Espacios de higiene mental
Cruz Roja inicia sus reuniones para atender psicol¨®gicamente a sus voluntarios y empleados
"Tengo la sensaci¨®n de que no s¨¦ muy bien todav¨ªa qu¨¦ pasa. Estoy como ida. No me centro". Mar¨ªa F¨¦ explica lo que est¨¢ sintiendo desde que se produjo el atentado del 11 de marzo. Se inicia as¨ª una de las primeras reuniones de terapia (denominadas debriefing) que los voluntarios y trabajadores de Cruz Roja Espa?ola llevar¨¢n a cabo durante las pr¨®ximas semanas y que comenzaron ayer. En ellas participan todos los miembros de la organizaci¨®n que se hicieron cargo de la asistencia psicol¨®gica y sanitaria de las v¨ªctimas del atentado del pasado 11 de marzo, alrededor de unas 1.000 personas, profesionales de todo tipo.
El objetivo de estos c¨ªrculos es evitar que la situaci¨®n de estr¨¦s vivida con el atentado de Atocha derive en problemas m¨¢s profundos de tipo psicol¨®gico. "Son muy buenos para saber qu¨¦ le est¨¢ pasando a uno. Es necesario que se generen unos espacios de higiene mental, donde uno aprenda a expresar lo que le sucede y aprenda a digerirlo", explica Carlos Chana, trabajador social de la organizaci¨®n y quien dirige este grupo.
Cada uno debe tener un m¨¢ximo de 10 personas, para que sean operativos. Por eso, se han organizado tambi¨¦n en otras regiones, como Granada, ?vila, Huelva, Huesca, Murcia, Cuenca, Salamanca, Segovia, Navarra, Pa¨ªs Vasco, Extremadura y Catalu?a, de donde proced¨ªan los grupos de apoyo psicosocial que se trasladaron a la capital el mismo d¨ªa de la tragedia.
"Yo creo que ya lo tengo somatizado. Hoy he so?ado que le hab¨ªa dicho a una persona que no encontraba a su familiar en la lista y luego me aparec¨ªa en otra. Pero yo ya le hab¨ªa dado la mala noticia..", cuenta Nieves.
Chana le responde que los sue?os son normales. Que ir¨¢n desapareciendo. Que si son obsesivos necesitar¨¢ la intervenci¨®n de un especialista. Que, si no, es normal que aparezcan pesadillas.
"Yo no s¨¦ llorar", confiesa Isabel, otra asistente. "Creo que es un problema gordo".
"Es peor, porque se te queda dentro", dice Chana. Hay que buscar formas de canalizar lo que sientes. Unos dicen que le viene bien nadar un rato. Otros, llorar varias horas. Lo importante es confrontar la situaci¨®n, expresarla y, sobre todo, normalizar. A trav¨¦s de un grupo, una novia, el f¨²tbol o un terapeuta.
Nieves cuenta que la misma ma?ana del atentado una conocida le habl¨® de que un familiar estaba entre las v¨ªctimas. "Empec¨¦ a buscar y no lo ve¨ªa en la lista", explica. La lista era la de aquellos heridos que hab¨ªan sido ingresados en los hospitales. No estar en ella significaba ese d¨ªa la persona estuviera entre los cad¨¢veres que hab¨ªan sido llevados a la improvisada morgue del Ifema. Una sentencia para los familiares. Un trago para los voluntarios de Cruz Roja, el darles la mala noticia.
"Es que para una sola persona, a lo mejor llamaban 50 preguntando", a?ade Mar¨ªa F¨¦. "Algunas estaban luego entre las v¨ªctimas. A m¨ª no se me olvida el nombre de Sara Encinas [una de las fallecidas]".
"La gente de la Cruz Roja est¨¢ acostumbrada a trabajar con dolor", explica Chana. "Pero a veces influye el factor suerte, d¨®nde hayas trabajado, y te condicionan las autolimitaciones: qu¨¦ puedes hacer y qu¨¦ no. Cada persona acusa el dolor de una forma diferente".
