Rastreadora de sombras y conciencia del exilio
UNA NI?A curiosa, enfermiza y extremadamente so?adora. Mar¨ªa Zambrano naci¨® el 22 de abril de 1904 en V¨¦lez-M¨¢laga (M¨¢laga) en una familia de maestros. La ni?a tard¨® mucho en nacer. "Di mucha agon¨ªa a mi madre", evoc¨® en una entrevista. Nacer, para Zambrano, es m¨¢s misterioso que morir. De ah¨ª que el exilio implique no s¨®lo renunciar a quien se es, sino desnacer. Y en consecuencia, volver a nacer, con m¨¢s dolor si cabe. Nacer, afrontar el d¨ªa, soportar la luz, son conceptos ¨ªntimamente unidos a la obra de Zambrano. Son tareas fatigosas. Al igual que vivir, que es "anhelar". So?ar, desentra?ar las sombras, entregarse al misterio, son actividades creadoras. Quiz¨¢ porque la noche es proclive a "desvelar alg¨²n secreto". Para Zambrano la noche ha sido refugio, misterio e insomnio.
Con s¨®lo un a?o su padre le hizo vivir "su primer y esencial viaje" del suelo a la rama del limonero de su casa. A los cuatro, su familia se instala en Madrid y Mar¨ªa acude por primera vez a la escuela, la de su madre. "Y a la salida la madre joven (...) la llevaba de la mano, d¨¢ndole calor con su mano, de la que no la aislaban los guantes suaves", escribe en su autobiograf¨ªa, Delirio y destino. Es en Segovia (adonde la lleva un nuevo traslado familiar) donde cursa el bachillerato con muchachos que "no sab¨ªan nada de coeducaci¨®n". A la vez lee a San Juan de la Cruz, a Unamuno -"¨¢vidamente"-, y a la generaci¨®n del 98. Le¨®n Felipe, a quien conoce en Segovia, la deslumbra.
Descartada su dedicaci¨®n a la m¨²sica, su primera inclinaci¨®n, se matricula como alumna libre de filosof¨ªa en la universidad madrile?a. Todav¨ªa en Segovia, su primo Miguel Pizarro se convierte en "el amor m¨¢s grande" de su vida. Es poeta y le descubre a Garc¨ªa Lorca y otros autores del 27. Pero el padre se anticipa y proh¨ªbe este amor juvenil "por incestuoso". Zambrano cae en la desolaci¨®n, pero se cura de ella con una incesante actividad. Le ayuda que la familia regrese a Madrid en 1924, lo que le permite asistir a las clases de Ortega, Juli¨¢n Besteiro y del joven Xavier Zubiri, por quien se siente cautivada m¨¢s all¨¢ de su saber metaf¨ªsico. Un nuevo amor sublimado, al ser a¨²n Zubiri entonces sacerdote. Pronto se estrena ella misma como profesora en el Instituto-Escuela y se involucra en el movimiento estudiantil con la Federaci¨®n Universitaria Espa?ola (FUE). En la misma l¨ªnea, escribe un art¨ªculo semanal en El Liberal bajo el ep¨ªgrafe Mujeres.
Tanto activismo la exten¨²a. La tuberculosis la obliga a guardar reposo, y surgen sus primeras dudas sobre si debe renunciar a la filosof¨ªa. Crear pensamiento, trabajar con el intelecto como herramienta era un coto masculino. Las dudas eran l¨®gicas. Pero una vez recuperada, no renunciar¨¢. Su primer libro, Horizontes del liberalismo (Morata), ve la luz en 1930. Poco despu¨¦s sustituye a Zubiri como profesora auxiliar de metaf¨ªsica, mientras aqu¨¦l cursa estudios en Alemania. Su figura se agranda en los dos focos de la intelectualidad: Residencia de Estudiantes y Revista de Occidente. Todav¨ªa es una disc¨ªpula, pero por poco tiempo. En 1934, Revista de Occidente le publica Hacia un saber sobre el alma (Alianza), una desviaci¨®n de Ortega, aun partiendo de la Raz¨®n Vital. Apoy¨¢ndose en Spinoza y Nietzsche, la autora quiere llevar la raz¨®n "a la oscuridad del sentir". Molesto, el Maestro le ri?e: "No ha llegado usted aqu¨ª" (a ¨¦l) "y ya se quiere ir". Pero Zambrano se siente disc¨ªpula, "no repetidora".
