El Ronaldinho del baloncesto
Jasikevicius, el genial y extravertido ex base azulgrana, suma su quinto t¨ªtulo consecutivo y conduce a la cima europea al Maccabi
M¨¢s de uno se ha rasgado las vestiduras en el Palau Blaugrana. No apagados a¨²n los lamentos por la baja de Sarunas Jasikevicius, la magistral direcci¨®n con la que el base ha conducido a la cima europea a su nuevo equipo, el Maccabi de Tel Aviv, aviva los recuerdos de la afici¨®n del Barcelona. Ahora, nueve meses despu¨¦s de que la directiva lo dejara escapar -contin¨²an las disensiones sobre si fue por falta de presupuesto o meramente por una decisi¨®n t¨¦cnica de Pesic-, m¨¢s de uno ha ca¨ªdo en la cuenta de que si el equipo de f¨²tbol tiene a Ronaldinho, el de baloncesto contaba con un jugador similar. Salvando las distancias, pero por su calidad, por su carisma, por su altruismo, por la forma en que asume las responsabilidad en el juego y por la manera en que contagia su vitalidad, el base lituano, de 28 a?os y 1,95 metros, se asemeja al futbolista brasile?o.
Su amplia gestualidad no siempre es del todo bien entendida. Ya le sucedi¨® en su etapa en Espa?a y en la final de la Euroliga, el s¨¢bado ante el Skipper de Bolonia, se repiti¨® la escena. Los ¨¢rbitros le se?alaron una falta t¨¦cnica, la tercera, cuando s¨®lo se hab¨ªan disputado cinco minutos. No import¨®. Ya se hab¨ªa encargado ¨¦l, con dos triples y dos tiros libres nada m¨¢s empezar, de que su equipo metiera la directa hacia un triunfo que bati¨® todos los r¨¦cords en la historia de las finales de la Copa de Europa: m¨¢xima anotaci¨®n (118 puntos) y mayor diferencia (44 puntos porque dej¨® al Skipper en 74). Jasikevicius revalid¨® el t¨ªtulo que alcanz¨® la pasada temporada con el Barcelona, con el que tambi¨¦n gan¨® la Liga y la Copa, y lo a?adi¨® al Campeonato de Europa que conquist¨® al frente de la selecci¨®n lituana. Sin duda, Saras es el rey de Europa. Sin embargo, s¨®lo hace seis a?os no ten¨ªa equipo en el viejo continente. Acabado su periodo de formaci¨®n en la universidad estadounidense de Maryland, adonde sus padres le hab¨ªan llevado con el objetivo primordial de que cursara una carrera, tuvo que regresar a su pa¨ªs y enrolarse en el Lietuvos de Vilnius. "Los equipos europeos no respetan el nivel del baloncesto universitario", cuenta. "Tuve que empezar de cero; pero, afortunadamente, s¨®lo me cost¨® dos a?os llegar a un grande como el Barcelona". El club azulgrana se fij¨® en ¨¦l despu¨¦s de que, cuando militaba en el Olimpia Liubliana, esloveno, le clavara siete triples en un partido de la Euroliga.
Afirma que el entrenador que m¨¢s le ha ense?ado es el esloveno Zmago Sagadin. Admirador de su compatriota Sabonis y del malogrado Drazen Petrovic, se consolid¨® como el base de la selecci¨®n lituana a la que condujo a la medalla de bronce en los Juegos Ol¨ªmpicos de Sidney en 2000. Pero fue un fallo, el triple, a la desesperada y desde ocho metros, que intent¨® en los ¨²ltimos segundos ante Estados Unidos, por lo que Saras pas¨® a la historia del baloncesto internacional. De haber entrado, habr¨ªa significado la primera derrota de una selecci¨®n estadounidense formada por profesionales de la NBA. "Aquello se magnific¨®. Nunca le di mucha importancia", cuenta. Recal¨® en el Bar?a y, en poco tiempo, logr¨® hacer olvidar nada menos que a Sasha Djordjevic y se convirti¨® en el ¨ªdolo del Palau. Pero al final de la pasada temporada, en una sorprendente y pol¨¦mica decisi¨®n, no le renovaron el contrato.
Se fue al Maccabi a pesar de que muchos amigos le previnieron de la incomodidad que supone militar en un club sujeto a las r¨ªgidas normas de seguridad derivadas del conflicto en Oriente Pr¨®ximo. Ya no puede dedicarse tanto al golf como lo hac¨ªa en Barcelona y, con la ventaja de ser soltero, circunscribe su modus vivendi en Tel Aviv, donde, eso s¨ª, dice no tener mayor problema y disfruta con la pasi¨®n por el baloncesto de una hinchada que suele llenar el Nokia Arena, con capacidad para 10.000 espectadores. "Dispongo de m¨¢s minutos de juego y de mayor responsabilildad que en el Barcelona. Tal vez all¨ª jug¨¢bamos mejor en defensa. Aqu¨ª recurrimos m¨¢s a la zona y tenemos m¨¢s variantes en ataque", explica. All¨ª, en Tel Aviv, ya es un ¨ªdolo. En el Palau Blaugrana crece la a?oranza.
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