El Bar?a exprime las frivolidades del Madrid
Tras hacer lo imposible por ganar, los blancos caen en un proceso autodestructivo y se rinden a la aparici¨®n final de Ronaldinho
La imponente galopada del Bar?a en la segunda vuelta del campeonato se concret¨® en el Bernab¨¦u, donde celebr¨® una victoria trascendental. El Madrid estrope¨® todos sus planes para la conquista del t¨ªtulo. Fue irreprochable todo aquello que hizo por ganar, encabezado por Figo, autor de una formidable actuaci¨®n, truncada por su expulsi¨®n tras el tanto del empate del Bar?a. Su presencia llev¨® al Madrid hasta la frontera de la victoria. Su ausencia derrot¨® al equipo. A trav¨¦s de lo que sucedi¨® con Figo se puede interpretar el proceso autodestructivo que sufri¨® el Madrid. Dos errores de Roberto Carlos y Ra¨²l Bravo, dos frivolidades m¨¢s que improcedentes que nunca a estas alturas del campeonato, consagraron los goles del Bar?a, cuya crecida comenz¨® con el ingreso de Kluivert y la aparici¨®n en escena de Ronaldinho tras la expulsi¨®n de Figo.
REAL MADRID 1 - BARCELONA 2
Real Madrid: Casillas; Salgado, Helguera, Ra¨²l Bravo, Roberto Carlos; Beckham, Cambiasso; Figo, Zidane (Guti, m. 77), Solari (N¨²?ez, m. 84); y Ra¨²l.
Barcelona: V¨ªctor Vald¨¦s; Reiziger, Puyol (Motta, m. 84), Oleguer, Van Bronckhorst; Xavi, Cocu, Davids; Overmars (Luis Enrique, m. 56), Saviola (Kluivert, m. 56) y Ronaldinho.
Goles: 1-0. M. 53. Solari, de fuerte tiro cruzado.
1-1. M. 57. Fallo de la zaga madridista que Van Bronckhorst aprovecha para irse y centrar a Kluivert, que cabecea sin oposici¨®n a las mallas.
1-2. M. 85. Xavi bate por alto a Casillas tras un genial pase de Ronaldinho.
?rbitro: P¨¦rez Burrull. Expuls¨® (m. 69) a Figo por doble amarilla. Tambi¨¦n amonest¨® a Cambiasso, Solari y Helguera.
Lleno. 76.000 espectadores en el Bernab¨¦u.
Una descarga del Madrid sac¨® al partido de la mediocridad para convertirlo en todo aquello que se espera del gran cl¨¢sico del f¨²tbol espa?ol. Todo arranc¨® en el minuto 36 del primer tiempo, despu¨¦s de la nader¨ªa que presidi¨® todo el f¨²tbol anterior. Un Bar?a acad¨¦mico, pero afeitado, hab¨ªa controlado al decepcionante Madrid de las ¨²ltimas semanas. Al Madrid le faltaba articulaci¨®n, un plan de juego coherente y colectivo. Entre el desinter¨¦s del Bar?a por imponerse y las carencias del Madrid, el duelo ten¨ªa un aspecto mon¨®tono. La decepci¨®n se observaba en el silencio del estadio. Apenas hab¨ªa algo rescatable: Figo daba las primeras se?ales de su fascinante actuaci¨®n, Cambiasso funcionaba con vigor y autoridad, Xavi ofrec¨ªa datos de su inteligencia y poco m¨¢s. Tambi¨¦n se vio al peor Zidane de los ¨²ltimos a?os y al mediocre Beckham que fracasa repetidamente como medio centro. Zidane fue un futbolista desanimado que se dirigi¨® cansino hacia el desastre. El p¨²blico pas¨® de la incredulidad al estupor, hasta el punto de que mucho despu¨¦s, cuando el astro franc¨¦s fue sustituido, le despidi¨® con los tristes aplausos del respeto, del recuerdo, casi de la nostalgia.
