Peces de tierra adentro
La localidad granadina de Loja celebra la 11? edici¨®n de la ruta de los 'pescaeros'
Antes de que el asfalto se convirtiera en el principal soporte de las comunicaciones, las mercanc¨ªas y viajeros que transitaban por tierras andaluzas lo hac¨ªan siguiendo el curso de r¨²sticos caminos. Rutas que deb¨ªan sortear, con grandes dificultades, todo tipo de accidentes geogr¨¢ficos y que obligaban a dilatados periplos para cubrir distancias que hoy pueden resultarnos rid¨ªculas.
El municipio de Loja, en el poniente granadino, apenas dista 60 kil¨®metros de las costas mediterr¨¢neas. Desde tiempos remotos esta cercan¨ªa favoreci¨® un intenso tr¨¢fico comercial entre la mencionada localidad y los pueblos de Nerja, Torrox o Torre del Mar, en la provincia de M¨¢laga, poblaciones marineras encargadas del abastecimiento de pescado a las tierras del interior. De esta manera naci¨® la conocida como ruta de los pescaeros, de la que ya aparecen referencias en algunos documentos de finales del siglo XV pero que, seguramente, ya era frecuentada en tiempos de los moriscos.
No siempre los comerciantes loje?os llegaban hasta el mar, a veces esperaban la mercanc¨ªa a mitad de camino, en el municipio de Ventas de Zafarraya. Pero tambi¨¦n es cierto que, en ocasiones, no s¨®lo deb¨ªan alcanzar la playa sino que, incluso, se ve¨ªan obligados a esperar all¨ª a que los pescadores se hicieran a la mar, consiguieran capturas suficientes y regresaran a puerto. Tal era el valor que se otorgaba a este producto en determinadas fechas que algunas hermandades de Loja, llegada la Semana Santa, enviaban a sus propios emisarios en busca de pescado, para poder as¨ª cumplir con las exigencias de la vigilia lit¨²rgica, si es que el mercado local no aportaba la oferta necesaria de especies como el boquer¨®n o la pescada.
Campamentos de maquis
Este camino se mantuvo en uso hasta comienzos del siglo XX, cuando los modernos sistemas de transporte acabaron con la penosa tarea de acarrear el pescado usando bestias de carga que transitaban, en las horas m¨¢s frescas del d¨ªa, por las abruptas estribaciones de la Sierra de Loja. A partir de entonces, la vieja ruta s¨®lo se mantuvo en la memoria de algunos de los ¨²ltimos comerciantes que tuvieron ocasi¨®n de usarla.
Aun sin conocer con exactitud el recorrido de aquel primitivo sendero, un grupo de aficionados a la monta?a, vecinos de Loja, decidi¨® en 1994 rescatar del olvido esta ruta. Lo que naci¨® como una sencilla excursi¨®n de amigos acab¨® convirti¨¦ndose en una de las ofertas de senderismo m¨¢s atractivas de Andaluc¨ªa. A aquel grupo de pioneros se fueron sumando personas llegadas de otras localidades, provincias y hasta del extranjero, de tal manera que la convocatoria termin¨® gozando de cierta publicidad y se abri¨® a la participaci¨®n de cuantos quisieran pasar unos d¨ªas en contacto con la naturaleza. La cita anual se fij¨® en las fiestas de Semana Santa y, as¨ª, entre los d¨ªas 8 y 11 del pr¨®ximo mes de abril se celebrar¨¢ la 11? edici¨®n de esta ruta de los pescaeros.
La asociaci¨®n Naturloja, de la que naci¨® esta iniciativa, contin¨²a ocup¨¢ndose de la organizaci¨®n y el trazado de la ruta. El camino nunca se repite ya que cada a?o se introducen algunas variaciones que permiten conocer diferentes parajes de estas comarcas granadinas y malague?as. Este a?o, por ejemplo, los senderistas se internar¨¢n en el complejo subterr¨¢neo de Sima Rica-Redil, realizar¨¢n un peque?o curso de orientaci¨®n en el cortijo de Fuente Espino, visitar¨¢n algunos de los viejos neveros y campamentos de maquis que salpican estas sierras y, por supuesto, celebrar¨¢n la obligada cena a base de pescado con la que acostumbran a despedirse de la ruta en la noche del S¨¢bado Santo.
Gracias al patrocinio que brinda la Asociaci¨®n Loje?a de Comercio e Industria, y al apoyo que han obtenido del propio Ayuntamiento, los costes de inscripci¨®n se mantienen en una cifra m¨¢s que moderada (60 euros), por lo que si a algo temen los organizadores es a que la cifra de excursionistas desborde sus previsiones. Con independencia de las modificaciones introducidas en la ruta original, ¨¦sta sigue transitando, en su parte central, por la Sierra de Loja, una imponente formaci¨®n k¨¢rstica que se acerca a los 1.700 metros de altitud. Su privilegiada situaci¨®n permite que desde algunos oteaderos, como el de Frailes o el de Cabras, puedan contemplarse tierras de hasta seis provincias adem¨¢s del mar Mediterr¨¢neo.
Aunque apenas quedan restos del bosque mediterr¨¢neo, en algunos valles y umbr¨ªas se conservan peque?os bosquetes de encinas, cornicabras y almendros. M¨¢s de 10.000 cabezas de ganado pastan en estos terrenos, originando, en algunos casos, una presi¨®n insostenible. A este problema se suma el discutido parque e¨®lico que ha modificado el perfil de la sierra y ha facilitado el acceso a zonas hasta ahora poco transitadas.
Visita a los Infiernos
Combinar la Semana Santa con una bajada a los Infiernos pudiera parecer casi una contradicci¨®n, pero ¨¦ste es el curioso nombre que recibe el monumento natural, de car¨¢cter geol¨®gico, que el viajero puede encontrar a poca distancia de Loja, sobre el curso del r¨ªo Genil. Un magn¨ªfico ejemplo de c¨®mo la capacidad erosiva del agua es capaz de dibujar paisajes ¨²nicos.
El origen de estos Infiernos est¨¢ en los potentes acu¨ªferos de las cercanas sierras de Loja y el Hacho que descargan en el Genil desde los manantiales del Manzanil, Terciado y Frontil. Este aporte subterr¨¢neo ha ido modelando el terreno haciendo que el cauce aparezca encajado entre diversos materiales que llegan a componer r¨¢pidos y cascadas de gran belleza.
El monumento conserva una interesante vegetaci¨®n de ribera compuesta por sauces, chopos y olmos, a los que acompa?an matorrales como el majuelo, la zarzamora o el rosal silvestre. Tambi¨¦n se advierten restos, en la cercana vega, de lo que fueron los primitivos bosques de tipo mediterr¨¢neo que adornaron estas tierras, hoy reducidos a ejemplares aislados de encinas o retamas.
El propio Washington Irving dej¨® constancia de la belleza de este lugar en su obra Cuentos de la Alhambra, en la que incluso detalla cu¨¢l pudiera ser el origen de este llamativo top¨®nimo y las rom¨¢nticas leyendas asociadas al mismo: "Los Infiernos, o antros oscuros de Loja, son cavernas tenebrosas con r¨ªos subterr¨¢neos y cataratas que infunden pavor por su ruido misterioso. Aseguran las gentes que en esas profundidades est¨¢n, desde el tiempo de los moros, encerrados cientos de hombres, almas en pena ya, fabricantes de dinero para aumentar los tesoros que en ese mundo guardan los reyes de la morisma".
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