amiga y compa?era, ayer perdi¨® a su marido. Cuatro a?os compartiendo con ella nuestro gusto por el trabajo bien hecho. Cada d¨ªa.
Cada d¨ªa... Ayer, Gonzalo, su marido, iba en uno de los trenes que estall¨®. Fin del trayecto.
A ¨¦l no le conoc¨ªa, pero a Teresa s¨ª. Cada d¨ªa habl¨¢bamos y discut¨ªamos de lo mismo que hablan y discuten dos compa?eros de trabajo. No necesitaba conocer a Gonzalo. Me conozco a m¨ª, y en su vida proyecto perfectamente la m¨ªa. Cuando a las seis y media suena el despertador y remoloneo cinco minutos en la cama, cuando me ducho, cuando me tomo un caf¨¦ y cuando con un beso rozado digo a mi mujer mientras corro escaleras abajo "hasta luego".
Ayer no hubo luego, ni ma?ana, ni futuro.
Hoy no estoy bien. Me encuentro aqu¨ª, s¨®lo, a cinco millones de a?os luz de estar bien, sentado en un rinc¨®n oscuro y sin saber d¨®nde se coge el tren de vuelta a casa.
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