"Troya arde ahora y siempre", afirma Valerio Manfredi

Otro personaje hist¨®rico formidable, Dionisio de Siracusa, uno de los tiranos por antonomasia del mundo heleno, renace bajo la pluma de Valerio Manfredi en la nueva novela del autor de Al¨¦xandros titulada simplemente as¨ª, El tirano (Grijalbo). "Dionisio fue un peque?o Alejandro occidental, el primero en construir un Estado territorial griego, en el siglo V antes de Cristo, con las colonias de la Magna Grecia, y su vida puede verse como una aventura sensacional", explica en Barcelona el escritor italiano. Parte de dicha aventura, que incluye haber sido un temible guerrero, inventar gigantescas m¨¢quinas b¨¦licas, ganar con una tragedia salida de su pu?o y letra las fiestas Leneas -"el ?scar de la antig¨¹edad"- y casarse con dos mujeres el mismo d¨ªa -"y consumar con las dos a la vez"- consisti¨® en luchar a muerte contra los cartagineses en Sicilia. Fue una larga contienda sembrada de horrores: ciudades asediadas, masacres de civiles y oleadas de refugiados. En la novela esas escenas recurrentes tienen un estremecedor sabor contempor¨¢neo. "Sin duda me han influido las im¨¢genes omnipresentes de la guerra de Irak. Las cosas no han cambiado. Los refugiados de hoy repiten un drama que se remonta al mito de Eneas huyendo con su padre y su hijo de Troya en llamas. Troya arde ahora y siempre".

El protagonista, Dionisio I El Viejo -un tirano al cabo, del que la novela sigue su trayectoria hasta su muerte (en la cama)-, no ha sido retratado lo que se dice favorablemente por los historiadores. En cambio, Manfredi lo presenta bajo un prisma muy humano y hasta le inventa una motivaci¨®n amorosa para su despiadada dureza. "Bueno, estos tiranos griegos tradicionalmente vilipendiados est¨¢n siendo revalorizados por la historiograf¨ªa moderna, en el sentido de que fueron en realidad jefes revolucionarios que guiaron al pueblo contra los arist¨®cratas. Todas las ciudades griegas atravesaron una fase de tiran¨ªa de la que salieron democracias no tanto como reacci¨®n sino como evoluci¨®n. Se podr¨ªa decir que esos jefes populares acostumbraron al pueblo a ser protagonista de su vida. Aunque, por supuesto, algo hab¨ªa de verdad en las tintas negras con que se pint¨® a los tiranos".

Manfredi r¨ªe cuando se le pregunta si no puede verse alguna referencia en El tirano a Berlusconi. "No creo. Sadam era un tirano. Berlusconi es un hombre elegido democr¨¢ticamente".

El escritor recalca que El tirano no deja de ser una recreaci¨®n y reivindica el leg¨ªtimo derecho del novelista a imaginar. De todas formas con Manfredi hay que ir con cuidado, porque cosas que parecen pura invenci¨®n no lo son. Como lo del tr¨ªo. O lo de que Dionisio env¨ªe al parlamentario cartagin¨¦s a, literalmente, "tomar por el culo". Argumenta el autor: "Los militares salidos de la calle no iban a hablar como Is¨®crates y la expresi¨®n 'europroctos', est¨¢ acreditada en Arist¨®fanes".