Miguel ?ngel, otro de los asistentes, recuerda a un compa?eros de los que trabajaron en el Ifema. Era un estudiante de Medicina Forense, habituado a ver cad¨¢veres. "Despu¨¦s de un rato con las familias de las v¨ªctimas, nos pidi¨® que le volvi¨¦ramos a llevar a trabajar con los cuerpos de los fallecidos, porque le era m¨¢s f¨¢cil de soportar", cuenta.
Incluso el coordinador de la sesi¨®n relata su experiencia. "Atend¨ª a los familiares en el hospital Gregorio Mara?¨®n ese d¨ªa [por el jueves 11 de marzo]. El hospital lo ten¨ªa todo muy organizado, con apoyo de los estudiantes en pr¨¢ctica y los m¨¦dicos residentes. Pero fue muy duro. Lo peor era enviar a la gente al Ifema. Los ibas preparando. Les dec¨ªas a los hijos que fueran con sus padres en el coche, porque no estaban para conducir...
"Es que la gente hac¨ªa todo el recorrido antes de ir a Ifema. Se pasaban horas visitando hospitales, con tal de no ir para all¨¢", agrega Miguel ?ngel.
As¨ª, de an¨¦cdota en an¨¦cdota hasta generalizar lo que les sucede a todos. Han vivido una experiencia que nunca olvidar¨¢n. Pero se trata de enfrentarse a los recuerdos, digerirlos y darles un orden cronol¨®gico, para que no acechen por las noches, ni por sorpresa. Al final, un consejo para todos: "Contad con mucho apoyo social. Hablad de lo que ha pasado y permaneced siempre muy acompa?ados".
Ayuda a los m¨¢s curtidos
Ni los bomberos, ni los servicios sanitarios, ni las Fuerzas de Seguridad de Madrid hab¨ªan vivido jam¨¢s en la capital escenas tan espeluznantes como las que han tenido que superar en la ¨²ltima semana, tras el atentado de Atocha, con 201 muertos y m¨¢s de mil de heridos, algunos fuertemente mutilados.
Por eso, el Servicio de Emergencias de la capital, m¨¢s conocido como el Samur, comenzar¨¢ a partir de ma?ana a realizar sesiones de debriefing espec¨ªficas para ese personal, a trav¨¦s de su equipo de psic¨®logos, todos los d¨ªas, ma?ana y tarde.
"Cuando una persona se te va, se te va a t¨ª, no al voluntario que te ayuda. T¨² eres el que le da la mala noticia al familiar, t¨² tomas las decisiones. Y eso te curte. Adem¨¢s, quien m¨¢s y quien menos ha estado en una cat¨¢strofe internacional. Pero esta vez el callo que ten¨ªamos ha sido superado", cuenta Fernando Prados, m¨¦dico y jefe de secci¨®n de Protecci¨®n Civil, desbordado entre las llamadas de tel¨¦fono.
"Todos hemos visto ya situaciones que otra persona no podr¨ªa tolerar. Pero un atentado terrorista tiene alrededor algo que lo trastoca todo", a?ade. Por eso, se ha puesto en marcha una campa?a de informaci¨®n a todo el personal para publicitar la oficina de atenci¨®n permanente, dirigida a todos los que actuaron el d¨ªa del atentado. A ellos se a?aden las sesiones de terapia, con dos psic¨®logos.
"En ellas informaremos de los s¨ªntomas que pueden aparecer, porque a algunos les pueden surgir hasta un mes despu¨¦s", agrega.
Ser¨¢n grupos de 10 personas. "Para permitir el di¨¢logo, pero tampoco muy reducidos. Eso s¨ª, la vigilancia de los psic¨®logos permitir¨¢ se?alar a los m¨¢s afectados, para que puedan tener un tratamiento individualizado".
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