El factor Kak¨¢
El brasile?o, decisivo en la consecuci¨®n del 17? t¨ªtulo liguero del Milan
El Milan se hizo ayer con el scudetto italiano. Los diablos rojinegros ganaron la Liga de forma indiscutible, imponi¨¦ndose en el encuentro decisivo a la Roma, segunda clasificada, y acumulando, a falta de dos jornadas, 79 puntos, nueve m¨¢s que los romanistas. Renta suficiente para celebrar con la aritm¨¦tica de su parte el campeonato. El mediapunta brasile?o Kak¨¢ fue el hombre del partido y del a?o dentro de un equipo sin apenas defectos. S¨®lo el Deportivo, que le hundi¨® en Champions League, impidi¨® que la temporada del Milan fuera memorable.
El t¨ªtulo europeo de un a?o atr¨¢s, en la final de Champions contra el Juventus, tuvo mucho que ver con todo lo sucedido. El entrenador, Carlo Ancelotti, que lleg¨® en 2002 a la sociedad de Silvio Berlusconi con fama de resignado y segund¨®n, adquiri¨® liderazgo; los veteranos Maldini y Costacurta recuperaron entusiasmo; y no fue complicado integrar en un equipo vencedor a los laterales que se incorporaban, Caf¨² y Pancaro. La clave, sin embargo, fue la irrupci¨®n en Mil¨¢n de un muchacho llamado Ricardo Izecson Santos, Kak¨¢, comprado barato al Sao Paulo brasile?o con la idea de dejarle madurar. Kak¨¢ result¨® un fen¨®meno. Se gan¨® un puesto desde el primer partido y seg¨²n La Gazzetta dello Sport fue, con 22 a?os reci¨¦n cumplidos, el hombre m¨¢s importante en la carrera del Milan hacia su decimos¨¦ptimo scudetto.
La velocidad y la fantas¨ªa de Kak¨¢, sumadas a la capacidad goleadora de Shevchenko, con 22 goles l¨ªder de los realizadores italianos, marcaron la diferencia con el resto de los equipos. Ayer volvieron a hacerlo. Bastaron dos minutos de juego para que Kak¨¢ se deshiciera de tres defensores por la derecha y pusiera el centro exacto al ¨¢rea, donde esperaba a rematar la cabeza de Shevchenko. El gol tempranero desbarat¨® los planes de la Roma, que so?aba con una victoria que le permitiera seguir pugnando por el t¨ªtulo, y aport¨® al Milan toda la tranquilidad del mundo. San Siro, lleno a reventar, celebr¨® largamente la fiesta del t¨ªtulo. El comportamiento de algunos violentos en la curva romanista, que lanzaron petardos y bengalas al c¨¦sped e hirieron levemente al portero Dida, constituy¨® el detalle desagradable, inevitable al parecer siempre que se disputa en el calcio un encuentro trascendental.
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