En la vor¨¢gine previa a la Rep¨²blica rechaza la propuesta de Jim¨¦nez de As¨²a para presentarse a Cortes con el PSOE. Est¨¢ m¨¢s cerca de Acci¨®n Republicana, pero critica que Aza?a no frene la quema de conventos. Influida por la corriente neorrom¨¢ntica, funda Frente Espa?ol (FE), de inspiraci¨®n orteguiana. Jos¨¦ Antonio Primo de Rivera le pide pactar, pero Mar¨ªa intuye la bestia fascista, y disuelve FE al ver a sus partidarios pasarse con las mismas siglas, FE a la Falange. Este desliz le ser¨¢ recordado al inicio de la Guerra civil y algunos miembros de la Alianza de Intelectuales para la Defensa de la Cultura cuestionar¨¢n su lealtad. Alberti y Bergam¨ªn la respaldar¨¢n y zanjan las cr¨ªticas.
Pocas dudas quedan hoy de su republicanismo. Zambrano nunca olvidar¨¢ al obrero de camisa blanca que grit¨® a su lado: "?Viva la Rep¨²blica!". En una carta a Rosa Chacel de 1938 le reprocha haberse ido de Espa?a al inicio de la guerra y se declara "enemiga hasta la muerte de todos los que han vendido a Espa?a, a quien jam¨¢s llamar¨¦ m¨ªa porque yo soy de ella, y ¨¦sta es la diferencia" . Zambrano tambi¨¦n pas¨® un tiempo en Chile, donde su marido, Alfonso Rodr¨ªguez Aldave, con quien se cas¨® en septiembre de 1936, estuvo destinado. Pero vuelven cuando la guerra est¨¢ perdida: ¨¦l se va al frente y ella, ya en Valencia, colabora en Hora de Espa?a.
En 1939 inicia el destierro hacia M¨¦xico, Cuba y Puerto Rico. Su madre y su hermana, Araceli, permanecen en la Francia ocupada. En 1945 muere su madre y Zambrano acoge a Araceli, viuda de Manuel Mu?oz, director general de Seguridad con la Rep¨²blica y extraditado a Espa?a para ser fusilado. Desde entonces las dos hermanas son dos sombras que viajan por el mundo y se acompa?an. Araceli le sirvi¨® de inspiraci¨®n para reelaborar el personaje de Ant¨ªgona.
En 1953 fija su residencia en Roma. Publica El hombre y lo divino (Siruela) y escribe Delirio y destino (Mondadori) por razones econ¨®micas. Aunque no lo edit¨® hasta 1989. El amor a los gatos, que cobija por docenas, la enemista con sus vecinos y en 1964 se instala en La Pi¨¨ce, en el Jura franc¨¦s. Una etapa creadora en la que publica Espa?a, sue?o y verdad (Siruela) y El sue?o creador (Turner ), y el germen de Claros del Bosque (Seix Barral).
Ant¨ªgona/Araceli muere y Zambrano se instala en Suiza en 1978. La llamada de Espa?a late con fuerza, pero el exilio ha terminado siendo para ella una patria. El Premio Pr¨ªncipe de Asturias de 1981 allana el camino: regresa en 1984. Es ¨¦poca de recuperar obras in¨¦ditas, como Los sue?os y el tiempo (Siruela). El Premio Cervantes, en 1988, le ofrece reconocimiento y estabilidad econ¨®mica. Algunos t¨ªtulos de ese periodo se han reeditado este a?o: De la aurora (Tabla Rasa) y Los bienaventurados (Siruela). Su pensamiento maduro y su apuesta por reconciliar el pensar y el sentir est¨¢n ah¨ª. Tambi¨¦n su esfuerzo por dar respuesta filos¨®fica a lo sagrado. Muri¨® el 6 de febrero de 1991 y est¨¢ enterrada en V¨¦lez-M¨¢laga, entre un naranjo y un limonero.
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