Perdidos en el aula
Algunas de las quejas m¨¢s frecuentes de los padres de ni?os sordos es que muchos profesores que atienden a sus hijos no saben la lengua de signos, "ni lo que significa ser una persona sorda". Adem¨¢s, creen que en algunos centros faltan recursos materiales para atenderles correctamente. "Todo esto hace que demasiadas veces estos chicos se pierdan, sin remedio, en las explicaciones en el aula", aseguran.
To?i Espejo tiene dos hijas sordas: Laura, de 13 a?os, y Mar¨ªa Jos¨¦, de siete. Las dos estudian en colegios biling¨¹es (que utilizan la lengua de signos y la oral). "Quiero darles todas las herramientas posibles para que puedan acceder a la educaci¨®n", dice. Asegura que la lengua de signos es "una herramienta util¨ªsima" para la convivencia en casa. "Prefer¨ªa aprender la lengua de signos, por dif¨ªcil que sea, a no poder comunicarme con mi hijo", a?ade.
Opina lo mismo otra madre con una hija adolescentes, sorda profunda, que casi no oraliza: "Entre que no sepa comunicar nada a que por lo menos lo haga con la lengua de signos, me quedo con lo segundo".
Y explica que su objetivo es que su hija aprenda a leer y a escribir correctamente, para que luego ella pueda elegir lo que quiere hacer. "Prefiero que mi hija entienda un texto a que me recite de memoria oralmente lo que es una c¨¦lula", explica.
El caso del hijo de ocho a?os de Isabel Ojeda es bastante distinto. El ni?o, con dos implantes cocleares, oraliza bastante bien. Est¨¢ escolarizado en un colegio ordinario de integraci¨®n preferente para ni?os sordos. Anteriormente estuvo en otro colegio ordinario donde el ¨²nico sordo era ¨¦l y las cosas "no marcharon tan bien como ahora": faltaba preparaci¨®n de los docentes y sensibilizaci¨®n por parte del resto del colegio. "Mi hijo siempre estaba solo".
El chico, gracias a los dos implantes, es ahora bastante "aut¨®nomo e independiente". Tiene una lectura labial buena y no conoce el lenguaje de signos porque "no lo ha necesitado".
Cuenta la madre de la ni?a adolescente que la convivencia en casa a veces es "una locura". "Mi hija quiere enterarse de todo y si en la mesa estamos hablando mi marido y mi otra hija, ella quiere que le digamos enseguida qu¨¦ estamos comentando. Otras veces ve un gesto raro, sin importancia, de alguien y ya est¨¢ preguntando '?qu¨¦ es lo que ha pasado?".
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