La sacudida se produjo en tres remates sucesivos: un tiro de Ra¨²l que rechaz¨® V¨ªctor Vald¨¦s, el violento remate de Roberto Carlos que Puyol despej¨® en la raya de gol y el desv¨ªo de Figo tras el c¨®rner. As¨ª se inaugur¨® un nuevo duelo: vibrante, poderoso, incierto, probablemente definitivo para el campeonato. Lo gan¨® el Bar?a, pero estuvo cerca de perderlo. Durante un trecho de veinte minutos fue superado por el en¨¦rgico despliegue del Madrid, con Figo en una versi¨®n formidable. Protagoniz¨® casi todas las jugadas del Madrid y lo hizo desde todas las posiciones, siempre con empaque, con una firmeza conmovedora, la clase de actuaci¨®n, en fin, que es capaz de levantar a cualquier equipo. A trav¨¦s de Figo y de la impecable actuaci¨®n de Cambiasso, el Madrid se conect¨® al duelo con la decisi¨®n que se espera en un equipo que se jugaba la vida. Puede que le faltara claridad, pero la vocaci¨®n de ganar el partido estaba clara. Excepto Zidane, que pareci¨® deprimido ante su falta de respuesta a las exigencias de la noche, todo el mundo particip¨® en el asalto. Hubo remates de toda clase, un cabezazo de Figo que se estrell¨® en el palo, una intervenci¨®n de V¨ªctor Vald¨¦s casi in art¨ªculo mortis, un mano a mano con el portero mal resuelto por Zidane, un disparo de Figo... El Madrid descarg¨® con todas las bater¨ªas y encontr¨® el gol ante la incapacidad del Bar?a por gobernar el juego.
El tanto de Solari simplemente consagr¨® la autoridad marcial del Madrid, pero tambi¨¦n destap¨® un partido imprevisto, el que gan¨® el Bar?a. Durante una hora, el Bar?a fue un equipo superficial, con mucha academia y poca pegada. Ronaldinho no hab¨ªa cumplido con las expectativas que despierta. Su importancia es tan grande que el Bar?a se mueve seg¨²n los estados de ¨¢nimo y de juego del brasile?o. Aquel Ronaldinho apagado fue durante mucho tiempo el s¨ªntoma del desvigorizado Bar?a que fue atropellado por el Madrid. Pero todo cambi¨® con el tanto de Kluivert y la expulsi¨®n de Figo. De alguna manera, el Madrid entr¨® un proceso autodestructivo, primero en el grav¨ªsimo error de Roberto Carlos en la jugada del gol del Bar?a. Mal situado, Roberto Carlos, que muchas veces parece fuera de este negocio, legaliz¨® la posici¨®n de Van Bronckhorst, que encontr¨® perfectamente a Kluivert. A Kluivert, tan discutido en Barcelona, se le teme en el Bernab¨¦u. Con raz¨®n. Sustituy¨® a Saviola y abri¨® un inmenso abanico de posibilidades al juego del Bar?a. Nadie se favoreci¨® tanto de Kluivert como Ronaldinho, que sali¨® de su particular prisi¨®n en la banda izquierda, se coloc¨® en la media punta y comenz¨® a tirar de repertorio.
Las dudas sobre el impacto del empate las resolvi¨® el Madrid inmediatamente. Entr¨® en un proceso de crisis que desemboc¨® muy r¨¢pidamente en la expulsi¨®n de Figo. En un momento decisivo, el Madrid se encontr¨® con la necesidad de ganar el partido sin su mejor jugador, con un futbolista de menos y con la sensaci¨®n de que lo m¨¢s probable era la derrota. All¨ª comenz¨® el drama del Madrid. No le falt¨® coraje, pero su posici¨®n era irremediable. Ronaldinho comenz¨® a desplegar lo mejor de su juego por la derecha, ante un at¨®nito Roberto Carlos. El gol era inminente, por mucho que el Bar?a no comprometiera en exceso a Casillas. Por si acaso, el Madrid volvi¨® ayudarle. Un error de R¨¢ul Bravo id¨¦ntico al de Roberto Carlos permiti¨® la sencilla vaselina de Xavi, un gol que simboliza aquello que el Madrid quiere negarse, pero que es evidente: su defensa ha regalado la temporada.
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