Tigres de papel, avispas digitales
Uno, algo esc¨¦ptico, hace tiempo que piensa que los medios de comunicaci¨®n no son ese Cuarto Poder del que se suele hablar, sino un complejo contrapoder que est¨¢ cambiando de naturaleza. Lo ocurrido en Espa?a muestra que el concepto mismo de medios de comunicaci¨®n de masas se ampl¨ªa. Y en una situaci¨®n en la que hay suficiente pluralismo (no es el caso ni en China ni en la Rusia de Putin), el f¨¦rreo control por un partido o un gobierno de los medios de comunicaci¨®n p¨²blicos y de parte de los privados ya no garantiza nada al que lo ejerce. Lo hemos visto con el Partido Popular en Espa?a, o con el arquetipo que representa Silvio Berlusconi en Italia, pues une las tres dimensiones -sector p¨²blico, sector privado (incluida la publicidad) y finanzas- en una sola persona o grupo no s¨®lo para adaptar la pol¨ªtica a lo que quieren los italianos, sino para adaptar a los italianos a lo que quiere la pol¨ªtica. Pese a estos instrumentos, Berlusconi ya perdi¨® el poder a finales de 1995 y las elecciones poco despu¨¦s, aunque las volvi¨® a ganar en 2001. Pero lo volver¨¢ a perder.
En los cuatro d¨ªas que cambiaron Espa?a han irrumpido en la pol¨ªtica nuevos medios de comunicaci¨®n que no sustituyen a los tradicionales pero s¨ª se a?aden a ellos. Por una parte Internet y los chats. Por otra, la profusi¨®n de los SMS, los mensajes escritos por tel¨¦fono m¨®vil que, nunca mejor dicho, movilizaron a mucha gente en lo que alguno ha llamado "d¨ªa de conexi¨®n" m¨¢s que "d¨ªa de reflexi¨®n". No es un recurso ¨²nicamente de las tribus urbanas de adolescentes. En esta campa?a electoral casi todos los partidos, desde luego los dos grandes, han estado enviando constantemente consignas e instrucciones desde sus sedes a sus miembros activos para reaccionar ante acontecimientos y fijar la l¨ªnea, con una rapidez nunca lograda con anterioridad. Ha nacido una nueva forma de hacer pol¨ªtica, que los venezolanos han descubierto hace tiempo. Gracias a las nuevas comunicaciones -correo electr¨®nico, Internet, SMS- se ha podido organizar una oposici¨®n a Ch¨¢vez sin un centro o cabeza visible. Claro que el r¨¦gimen tambi¨¦n ha usado esos medios para su autodefensa.
Hay consecuencias libertarias. Y otras funestas. Con m¨®viles se activaron los detonadores del 11-M. La Red es un instrumento muy ¨²til para los terroristas planetarios e incluso los locales. Por otra parte, en la pol¨ªtica normal, los argumentarios y las consignas se simplifican al m¨¢ximo cuando han de entrar en un SMS de caracteres limitados. Y por Internet, algunos confidenciales, el correo electr¨®nico o los chats permiten que circulen no s¨®lo noticias verdaderas, sino aut¨¦nticos bulos o intoxicaciones deliberadas, como ha ocurrido estos d¨ªas para intentar desacreditar a la cadena SER.
Siva Vaidhyanathan, autor de El anarquista en la biblioteca (The Anarchist in the Library, de pr¨®xima publicaci¨®n), en una serie de art¨ªculos sobre "el nuevo ecosistema de la informaci¨®n" (www.opendemocracy.net) analiza las implicaciones de las redes electr¨®nicas P2P (persona a persona). Y aunque no trata de los mensajes por m¨®viles, sus conclusiones s¨ª pueden servir, pues lo que estamos viviendo es un cambio importante de la "oligarqu¨ªa" a la "anarqu¨ªa informativa". No todo es una novedad, advierte. Hay precedentes en la chismorrer¨ªa sobre la familia real durante la Revoluci¨®n Francesa, o como gracias a la difusi¨®n de sus mensajes por casetes grabados, el ayatol¨¢ Jomeini consigui¨® preparar la revoluci¨®n isl¨¢mica de 1979 en Ir¨¢n.
Los nuevos medios, en todos sus sentidos, hacen m¨¢s realidad que nunca el dicho de Abraham Lincoln: "Se puede enga?ar a algunas personas siempre; y a todas algunas veces; pero no a todas siempre". O, con o sin CNI, hubo, como lo pone un estudiante, "un momento en que parec¨ªa que toda Espa?a sab¨ªa que hab¨ªa sido Al Qaeda, menos el ministro del Interior".
aortega@elpais.es
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.