'Tarz¨¢n', de E. R. Burroughs
EL PA?S ofrece ma?ana por 1 euro la popular epopeya del hu¨¦rfano criado en la selva por los orangutanes
El sue?o americano tiene tal vez en Edgar Rice Burroughs, autor de la saga de Tarz¨¢n, uno de sus m¨¢s acabados exponentes. Nacido en Chicago en 1875, tuvo ocasi¨®n de conocer el legendario Oeste como voluntario del S¨¦ptimo de Caballer¨ªa, cumpliendo as¨ª con los requerimientos de una vocaci¨®n militar cultivada desde la infancia. Su participaci¨®n en uno de los episodios fundacionales de la modernidad norteamericana, recreado hasta el infinito por la literatura y el cine, no impidi¨®, sin embargo, que su regreso a la vida civil estuviera marcado por el fracaso, como el de tantos veteranos de las guerras en las que participaron los Estados Unidos durante el ¨²ltimo siglo. Tambi¨¦n este periodo de la vida de Burroughs parece ajustarse al modelo consagrado por la ficci¨®n: desorientado tras el licenciamiento, y v¨ªctima del s¨ªndrome que ha aquejado en todo tiempo a quienes arriesgaron su vida por la grandeza del pa¨ªs y se encuentran ignorados a su regreso, inicia una accidentada peregrinaci¨®n por empleos de supervivencia -tendero, oficinista, revisor de ferrocarriles, buscador de oro- de la que ¨²nicamente consigue escapar tras consagrarse a la escritura.
Esta obra re¨²ne en una sola historia versiones de cuentos y mitos conocidos
En tan s¨®lo un a?o de actividad literaria, Burroughs es aclamado por los lectores de relatos por entregas de All-Story Magazine, gracias a su novela de 1912 Una princesa en Marte. La posterior publicaci¨®n de Tarz¨¢n de los monos le convierte ya en un aut¨¦ntico fen¨®meno popular, cuyas obras ser¨¢n traducidas a m¨¢s de una treintena de lenguas y, posteriormente, inspirar¨¢n c¨¦lebres versiones cinematogr¨¢ficas como la protagonizada por Johnny Weissmuller, un antiguo campe¨®n ol¨ªmpico al que ya siempre se identificar¨¢ con el hu¨¦rfano criado entre orangutanes. Aquejado de demencia senil en los ¨²ltimos a?os de su vida, el deportista reconvertido en actor imaginaba ser en la realidad el c¨¦lebre personaje de Burroughs que tantas veces hab¨ªa interpretado en la pantalla.
El ¨¦xito inagotable de Tarz¨¢n quiz¨¢ haya que buscarlo, entre otras m¨²ltiples razones, en la capacidad de su creador para reunir en una sola historia versiones de cuentos y mitos conocidos, utilizando la vida colonial como escenario misterioso en el que los m¨¢s extraordinarios episodios son posibles. De este modo, la historia del reci¨¦n nacido abandonado y adoptado por una familia misericordiosa, de acuerdo con una genealog¨ªa de relatos que podr¨ªa remontarse hasta Mois¨¦s, constituye el arranque de la novela, s¨®lo que en este caso se trata de una familia de orangutanes. El desarrollo f¨ªsico del hu¨¦rfano, por su parte, parece una traducci¨®n literal de la historia del patito feo, s¨®lo que aqu¨ª la cr¨ªa d¨¦bil y desgarbada a ojos de sus compa?eros no resultar¨¢ un bello ejemplar de cisne, sino un humano de origen noble que acabar¨¢ imponi¨¦ndose gracias a la superioridad de la raz¨®n. Por lo que se refiere a su educaci¨®n en los conocimientos art¨ªsticos y cient¨ªficos, algunos pasajes de Burroughs semejan una inversi¨®n de esas epopeyas de n¨¢ufragos que deben adaptarse al estado de naturaleza, como en Shakespeare o Defoe, de tal modo que ahora es el salvaje el que aparece como un intruso en la civilizaci¨®n y debe ir haci¨¦ndose a ella.
Con estos materiales y un abanico de recursos narrativos propios del follet¨ªn, en el que la sorpresa para el lector no reside en que suceda lo inesperado, sino, antes por el contrario, en que suceda exactamente lo que espera, Burroughs construye una novela de aparente ingenuidad e inocente fantas¨ªa en la que va inoculando la ideolog¨ªa colonial. De alg¨²n modo, el personaje de Tarz¨¢n s¨®lo resulta inteligible en un universo de r¨ªgidas jerarqu¨ªas en el que los salvajes est¨¢n m¨¢s cerca de los orangutanes que de los humanos, y de ah¨ª que el hombre-mono pueda aparecer como un eslab¨®n o estadio intermedio en el vasto interregno que media entre la civilizaci¨®n de los blancos y la barbarie de los negros. Como prolongaci¨®n de este universo estratificado, Burroughs identifica la nobleza con los brit¨¢nicos, y pondr¨¢ en manos de un franc¨¦s el aprendizaje de los modos sociales, de las mani¨¨res, de Tarz¨¢n. Tambi¨¦n los espa?oles tendr¨¢n su parte en el relato como ocultadores de tesoros arrebatados a los musulmanes de la Pen¨ªnsula, lo que dar¨¢ lugar a una breve pero sustanciosa disquisici¨®n acerca de la compatibilidad entre el islam y el progreso, en la que ya aparecen algunos de los argumentos que siguen siendo moneda corriente casi un siglo m¨¢s tarde.
Edgar Rice Burroughs muri¨® en 1950 convertido en lo que Robert Louis Stevenson llamaba un "autor popular", es decir, un autor cuyos relatos son fieles no a lo que los hombres ven, sino a lo que los lectores sue?an. La cifra de los del creador de Tarz¨¢n de los monos, aquel veterano del Oeste sin suerte en los primeros tiempos de su vida civil, alcanzar¨ªa hoy varios millones en todo el mundo.
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