Ilusi¨®n
La historia nos demuestra que hay que ser cautos con esto de la ilusi¨®n que generan los l¨ªderes pol¨ªticos. Yo, que soy de natural muy dado a ella, me repito que nunca he visto en Espa?a tanta como en 1981, en la Universidad Complutense, en cierta manifestaci¨®n contra la OTAN encabezada por Felipe Gonz¨¢lez y Javier Solana, que luego evolucionar¨ªa ideol¨®gicamente hasta aceptar la presidencia de la organizaci¨®n. Al a?o siguiente gan¨® el PSOE. Los j¨®venes de entonces no tuvimos la ocurrencia de gritarle a Gonz¨¢lez eso de "no nos falles". Y el t¨ªo nos fall¨®. Es cierto que la etapa socialista termin¨® como el rosario de la aurora en parte por los irresponsables ataques del Gran Crispador. Pero no es menos cierto que muchas promesas quedaron olvidadas y que el PSOE acab¨® con nuestra inocencia.
Estos d¨ªas hago esfuerzos por mantener intacto aunque s¨®lo sea durante los cien primeros d¨ªas de rigor el optimismo que despierta Zapatero, y me preparo psicol¨®gicamente para no tener en cuenta las salidas de tono de nuestro cat¨®lico y folcl¨®rico ministro de defensa (qu¨¦ toma de posesi¨®n, por Dios, qu¨¦ toma de posesi¨®n). Hay cosillas que me desaniman, minucias que achaco a la falta de experiencia y al deseo de no provocar: me hubiera gustado por ejemplo que en lo del regreso de las tropas se hubiera alterado el orden de los factores: Parlamento, votaci¨®n y retirada. Est¨¦ticamente hubiera sido m¨¢s apropiado. Y tambi¨¦n me hubiera gustado un poco m¨¢s de respeto a la Constituci¨®n en esa toma de posesi¨®n de los nuevos ministros, que una vez m¨¢s estuvo presidida por el logo de los cat¨®licos. Pero ni siquiera en esto soy radical. Doy por hecho que el laicismo en Espa?a es una batalla perdida. Mi horizonte de expectativas es mucho m¨¢s moderado: me conformo con que al final de la legislatura podamos ver algunos programas de la televisi¨®n p¨²blica.
En cambio, el gobierno de Manuel Chaves en Andaluc¨ªa no me produce ninguna ilusi¨®n. Aprecio que el presidente de la Junta intente inyectarnos moral como un buen entrenador, asegurando que se siente "en una nube" y tambi¨¦n "alegre como un p¨¢jaro"; pero es in¨²til. Despu¨¦s de tanto tiempo nadie, ni siquiera Chaves, puede contagiar optimismo. Est¨¢ fuera de toda duda la competencia de quienes permanecen en su gobierno. Y las nuevas consejeras suponen, hasta que conozcamos su trabajo, una promesa de frescura y una bocanada de aire fresco. Pero la presencia de Gaspar Zarr¨ªas y del propio presidente ahoga la esperanza de cambios profundos y le da a todo el conjunto el aire rancio de lo que ya conocemos.
Pero es justo tambi¨¦n darle una oportunidad al nuevo equipo, y mantener la ilusi¨®n aunque s¨®lo sea durante los preceptivos cien primeros d¨ªas. El contexto es ¨®ptimo para alcanzar la primera modernizaci¨®n de Andaluc¨ªa, todav¨ªa pendiente: tenemos en la Junta al presidente del partido que gobierna el pa¨ªs, y en el propio gobierno varias personas que han trabajado aqu¨ª y que conocen perfectamente las carencias de nuestra regi¨®n. Pero ojo; una situaci¨®n tan favorable es un arma de doble filo. La gente dif¨ªcilmente aceptar¨¢ excusas; no perdonar¨¢ el morro ni la cara dura.
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