Un polic¨ªa que aprende
Que el director gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI) haya sido tradicionalmente europeo tiene un origen curioso: poco antes de la conferencia inaugural, que, celebrada en marzo de 1946 en Savannah (Georgia), deb¨ªa designar a quien inaugurara ese puesto, el FBI inform¨® a Truman de las inclinaciones filosovi¨¦ticas de Harry White, el subsecretario del Tesoro americano, que hab¨ªa concebido, e impuesto al Reino Unido, los puntos de vista americanos sobre la nueva instituci¨®n. Relegado White como candidato, Estados Unidos, consciente del enorme influjo pol¨ªtico que tendr¨ªa sobre una instituci¨®n radicada en Washington -no en Nueva York, como Keynes quer¨ªa-, se reserv¨® la presidencia del Banco Mundial y cedi¨® la del FMI a los europeos.
El Fondo subraya ahora los riesgos de privatizar antes de que exista el marco regulatorio
Rodrigo Rato, flamante director gerente, llega a un Fondo en el que son todav¨ªa visibles varios de sus rasgos cong¨¦nitos. Junto con la influencia de Estados Unidos, el m¨¢s destacado es acaso la modestia de sus recursos financieros: ante la oposici¨®n americana a que el FMI se financiara como un banco central -emitiendo pasivos que sirvieran como medio de pago- y su deseo de que la nueva instituci¨®n fuera un mero "polic¨ªa financiero" que se financiara mediante "cuotas", el balance del FMI es relativamente peque?o: su cartera de pr¨¦stamos apenas rebasa los 100.000 millones de d¨®lares, cifra similar a la de nuestra "Caixa". De ah¨ª que durante las crisis financieras de los ¨²ltimos a?os -en M¨¦xico, Corea, Brasil, Turqu¨ªa o Argentina- el Fondo tuviera que formar un "sindicato" de pa¨ªses que complementara con sus pr¨¦stamos los recursos del FMI. Esas grandes operaciones han concentrado los pr¨¦stamos del Fondo en pocos y grandes deudores, lo que ha permitido a alguno -como Argentina- negociar su renovaci¨®n siguiendo la m¨¢xima de Keynes: "Si debes a tu banquero una libra, est¨¢s a su merced; si le debes un mill¨®n es al rev¨¦s".
El FMI ha mantenido desde sus or¨ªgenes la profesionalidad de sus funcionarios y, en general, el rigor de sus decisiones, especialmente cuando el Tesoro americano ha estado dirigido por profesionales de talla (como Robert Rubin o Larry Summers). Si se compara el rigor profesional de las decisiones del FMI y del Ecofin europeo cabr¨ªa afirmar que en estas ¨²ltimas pesan con m¨¢s frecuencia criterios pol¨ªticos poco edificantes (as¨ª, se procede contra Portugal por d¨¦ficit excesivo, pero no contra Alemania o Francia).
La permanencia de esos rasgos cong¨¦nitos no ha impedido, sin embargo, que el Fondo modificara sus doctrinas y que se defina hoy como "una instituci¨®n que aprende" ("a learning institution"). As¨ª, si en sus primeras ¨¦pocas, por deseo estadounidense, el FMI defendi¨® un sistema de tipos de cambio fijos que impidiera "devaluaciones competitivas", ese r¨¦gimen, abandonado hace dos d¨¦cadas, es ahora objeto de abierto repudio: salvo que un pa¨ªs se integre en una zona monetaria -como el euro-, el mantenimiento de tipos de cambio fijos se considera hoy muy peligroso. El FMI acept¨® ya hace a?os que las vulnerabilidades econ¨®micas no s¨®lo proceden de los d¨¦ficit presupuestarios y del Estado, sino tambi¨¦n de la debilidad de las instituciones financieras privadas (alguien dijo entonces que las siglas en ingl¨¦s del Fondo, "IMF" ya no significaban "It is Mostly Fiscal", sino "It is Mostly Financial"). Frente a la vieja tendencia refleja a obligar a un pa¨ªs que sufre una crisis cambiaria a subir dr¨¢sticamente sus tipos de inter¨¦s y recortar su gasto p¨²blico -como aconsej¨® a los pa¨ªses asi¨¢ticos en los albores de la crisis de 1997-98-, el Fondo subraya ahora el efecto estabilizador de ciertos programas sociales antic¨ªclicos ("safety nets"). Su creciente inter¨¦s por el punto de vista de los grandes inversionistas internacionales le llev¨® a crear recientemente un nuevo "Departamento del Mercado de Capitales". En materia presupuestaria, sin renegar de las ventajas de unas finanzas p¨²blicas saneadas, el Fondo ha admitido que peca acaso de excesivo rigor en Am¨¦rica Latina cuando obliga a consolidar con el Estado a todas las empresas p¨²blicas, incluso las rentables de naturaleza comercial; y a pesar del severo juicio que merece a su Departamento Fiscal la flexibilidad interpretativa de Eurostat al calcular los d¨¦ficit p¨²blicos, el Fondo ha aceptado debatir con los pa¨ªses latinoamericanos c¨®mo evitar que la inversi¨®n p¨²blica sea siempre, en la pr¨¢ctica, la primera v¨ªctima de los programas de ajuste presupuestario. Tras abogar tiempo atr¨¢s por una liberalizaci¨®n plena de los movimientos de capital y la r¨¢pida privatizaci¨®n de las empresas p¨²blicas, el Fondo preconiza ahora una liberalizaci¨®n "ordenada y secuencial" y subraya los riesgos de privatizar precipitadamente antes de que exista el marco regulatorio adecuado. El Fondo ha creado sucesivos mecanismos de financiaci¨®n subsidiada para los pa¨ªses m¨¢s pobres -entre ellos, la reciente "Poverty Reduction and Growth Facility"- y adoptado posiciones beligerantes contra el proteccionismo agr¨ªcola y textil de los pa¨ªses industrializados. El Fondo, en fin, viene haciendo un encomiable esfuerzo a favor de la publicaci¨®n de sus informes y decisiones.
En Savannah, lord Keynes tuvo que aceptar a rega?adientes varias imposiciones americanas. Pero contra la no sujeci¨®n a impuestos de los (a su juicio, elevados) sueldos del personal del Fondo se desahog¨® emitiendo el ¨²nico voto en contra de toda la conferencia. Hace tres a?os, cuando el Banco Mundial y el Fondo abrazaron los ambiciosos Objetivos de Desarrollo del Milenio en la lucha internacional contra la pobreza, yo mismo cuestion¨¦ desde el Banco el anacronismo de que ambas instituciones siguieran siendo para sus funcionarios aut¨¦nticos "para¨ªsos fiscales". Comprob¨¦, sin embargo, que en aquel asunto que tanto irrit¨® a Keynes, su capacidad de aprendizaje era limitada.
Manuel Conthe es socio-director del ¨¢rea internacional de Analistas Financieros Internacionales.
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