"La crispaci¨®n es ahora indecente y peligrosa"
El psiquiatra y acad¨¦mico Carlos Castilla del Pino (San Roque, C¨¢diz, 1922), que fue durante el franquismo y la transici¨®n una referencia democr¨¢tica para miles de espa?oles, repasa los cuatro d¨ªas de marzo y pide a la sociedad que sea razonable y no caiga en la crispaci¨®n y el enfrentamiento: "Aznar nos llev¨® a vivir en la crispaci¨®n de las dos Espa?as irreconciliables, y eso debe acabar de inmediato", dice.
Pregunta. ?C¨®mo vivi¨® las primeras noticias: "ETA ha cometido una matanza en Madrid"?
Respuesta. Como algo demasiado terrible para ser el m¨¢s atroz atentado de ETA; esos trenes volando a pedazos... Se asemejaba a la guerra, a ese tipo de destrucci¨®n continuada de una bomba tras otra, sin saber qu¨¦ se puede hacer. Es lo que me hizo pensar casi desde el primer instante: "T¨¦cnicamente, esto no es de ETA", pero al mismo tiempo me dec¨ªa: "?De qui¨¦n puede ser? ?De d¨®nde puede venir?".
P. Las im¨¢genes ense?aron m¨¢s sangre que el 11-S y una solidaridad sin histerias. ?Qu¨¦ recursos ps¨ªquicos jugaban?
R. Cuando la gente es madura y al mismo tiempo tiene conciencia de su desvalimiento, y mira al otro y lo ve m¨¢s desvalido a¨²n, el primero se recrece y ayuda, con olvido de la situaci¨®n propia. Es esa entrega a los dem¨¢s, que en ese momento est¨¢n en una situaci¨®n mucho peor que nosotros. No hay lugar entonces para la histeria. Porque la histeria, al pretender elevar la desgracia propia a la mayor y a la ¨²nica de las desgracias, se convierte en una obscenidad que no s¨®lo no tendr¨ªa eco, sino que merecer¨ªa repulsi¨®n. ?C¨®mo se puede ser hist¨¦rico entre cad¨¢veres y heridos de la magnitud de los que hemos visto?
P. ?Es real ese mecanismo que dice que en casos de emergencia e inestabilidad la gente se pone al lado del Gobierno?
R. S¨ª, pero eso ocurre siempre que se tiene confianza en la veracidad del Gobierno y en la seguridad que pueda depararnos. Y no era ¨¦se el caso.
P. Aznar compareci¨® y evit¨® pronunciar la palabra ETA, aunque antes hab¨ªa llamado a los peri¨®dicos para asegurar que era ETA. ?Alguna pista sobre sus mecanismos psicol¨®gicos?
R. Esta pregunta es delicada. En casa est¨¢bamos divididos. Mi mujer: "Es imposible que el Gobierno pueda mentir en una situaci¨®n como ¨¦sta"; yo, lo contrario, al principio pensando en la estrategia electoral, y luego, por miedo a reconocer lo que el pa¨ªs estaba pagando por una palmada de Bush en el hombro de Aznar.
P. ?A qu¨¦ cree que obedeci¨® que el presidente convocara la manifestaci¨®n con un lema que luego se revelar¨ªa gratuito?
R. Aznar deja de ser aquel en el que se hab¨ªa convertido -prepotente en su lenguaje y en sus gestos, el que hab¨ªa cambiado hasta de manera de andar y bracear, y tras la primera, y tard¨ªa, aparici¨®n, emerge empeque?ecido, adelgazado, con la mirada apagada. El lema no era un anhelo de salir por la puerta grande, sino de salir de la menos mala de las maneras.
P. 24 horas despu¨¦s del atentado, los trenes de cercan¨ªas estaban casi vac¨ªos. ?P¨¢nico o aprensi¨®n a volver al lugar del crimen?
R. No es p¨¢nico, es la necesidad de seguir viviendo, de tener que volver al trabajo y por el camino de siempre, ese lugar en el que la tristeza, que comenzaba a desvanecerse, se recrudece y agudiza de nuevo.
P. Los manifestantes salieron en masa a la calle. Y muchos dec¨ªan: "?Qui¨¦n ha sido?".
R. La gente quiere saber. Porque el saber alivia la angustia; cuando menos, el saber no es incertidumbre. Es lo que pasa siempre con los que cuentan con la posibilidad de una sentencia capital: conocer la sentencia, aun a la ¨²ltima pena, serena. Creo que al fin el Gobierno fue v¨ªctima de su propia trampa. Porque, ?es que no habr¨ªa de saberse m¨¢s pronto que tarde? S¨ª, pero ?c¨®mo subsanar el callej¨®n sin salida en el que estaban? Es el doble v¨ªnculo: si no lo dice, pierde; y si lo dice, tambi¨¦n. La elecci¨®n es angustiosa y dram¨¢tica: ?con cu¨¢l de ella perder¨ªa menos? Habr¨ªa opiniones a favor y contra la primera o la segunda forma de perder.
P. ?Cree que hay similitudes entre la reacci¨®n ciudadana del 11-M y la del 23-F?
R. Hay similitud en la unanimidad. Pero la del 23-F era de j¨²bilo, el renacer a la democracia que est¨¢bamos construyendo. ?sta, por el contrario, ha sido de dolor por la muerte de tanta criatura inocente y en defensa de esta ansiada voluntad del pueblo espa?ol de vivir con sosiego, un d¨ªa tras otro, y los fines de semana a donde sea... La vida sosegada que atribu¨ªamos a los daneses o suecos cuando nosotros est¨¢bamos lejos de algo parecido.
P. ?Cree que influyeron en el voto las protestas contra el PP?
R. Creo que el 11-M ha decidido el incremento en el n¨²mero de votantes, y eso siempre beneficia a la izquierda. Pero la victoria socialista no se explica s¨®lo por la tragedia, sino por la irritaci¨®n ante la actitud del Gobierno, que colm¨® la paciencia ciudadana.
P. ?Cree que si Aznar hubiera aparecido con otros partidos tras el atentado llamando a la unidad, habr¨ªa perdido las elecciones?
R. No s¨¦, pero hubiera dado la verdadera talla de gobernante que hasta entonces pretendi¨® dar equivocadamente -hasta molestar a la mayor¨ªa- con su autoritarismo despectivo, los malos modos y el desd¨¦n por respuesta.
P. ?Cree que saldr¨¢ pronto el pa¨ªs de este estado de conmoci¨®n y depresi¨®n colectiva?
R. Saldr¨¢ r¨¢pido si supera la crispaci¨®n que est¨¢ apareciendo ?en detrimento y con olvido de las v¨ªctimas de las que tanto hemos hablado, y a las que nos hemos juramentado no olvidar! Eso me parece una indecencia peligrosa. Es necesario recuperar la concordia, con nuestras normales discrepancias. Los ¨²ltimos cuatro a?os me han devuelto el paisaje de las dos Espa?as, la derecha y la izquierda irreconciliables, que viv¨ª antes del 36.
![Carlos Castilla del Pino.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/OQVEEFLYGYVXJXZY5RIHUCD4QE.jpg?auth=634bfd3ab4ac65ce296f417cd0c09176cf8719401b1f0484160816500bc77680&width=414)
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