Dos hermanos Oulad se suicidaron en Legan¨¦s
El Chino le dijo por tel¨¦fono a su familia antes de volarse: "Voy a morir matando, con sangre"
S¨®lo era una comprobaci¨®n. Seis agentes de la Comisar¨ªa General de Informaci¨®n hab¨ªan ido a Legan¨¦s (Madrid) para averiguar si en un piso de calle de Carmen Mart¨ªn Gaite viv¨ªa alguien que tuviera algo que ver con el 11-M. Eran las tres de la tarde del s¨¢bado, 3 de abril, cuando un joven con una gorra baj¨® las escaleras a tirar la basura. Un aviso son¨® justo entonces en el walkie-talkie de un agente. El joven ech¨® a correr gritando en ¨¢rabe. No dio tiempo a m¨¢s. Por una ventana del primer piso asom¨® un brazo con una metralleta. Una r¨¢faga de balazos ciegos barri¨® la calle. El caos hab¨ªa empezado. El desastre fue tal, que hasta ayer s¨®lo cuatro de los siete suicidas estaban identificados. Hasta ayer, cuando el cotejo de las pruebas de ADN permiti¨® identificar a los hermanos Rachid y Mohamed Oulad Akcha como dos de los tres suicidas que a¨²n no ten¨ªan nombre, seg¨²n aseguran fuentes policiales.
"Por fin me voy a reunir con Dios, voy a estar con Al¨¢, pero no voy a irme solo"
"Un brazo con una metralleta sali¨® por la ventana y empez¨® a disparar"
Las cosas no iban a ser ni mucho menos como fueron. Los polic¨ªas que participaron en la operaci¨®n cuentan que, cuando llegaron a Legan¨¦s, s¨®lo sab¨ªan, gracias al interrogatorio del agente de una inmobiliaria, que sobre el 15 de marzo un tal Mohamed Belhadj hab¨ªa alquilado un piso en el primero, puerta dos del n¨²mero 40 de la calle de Carmen Mart¨ªn Gaite. Hab¨ªa que comprobarlo. Los pueblos del sur de Madrid estaban cuajados de polic¨ªas haciendo comprobaciones sobre las pistas que hab¨ªan arrojado los tel¨¦fonos m¨®viles de los terroristas. Hab¨ªa 20 agentes por localidad y un grupo de antidisturbios en Fuenlabrada.
Los primeros en llegar al portal fueron seis miembros de la Unidad Central de Informaci¨®n Interior. Dos entraron al bloque, dos se quedaron junto al dispositivo neum¨¢tico de recogida de basuras y otros dos, en la calle. El joven de la gorra pas¨® por delante de los del portal, sin alterarse, pero cuando fue a tirar la bolsa, tron¨® un pocket (intercomunicador). El joven, a¨²n huido y que era un recadero de los terroristas, ech¨® a correr mientras gritaba avisando a sus compa?eros.
- "?Alto, polic¨ªa! Disparamos al aire... Nada. De pronto, un brazo sali¨® por la ventana y empez¨® a disparar mientras en la casa gritaban como locos", aseguran polic¨ªas que estuvieron en el fregado. Se escondieron como pudieron. Respondieron al fuego con sus armas cortas. Pidieron refuerzos. "En un rato ¨¦ramos 20, pero con las pistolillas... Estuvimos un rato solos, pidiendo armas largas".
- "Dios m¨ªo, dios m¨ªo... Hostias, hostias", gritaba un agente mientras respond¨ªa al fuego.
Dos agentes subieron al piso y pegaron la oreja a la puerta. "Se pusieron a cantar o recitar, y de vez en cuando daban gritos que pon¨ªan los pelos de punta". Primera decisi¨®n: desalojar el bloque. Los vecinos fueron conminados a salir pegados a la pared por la calle de Irene Fern¨¢ndez. Segunda: impedir que los terroristas dejaran el piso. "Si hubieran salido en tromba, con metralletas y bombas... No s¨¦", confiesa un jefe policial.
El edificio fue rodeado. Las Unidades de Intervenci¨®n Policial abrieron un cerco de seguridad. Los Grupos Especiales de Operaciones (GEO) estaban en camino. Entonces comenzaron las llamadas de despedida. Cinco tel¨¦fonos diferentes se pusieron en funcionamiento, por eso la polic¨ªa supo que, como m¨ªnimo, hab¨ªa cinco personas dentro. Eran siete.
- "Por fin me voy a reunir con Dios, voy a estar junto a Al¨¢, pero no voy a ir solo, voy a morir matando, con sangre...", comunic¨® Jamal Ahmidan, el Chino, a su familia, entre las 19.15 y las 19.20.
Sarhane Ben Abdemajid Fakhet, el Tunecino, llam¨® a su madre a T¨²nez, a la que le dijo que se iba a suicidar "con explosivos". Un hermano de Abdennabi Kounjaa inform¨® de que hab¨ªa recibido una llamada para un adi¨®s definitivo. La polic¨ªa tuvo entonces la certeza de que los terroristas iban a volarse por los aires. ?Y ahora, qu¨¦? Los GEO ya estaban en Legan¨¦s. "Por nada del mundo se pod¨ªa entrar al asalto, hab¨ªa que ver otras opciones", recuerda un mando policial. Se baraj¨® sitiarles, hostigarles con gases, francotiradores... La polic¨ªa los quer¨ªa vivos.
- "?Y si salen de la casa con explosivos, nos abrazan, y se vuelan?", se pregunt¨® un comisario.
Dos equipos de los GEO entraron al bloque: el de asalto, compuesto por cinco hombres y mandado por Francisco Javier Torronteras, y el de apoyo. Estaban en la escalera.
"No pod¨ªamos entrar ni dejarlos salir, salvo desnudos... Si no, hubi¨¦ramos tenido que matarlos", admite un comisario. Este di¨¢logo est¨¢ grabado:
- "En tres minutos preparados", dijeron los geos.
- "Antes de cualquier cosa, avisad 30 segundos antes", les contestaron. "Mucho cuidado; ya sab¨¦is qu¨¦ hay dentro. Riesgo cero".
"Sab¨ªamos que se quer¨ªan suicidar, pero nada de lo que pasaba en el piso", admite el antedicho jefe.
- "?Salid uno de ah¨ª, vamos a hablar!", gritaron los geos.
- "?De acuerdo, voy a salir....", replicaron desde dentro.
- "?Venga: desnudo y con las manos en alto, desnudo!".
Los terroristas hab¨ªan formado un c¨ªrculo, con explosivos en el centro y adheridos. "Quer¨ªan que entr¨¢semos para morir matando polic¨ªas", afirman varios funcionarios. Nadie sal¨ªa de la casa. Francisco Javier Torronteras tom¨® un arma, carg¨® una granada de gases y, tras haber reventado la puerta de la vivienda, dispar¨® a su interior. Fue el "ahora" para los terroristas. 21.03. Todo salt¨® por los aires.
Cuatro de los siete suicidas fueron identificados de inmediato: El Tunecino, el Chino, Abdennabi Kounjaa y Asri Rifaat. Otros dos ayer, tras recibirse una muestra de ADN del padre de los Oulad. El cotejo dej¨® claro que el quinto y el sexto suicidas, como cre¨ªa la polic¨ªa, eran Rachid y Mohamed Oulad. Para el s¨¦ptimo hay dos candidatos.
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