Dios estaba a su lado
Le conoc¨ª en McLaren cuando acababa de ganar el campeonato brit¨¢nico de F-3 en 1983. Como premio le ofrecieron probar un f¨®rmula 1 en Silverstone. Ayrton Senn deb¨ªa pilotar el coche que yo ten¨ªa asignado y por eso tuve que prepararle el asiento y ajustarle los pedales. Entonces hab¨ªa poca gente que hablara el castellano y el portugu¨¦s en el mundo de la F-1 y eso nos acerc¨® mucho m¨¢s. Cuando Ayrton se sent¨ªa bien con una persona, se convert¨ªa en un ser entra?able, detallista y bromista.
Era muy cat¨®lico. Dios estaba a su lado. Ten¨ªa una dimensi¨®n humana desconocida por el gran p¨²blico. Sent¨ªa una viva preocupaci¨®n por la gente de su pa¨ªs y especialmente por los ni?os, a los que dedic¨® varias fundaciones que ahora dirige su hermana. Pero no le gustaba que toda esta misi¨®n se conociera p¨²blicamente. Era introvertido. Ten¨ªa un gran coraz¨®n.
Como profesional, era un n¨²mero uno. Llegaba el primero al circuito y era el ¨²ltimo en marcharse. Controlaba todos los detalles, daba vueltas al trazado, buscaba los puntos m¨¢s problem¨¢ticos, los mejores para los adelantamientos, pensando en su ¨²nico objetivo: ganar la carrera. E impregnaba a todo el equipo de su pasi¨®n, consiguiendo que los dem¨¢s se entregaran a fondo en preparar su b¨®lido.
Estas circunstancias separan a un n¨²mero uno de los dem¨¢s pilotos. Habr¨ªa sido brutal poder ver un duelo en plenitud de condiciones entre Senna y Michael Schumacher. En velocidad y trabajo, el brasile?o habr¨ªa superado al alem¨¢n. Pero no en f¨ªsico: cuando acababa un gran premio, hab¨ªa que recogerlo con pinzas; estaba destrozado.
Su accidente fue la culminaci¨®n de una semana de desgracias. Todos los que estuvimos aquel 1994 en Imola est¨¢bamos deseando que el mal sue?o acabara lo antes posible. Fue un gran premio tr¨¢gico. Se inici¨® con una salida de la pista de Barrichello, que vio c¨®mo su coche volaba por encima del ra¨ªl protector y ca¨ªa en las gradas. Afortunadamente, no hab¨ªa nadie all¨ª. Despu¨¦s se produjo la muerte de Ratzenberger al perder una rueda delantera y estrellarse a 314 kil¨®metros por hora. Luego, el domingo, en la carrera, lleg¨® la peor noticia: la muerte de Senna.
Entonces Ayrton era representante de los pilotos y se sent¨ªa realmente mal. Incluso le dijo a su novia que no quer¨ªa correr. Pero lo hizo. Se le rompi¨® la columna de la direcci¨®n y choc¨® violentamente. Una leva de la suspensi¨®n delantera le entr¨® por la visera del casco y le atraves¨® el cerebro. Sin embargo -a¨²n no se hab¨ªa confirmado su muerte-, la carrera se reanud¨®. Lehto choc¨® contra otro coche y varias piezas de su b¨®lido salieron despedidas hasta el p¨²blico provocando algunos heridos. Por ¨²ltimo, Alboreto sali¨® demasiado r¨¢pido de un cambio de neum¨¢ticos y perdi¨® una rueda en la l¨ªnea de boxes que atropell¨® a diversos mec¨¢nicos.
Nadie se acuerda ahora de todo aquello. Lo ¨²nico que ha perdurado es que, en Imola, la F-1 perdi¨® a uno de sus pilotos m¨¢s grandes. Un ¨ªdolo para muchos. Una persona inolvidable para m¨ª.
Joan Villadelprat fue director de las escuder¨ªas Benetton y Prost y jefe de mec¨¢nicos de Ferrari.
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