De Wilson a Trotsky
El ej¨¦rcito del Mahdi -en principio, un grup¨²sculo de fan¨¢ticos embaucados por un cura Santacruz versi¨®n chi¨ª como es M¨²qtada al S¨¢der- no tiene problemas internos de coordinaci¨®n ni disidencia. Un peque?o hooligan deseoso de compensar su mediocridad como int¨¦rprete y conocedor de las sagradas escrituras isl¨¢micas, con alardes de martirio -ajeno- y obsesionado por vengarse de las humillaciones percibidas en el abierto desprecio que le otorgaba el resto del clero chi¨ª, ha sabido ver su oportunidad y, sin importarle nada que no sea la gloria propia, ha lanzado al primitivismo de sus chicos a la guerra abierta contra la alianza extranjera en Irak. Hasta aqu¨ª, nada raro.
Lo que quiz¨¢s a¨²n pueda extra?arnos a algunos -por poca fe que nos quede- es el entusiasmo con el que muchos en nuestras sociedades libres y abiertas comprenden a ese cura miserable y fan¨¢tico que ha convertido la extorsi¨®n, la humillaci¨®n y la muerte de extranjeros en deporte favorito. Con notable ¨¦xito, por cierto. No hay m¨¢s que ver c¨®mo muchos parecen ver y entender lo que sucede estos d¨ªas en Nayaf y Faluya. En principio vamos a darles la raz¨®n. La culpa de todo es de las fuerzas norteamericanas. Lo es -sin iron¨ªa- en la medida que una fuerza ocupante sin veleidades de paternalismo evang¨¦lico hubiera detenido y encarcelado a gentes como el imam con la misma naturalidad con la que norteamericanos y brit¨¢nicos detuvieron a los dirigentes de sus enemigos en Alemania en 1945. Estos norteamericanos que planearon la ocupaci¨®n de Irak y el reordenamiento general de Oriente Pr¨®ximo quer¨ªan que todos, adem¨¢s, los quisieran a ellos. Mala actitud ante el enemigo. El hooligan lleva un a?o haciendo lo que le viene en gana en un pa¨ªs ocupado. Eso antes no pasaba. Como tampoco era pensable en 1945 que los militares del Ej¨¦rcito nazi se manifestaran en D¨¹sseldorf o Berl¨ªn exigiendo su sueldo a las tropas aliadas y ¨¦stas utilizaran m¨¦todos poco menos que de psic¨®logo de cabecera para implorar paciencia y organizar colas de espera para pagarlos. En 1945, cualquier manifestaci¨®n de hostilidad o exigencia a los aliados en Alemania s¨®lo habr¨ªa tenido respuesta desde las torretas de los carros de combate Shermann. Todos, ocupantes y ocupados, lo sab¨ªan. Entonces los c¨®digos estaban claros.
Los malentendidos son una tragedia cuando las armas han hablado. Cuando los muertos son recientes y cada vez m¨¢s. Y un a?o entero de malentendidos han convertido, ahora s¨ª, a Irak en un inmenso polvor¨ªn. Responsables de todo ello hay muchos. Ah¨ª est¨¢n todos aquellos que en el mundo ¨¢rabe no pueden responder sino con odio a una pol¨ªtica de Israel, m¨¢s que protegido patr¨®n hoy de las decisiones en Washington, como se ha visto en la vergonzante cumbre Bush-Sharon. Washington parece no recordar que tanto Truman como Roosevelt supieron ver los peligros que supon¨ªa el abrazo de ese diminuto tirano que Israel puede ser cuando se siente seguro de tu apoyo absoluto. Israel, acosada por el terrorismo en estos tiempos vertiginosos, no parece entender que su estrategia es suicida. Pero ah¨ª est¨¢n tambi¨¦n esos sinuosos aliados de Estados Unidos que, acomplejados durante un siglo por su propia cobard¨ªa y por la humillaci¨®n de haber sido rescatados de sus propias miserias dos veces en cuatro d¨¦cadas por el amigo americano s¨®lo buscan f¨®rmulas de caricaturizarlo y satisfacer esa cultura de la autocomplacencia y superioridad moral que ya es puro onanismo en la impotencia.
Los grandes planificadores para un Oriente Pr¨®ximo liberado de su end¨¦mico espasmo de sangre e incertidumbre -los trotskistas del Pent¨¢gono- no ten¨ªan tan mala fe como ahora se les atribuye. Pero han fracasado. Otros conservadores en Washington los ven ya como lastre y afilan los cuchillos contra ellos. Los aislacionistas quieren liquidar el internacionalismo benevolente de exportar revoluciones de democracia anglosajona y el insoportable pietismo de Woodrow Wilson que, a base de querer ser bueno en 1918, cre¨® las condiciones para hundir a Europa en la guerra fratricida. Los sanos y los santos producen pesadillas a todo aquel a¨²n dotado de la duda. El mundo est¨¢ metido en un l¨ªo y toda la chusca ret¨®rica actual -patri¨®tica, seg¨²n algunos- que s¨®lo ve al tejano y a sus aliados como culpables del mismo es tan aburrida y reduccionista como los c¨¢nticos al gran timonel coreano del norte o las apolog¨ªas de Enver Hoxha que P¨ªo Moa hac¨ªa desde la revista Drita Albania, que pagaba aquella colonia de presos pol¨ªticos que era el pa¨ªs balc¨¢nico en los ochenta. Lo grave es que aqu¨ª ya quien no reduce el pensamiento en una direcci¨®n puede despertar con los estigmas. Como no seas wilsoniano te van a discutir el talante.
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