"?Que lo echen!"
Lo gritaron los componentes del peque?o grupo que interrumpi¨® la declaraci¨®n inicial del secretario de Defensa, en medio de un despliegue de atenci¨®n propio de los grandes acontecimientos, con las grandes cadenas de televisi¨®n retransmitiendo en directo la comparecencia. Lo piden desde hace d¨ªas los pol¨ªticos dem¨®cratas y lo aceptan algunos republicanos como una oportunidad de rectificar tanto dislate. Lo reclaman en sus editoriales o portadas las publicaciones m¨¢s influyentes, desde The Economist hasta The New York Times, que ayer titulaba: "Donald Rumsfeld deber¨ªa irse", para llegar a esta conclusi¨®n: "Es hora de que haya un nuevo equipo y una nueva filosof¨ªa en el Departamento de Defensa".
La oleada de testimonios y declaraciones que piden que Rusmfeld se vaya o que Bush lo despida se ha desbordado en horas. Los congresistas dem¨®cratas siguen la pauta del candidato John Kerry, aunque no fue el primero en abrir fuego, y tiran a dar porque no tienen nada que perder en la perspectiva electoral. Si Rumsfeld se va, es una victoria sobre el n¨²cleo duro de Bush; si se queda, una carga para la campa?a del presidente.
Pero lo m¨¢s complicado para el secretario de Defensa no es toda esta avalancha. Tampoco lo fue su comparecencia de ayer, aunque, dado su car¨¢cter de gallo de pelea, tuvo que tragar mucha bilis. Lo peor, sin duda, ha sido la decisi¨®n fr¨ªa y meditada de la Casa Blanca de filtrar a voz en grito la bronca que el presidente le ech¨® el mi¨¦rcoles por haberse enterado del calibre del esc¨¢ndalo y de la existencia de fotos casi al mismo tiempo que todo el mundo.
Salvar al presidente
?Cu¨¢l fue el objetivo de una acci¨®n como ¨¦sta sin precedentes en una Administraci¨®n berroque?a que cierra filas por sistema? Claramente, salvar al presidente de la quema. Pero la estrategia tiene sus riesgos. Lo advierte un medio cercano a la Casa Blanca, The Wall Street Journal, que se pregunta si la maniobra incluye un proyecto de Bush de cambiar la pol¨ªtica en Irak y buscar "una estrategia de salida". Despu¨¦s de se?alar varios elementos de confusi¨®n (Faluya, Nayaf, la vuelta de los baazistas), el editorial lanza esta advertencia: "La ¨²nica estrategia de salida es acabar la tarea y ganar. Para decirlo con otras palabras, si Bush destituye a Rumsfeld, los votantes pueden muy bien pensar que ha llegado el momento de destituirlo a ¨¦l".
Rumsfeld es consciente de que el presidente no lo va a destituir. Bush lo dijo p¨²blicamente el jueves. Pero tampoco parece inclinado, aparte de asumir toda la responsabilidad, a pagar el pato de todos los errores de la guerra, como demostr¨® ayer al responder as¨ª a la pregunta de si iba a dimitir: "No, en la medida en que se ha hecho un asunto pol¨ªtico del caso".
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